'Ikarie XB-1', fascinante odisea espacial checa que se anticipó a obras maestras de la ciencia ficción como '2001', 'Solaris' o 'Alien'

'Ikarie XB-1', fascinante odisea espacial checa que se anticipó a obras maestras de la ciencia ficción como '2001', 'Solaris' o 'Alien'

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'Ikarie XB-1', fascinante odisea espacial checa que se anticipó a obras maestras de la ciencia ficción como '2001', 'Solaris' o 'Alien'

Una de las épocas más destacadas para la ciencia ficción estadounidense fue la de los años cincuenta, décadas en las que la industria cinematográfica yanki aportó obras tan carismáticas y reconocibles en la serie B como 'Planeta prohibido', 'El increíble hombre menguante', 'El ataque de la mujer de 50 pies', 'La invasión de los ladrones de cuerpos', 'Ultimátum a la Tierra' o 'Plan 9 del espacio exterior'. Obras que despertaban una sensibilidad concreta: la de una serie B escasa en medios pero abundante en ingenios y lecturas posibles.

Muchas de estas producciones se hicieron al amparo de un ideario paranoide indiscutiblemente ligado a la sensibilidad de la Guerra Fría, a la invasión comunista, la carrera espacial, el miedo ante los experimentos atómicos y la posibilidad de un nuevo cataclismo tras Hiroshima y Nagasaki.

A sabiendas de que según los bandos, la experiencia de la catástrofe nuclear y los desarrollos de la ci-fi fueron marcadamente distintos -no hay más que pensar en las ficciones apocalípticas japonesas, con 'Akira' a la cabeza-, llama especialmente la atención la respuesta soviética de 'Ikarie XB-1': un siniestro twist espacial en una nave que viaja en busca de vida en Alfa Centauri.

El germen de 'Ikarie XB-1', película checa de indiscutible aura mistificada que funcionó como marciana respuesta al auge de producciones de ciencia-ficción estadounidenses, está en un encargo a Jindrich Polák, un joven director que tenía por delante la tarea de adaptar 'La nube de magallanes' del inagotable Stanislaw Lem.

Ciencia-ficción soviética contra el éxito americano

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Una cinta que, como se ha señalado por activa y por pasiva, nació por iniciativa del Partido Comunista checoslovaco como celebración de los logros soviéticos en la carrera espacial: el éxito del misil balístico R-7 Semiorka, el lanzamiento del Sputnik o el viaje de Yuri Gagarin, primer ser humano en contacto con el abstracto y desconocido espacio exterior.

Pero si el bloque soviético destacó por sus logros técnicos en la carrera espacial, el capitalista consiguió ganar una batalla que, en el largo plazo, ha demostrado ser tanto o más importante que la científica: la de la cultura y la creación de imaginarios. Imaginarios propagandísticos bañados por la paranoia, el miedo a la invasión y sutiles identificaciones de villanos o monstruos con los malvados comunistas, siempre terrores nocturnos de los hogares americanos de bien.

Así que además de la magnificación de los logros científicos soviéticos, en consonancia con la reiteración de su supremacía, la batalla también se debía expandir hacia el mundo cultural y al arte, claves en la programática comunista. Un arte siempre al servicio de la revolución y la utopía que manejaría unas peculiaridades estéticas con una desacomplejada pretensión: la de acabar con todo arte previo al nuevo para instaurar una estética que evocara una realidad utópica.

Nacería así la curiosa contradicción de un realismo que tenía poco o ningún apego a la realidad que representaba, puesto que su aspiración última era la de ilustrar el triunfo de una sociedad desclasada y gobernada por el bien común.

La odisea espacial checa: el viaje de la 'Ikarie XB-1' hacia el nihilismo ci-fi

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Frente a las producciones estadounidenses, con poco interés en argucias narrativas y mucho en relatar historias concisas y que fueran directas al grano, 'Ikarie XB-1' optó por el camino de la claustrofobia y la carga atmosférica. Con la significativa ausencia de monstruos invasores y enfrentamientos con láseres, la cinta describe el viaje de un heterogéneo grupo que en 2163 se dirige a Alfa Centauri con el objetivo de encontrar vida extraterrestre.

Comienza entonces una odisea por la que los astronautas se debaten entre el delirio y el colapso bajo la influencia de fuerzas radioactivas y misterios insondables que alteran su peculiar normalidad. Una normalidad marcada, claro está, por la representación propagandística, objeto primordial de la película: la utopía de una revolución internacional se fragua en la plurinacionalidad de los tripulantes, reflejo de la consecución del socialismo en el mundo, al menos en la ficción.

Así, y a pesar de la libertad creativa de la que gozó Pólak, 'Ikarie XB-1' estaba concebida como una representación de los valores que quería promulgar la propaganda prosoviética, como el interés por el bien común y, por extensión, la descentralización del individuo o el rechazo a la propiedad privada y a la acumulación, reflejada en una nada accesoria ausencia de protagonista. Algo que, por otra parte, no impidió que la película expresara un sentido nihilismo y preocupaciones existenciales al explorar los delirios y vacíos de sus tripulantes.

Ese espíritu, que más tarde recogerían obras seminales como '2001: Una odisea espacial' o 'Alien', es la marca de una película tan fría como un iceberg. La austeridad y el minimalismo en los diseños de decorados, subrayados mediante la estridencia de su banda sonora -de la que se encargó Zdeněk Liška, colaborador en los primeros cortometrajes de Jan Šankmajer- y uso atmosférico del blanco y negro, iban en sintonía con los presupuestos estéticos de la Nueva Ola Checa, redirigiendo también el género hacia una intrusiva exploración metafísica poco habitual hasta la fecha.

