'En el Punto de Mira', publicidad engañosa

'En el Punto de Mira', publicidad engañosa
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Aún no entiendo como las campañas publicitarias de determinadas películas engañan vilmente al espectador, el cual cuando acude al cine piensa que va a encontrarse con una película totalmente distinta a la que luego ve. Y por supuesto no me refiero a la calidad de la misma, sino al género a a las intenciones de la misma. Un buen ejemplo, y relativamente reciente, es el de la magistral 'El Bosque' de Shyamalan, cuya publicidad hizo que multitud de espectadores acudieran a las salas esperando ver un nuevo film de terror. No era la primera vez, y tampoco la última. A estas alturas ya no debería sorprendernos nada en ese aspecto, y deberíamos aprender de una vez que debemos ver una película sin estar influenciados por su campaña publicitaria. Juzgarlas por lo que son realmente.

'En el Punto de Mira' ('Vantage Point', 2008) pertenece a ese grupo de películas. Antes de su estreno corrió como la pólvora, no sólo que estaba ambientada en la ciudad de Salamanca, sino que nos encontrábamos ante una especie de nuevo 'Rashomon', la mítica película de Akira Kurosawa, en la que se narraba cierto hecho dramático contado desde distintos puntos de vista. Eso es lo que prometía 'En el Punto de Mira' teniendo como fondo un atentado al Presidente de los Estados Unidos. Nada más lejos de la realidad.

La película narra la visita del presidente americano a la ciudad de Salamanca, en la que sufrirá un atentado. A partir de ese momento, varios personajes reunidos allí por distintas razones, reconstruirán sus pasos hasta terminar todos en el mismo punto. Nada de un atentado narrado desde varios puntos de vista, sino varios testimonios que funcionan como las piezas de un puzzle cuya solución se encuentra en el tramo final de la película, sin duda el más alocado de toda ella.

Hasta ese instante, asistimos a unos ocho bloques protagonizados por distintos personajes, los cuales prácticamente funcionan como si de episodios de una serie de televisión se tratase. De esas que tienen enganchados a medio mundo con sus tramas más largas que un día sin pan. Esto no es nada malo, si está bien realizado por supuesto. Y el caso es que la cosa se queda a medias. Podríamos decir que estamos ante una película lo suficientemente entretenida como para pasar una hora y veinte minutos aislado del mundo, y no todas las películas logran eso. Por otro lado, y después de su relativo disfrute, si se piensa demasiado en ella es probable que se le quiten más defectos que a un discurso de Bush. Y todos ellos tiene que ver con su delirante argumento, en el que se producen varias incongruencias, algunas de las cuales pasan rápidamente ante nuestros ojos intentando pasar desapercibidas.

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Si todo lo que le ocurre a los distintos personajes hasta el momento del atentado es tan trepidante como intrascendente, cuando las tramas confluyen en una sola empiezan las torpezas. Desde un agente secreto que parece el mismísimo Terminator, u otro cuyas motivaciones para hacer lo que hace no quedan nada claras, o personas que llegan a los sitios antes que coches a toda velocidad (algo que no ocurría desde Mel Gibson en 'Arma Letal'), y todos confluyan en un punto geográfico de la ciudad española en el que es imposible el que estén por razones más que lógicas. Además, si hasta ese momento se había recurrido a contarlo todo más o menos en tiempo real, ¿por qué cambiarlo todo en el último tramo? Si a eso sumamos que SPOILER, a unos terroristas que no se inmutan ni lo más mínimo por asesinar a miles de personas haciendo explotar un bomba, pero se asustan y vuelcan la ambulancia que conducen en el momento en el que una niña se pone delante FIN SPOILER, pues se termina de redondear el despropósito.

Menos mal que tenemos un montón de caras conocidas, algunas de ellas buenos actores, que nos animan bastante la función. Dennis Quaid es un actorazo que últimamente, y desde hace tiempo, no tiene la suerte que se merece. Matthew Fox es mejor que siga perdido (o no) en cierta televisiva isla. William Hurt y Sigourney Weaver aportan veteranía y calidad al conjunto, aunque en el caso de la segunda, apenas hay tiempo para saborearla. Forest Whitaker hace el que probablemente sea el papel más inútil de todo el relato (a pesar del detalle de la cámara), y lo realiza como si tuviera intención de ganar otro Oscar. Y Eduardo Noriega pues debió flipar en colores al rodearse de tantos famosos internacionales.

El televisivo Peter Travis no oculta su procedencia en su puesta en escena, la cual está bastante cuidada, a pesar de ciertos errores de montaje (en las persecuciones en unos planos el coche que conduce Quaid está en perfecto estado, y en otros con el morro destrozado). Consigue una cinta entretenida, sin más, que en los tiempos que corren ya es suficiente, por lo menos para mí. Otras críticas:

En Blogdecine | William Hurt, Matthew Fox, Sigourney Weaver, Forest Whitaker

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