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La cinta navega entre lo tenso y lo surreal, mostrando tanto interés y tiempo en el metraje en la intrascendencia cotidiana más absoluta, el ocio más incomprensible -con especial hincapié en la comentadísima escena del twist- a la claustrofobia más marcada y la paranoia más salvaje. 'Ikarie XB-1' funciona, por tanto, como nota al pie de la carrera espacial y de la lucha por gobernar el imaginario de la guerra fría, pero también como reflexión sobre la soledad y el aislamiento forzados que bien podrían aplicarse a estos últimos meses.

La Ikarie viaja a Estados Unidos: la reapropiación como arma en la Guerra Fría

La cinta, que contaba con un presupuesto de unas seis millones de coronas -una holgada cantidad para la época- y claras intenciones de recoger los frutos que tenían sus homólogas estadounidenses, tuvo poca repercusión en su estreno y un discreto paso por taquilla. Algo que no impidió que se convirtiera en una cinta con indiscutible aureola de culto y que diera nombre a la revista checa de fantasía, horror y ciencia-ficción XB-1, una de las más importantes del país tras la Revolución del terciopelo.

Fue a raíz de la presencia de la película en la primera edición del desaparecido Festival Internazionale del film di Fantascienza di Trieste -cuyo espíritu mantiene en la actualidad el Trieste Science+Fiction Festival, donde 'Ikarie XB-1' se coronó ex-aequo junto a otro hito del género, 'La Jetée' de Chris Marker, cuando ésta comenzó su carrera hacia el éxito. Primero, por su potente recepción crítica, pero también porque, tras ganar en Trieste, la película obtuvo acuerdos de distribución en más de cuarenta países.

Ahí comenzaría el viaje de la cinta, que terminaría salvajemente modificada por manos capitalistas que, más allá de eliminar las connotaciones ideológicas de la propaganda soviética y apuntarse un tanto en el combate de la cultura popular al hacer pasar como propia una película del bloque comunista, tenían otra intención: la de cambiar todos los elementos necesarios para intentar que la película fuera un éxito de taquilla y, por tanto, rentable. Empezando por el título, que pasó a ser 'Voyage to the End of the Universe', American International Pictures, encargada de distribuir 'Ikarie XB-1' en Estados Unidos, alteró la historia para que la nave espacial aparecida en la película fuera de alienígenas.

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De la mano de Sam Arkoff, vicepresidente de la AIP y productor de una parte significativa de las (baratísimas) películas de Roger Corman, la película fue remontada, su final fue cambiado, así como sus diálogos e incluso se "occidentalizó" el nombre de sus autores: el director, Jindřich Polák, pasó a ser Jack Pollack, el nombre del guionista, Pavel Juráček, se sustituyó por Paul Jurist, Ester Kumbrachová, encargada de vestuario, se convirtó en Esther Smith, el compositor Zdeněk Liška en Danny List… Una demostración de que, como recoge Quim Casas, "la guerra fría también se libraba en las salas de montaje".

Las otras odiseas: el legado de 'Ikarie XB-1'

Después de años deambulando y con versiones que no se acercaban al original, 'Ikarie XB-1' fue restaurada en 4K -distribuida en España por Capricci Cine-, y ahora puede verse en Filmin, ya de pleno reconocida como una influyente película en la conformación del cine ci-fi de la segunda mitad del siglo XX. No hay más que ver sus acusados paralelismos con '2001: Una odisea espacial': el claustrofóbico uso de los espacios, la presencia de un robot a bordo de la nave que controla la misma, el alumbramiento espacial...

Las ambiciones metafísicas y existenciales de Stanley Kubrick, desbordadas en su adaptación de Arthur C. Clarke, ya estaban presentes en la película checoslovaca, que coqueteaba con la histeria de la soledad espacial o el descontrol de viajes interestelares. Preocupaciones que también estaban en 'Solaris', otra adaptación de Stanislaw Lem esta vez a cargo de Andrei Tarkovski y con una poética puesta en escena en la que la travesía galáctica también estaba cargada de profundas neblinas filosóficas.

El variopinto grupo de astronautas de la 'Ikarie XB-1' también inspiró de forma reconocida a Gene Roddenberry, que confesó tener en mente la película para dar forma a la tripulación de 'Star Trek', entendiendo ésta como un equipo diverso de personas de distintas razas, edades o nacionalidades -ya no surgido de la internacionalización de la revolución- que colaboran y conviven en armonía.

También en el retrato de ese variado grupo encontramos trazas de la concepción de 'Alien, el octavo pasajero', en la que Ridley Scott no solo los momentos más tensos sino también la cotidianidad de sus personajes o sus charlas triviales. Incluso podríamos dibujar una línea, entre la cinta de Pólak e 'Interstellar', deudora no solo de la odisea espacial de Kubrick sino también de las ideas sobre espacio y tiempo que ya presentaba 'Ikarie XB-1', en la que existe una distorsión temporal similar a la sufrida por Cooper y compañía en su misión espacial.

La cinta, que goza ya de un reconocimiento indiscutible tras su recuperación, aunó la propaganda con el espíritu de la ciencia-ficción posterior, la exploración metafísica y el delirio nihilista. Y es que a pesar de explicitar los peligros de la individualidad, marcando así su distancia con la sugerencia de la ciencia-ficción estadounidense de la época, 'Ikarie XB-1' se infiltró en el imaginario cultural y fue faro para algunos de los clásicos del género durante la segunda mitad del siglo XX, contradicción con la que vive el legado de un filme que nació para inclinar la balanza por el imaginario del lado soviético y que terminó haciendo peso en ambos lados.

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