'Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio', a mitad de camino

'Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio', a mitad de camino
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Tintín es un personaje con una gran cantidad de fieles admiradores que idolatran sus aventuras y seguramente estarían deseosos de ver lo que podía ofrecernos ‘Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio’, pero yo no soy uno de ellos. Ya desde pequeño mi interés por el personaje rozaba lo inexistente y, dejando a un lado mi total predilección por Mortadelo y Filemón, nunca conseguí entender a los que preferían los cómics de Hergé a lo que Uderzo y Goscinny lograron con Asterix. Los años pasaron y mi desinterés por el personaje se tornó en algo que rozaba el odio cuando durante una asignatura de mi licenciatura tuvimos que analizar concienzudamente el álbum ‘Tintín en el Tibet‘. Tampoco ayudó descubrir los cómics de Gil Pupila, los cuales me interesaron infinitas veces más que los de Hergé. Con todo esto quiero dejar claro que yo no era el espectador idóneo para poder disfrutar de lo que Spielberg pudiera ofrecernos, pero decidí darle una oportunidad tras leer varias críticas halagadoras.

A estos problemas hay que añadir que la película utiliza una tecnología que yo considero poco mejor que un timo: La motion capture. Si hay algo cuya utilidad nunca terminé de entender es ¿Para qué rodar una película con actores y luego convertirlo todo en una cinta de animación? La búsqueda del hiperrealismo no es algo que me convezca convenza, porque pudiendo tener lo real no veo la gracia a querer aparentarlo. No obstante, eso es algo que ha conseguido desmontar ‘Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio’ al obviar la mera búsqueda del verismo y combinarlo con acertados elementos cartoonescos a la hora de definir el look visual y las acciones de los personajes. Y eso es algo que sí que creo que haber utilizado la imagen real hubiese sido difícil de lograr sin caer en un absurdo que podría haber dañado seriamente la credibilidad de lo que estábamos viendo.


Las aventuras de Tintin2

Otra tarea delicada con la que ha tenido que lidiar Spielberg es con la utilización del 3D, sacacuartos en muchas ocasiones, adición innecesaria en otras y muy pocas veces algo que haga el más mínimo bien a una película. Y podemos hablar de una nueva victoria en este campo, ya que uno realmente ve la utilidad del 3D en una gran número de escenas. Además, el frenesí visual de las múltiples escenas de acción da pie a una secuencia memorable (la persecución en motocicleta), en la cual uno puede llegar a creer estar ante un videojuego de última generación, es decir, una sensación total de inmersión. La pega es que eso no sucede en el resto de los excesivos momentos de acción de la función, ya que llega un punto en el que desconecté casi completamente de lo que se me estaba contando. ¿Qué más me da que pasen muchas cosas si no han logrado captar mi interés lo suficiente como para seguir pendiente? Sería de necios equipararlo a desastres como el de ‘Transformers: El lado oscuro de la luna’, donde sencillamente nada funcionaba, pero también exculparlo amparándome en mi desinterés inicial por los personajes.

‘Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio’: Llegan los problemas

Es en el guión donde aparecen los problemas más graves de la película, porque sencillamente es una historia que no daba de sí lo suficiente para rodar una cinta, por otro lado, corta para lo habitual en Spielberg. ¿Realmente se ve el talento de tres guionistas talentosos como es el caso? Lo cierto es que no, porque una vez pasada la muy efectiva presentación de personajes todo queda reducido a una especie de eterna persecución cuya base (un tesoro escondido) no es suficientemente fuerte. Se ha hablado de que ‘Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio’ recuerda a la saga de Indiana Jones, pero parecerse a algo no te convierte en algo al mismo nivel. Que se lo pregunten si no a ‘Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal’. Por último, el acto final está alargado hasta el delirio y cuando parece que ya va acabar sigue y sigue, siendo quizá ésta la gran aportación de Peter Jackson al proyecto.

Aventuras de Tintin

También me empezó resultando un tanto decepcionante la música compuesta por John Williams, ya que el tema que aparece en los logrados créditos iniciales no tiene el suficiente gancho, y además no pude evitar las comparaciones con el utilizado en ‘Atrápame si puedes’, la, para mí, mejor película de Spielberg en lo que va de siglo. Afortunadamente, esa sensación inicial pronto se disipa y el score de Williams capta perfectamente el cruce de géneros de la película. Me gustaría hacer otro apunte sobre los créditos iniciales y es que, por mucho que los disfrutase, posiblemente sean peores que los que realizó un fan del personaje por amor al arte para ser posteriormente contratado por Spielberg y que lucen de maravilla.

Sobre el trabajo de los actores siempre surgen las dudas para juzgar su trabajo al estar sus rasgos físicos convenientemente enmascarados por la animación. Quizá por ello se contrató a Andy Serkis para dar vida a Haddock, ya que el pobre hombre parece encontrar sólo trabajo con personajes que hay que alterar digitalmente a posteriori de alguna forma. En mi opinión, el trabajo vocal de todos ellos es muy bueno y, según el caso, podemos disfrutar más o menos de sus reacciones físicas. Sí que falla el hecho de una clara tendencia a la unidimensionalidad de los mismos, algo especialmente obvio en el caso del villano. No obstante, eso no tiene que ser algo malo si se sabe utilizar, porque pasa algo parecido con Hernández y Fernández y sus breves apariciones son de lo más simpático que uno puede encontrar en la película, en especial con el careo en el domicilio de otro personaje. ¿Y Jamie Bell como Tintin? Pues bastante bien, primero de todo porque se ha conseguido que no odie al protagonista cuando era mi gran temor, pero sigo echando en falta algo más de desarrollo. Quizá lo suyo hubiese sido empezar por una historieta algo más introductoria tal y como está haciendo Marvel con sus adaptaciones superheroicas.

Aventuras de Tintin

Un punto conflictivo, y con el que no me siento del todo cómodo hablando (hace años que no leo ninguno de los cómics), es la fidelidad en la adaptación. He leído y oído múltiples comentarios alabando este aspecto, pero me voy a atrever a llevar la contraria. Obviamente, los personajes se parecen tanto en diseño como en actitud a sus originales, pero considero que ‘Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio’ no es más que un gran borrador para enseñar todo lo que puede hacerse con el personaje sin marcar un camino a seguir y dosificándolo todo en función del momento. Aquí se presentan a los personajes rápidamente y ya hay que pasar a la acción para ver si así logra captar el interés del público americano, quizá el más difícil de atraer en un proyecto como éste. ¿Y qué pasa cuando acabas supeditando un proyecto presuntamente especial al frenesí visual? Que la identidad propia de la propuesta nunca llega a aparecer de forma dominante. Yo, con todas las reservas que he ido comentando, disfruté más de la película que de cualquiera de los cómics y realmente que fuesen los personajes de Tintín me acabó resultando algo accesorio. Aquí no importa la profundidad de los mismos ni el contar con una historia elaborada, y es que más previsible no podía ser pese a unir tres historias en una, sino lucir, y muy bien, la tecnología empleada para ofrecer algo que acaba siendo una versión descafeinada de Indiana Jones. Y quizá por eso me gustó más de lo que esperaba.

En definitiva, ‘Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio’ es una muestra de todo lo que pueden ofrecernos en las otras dos entregas de la prometida trilogía, pero sin llegar a acotar lo suficiente el guión como para que todo funcione correctamente. El exceso de escenas de acción no sólo puede ser sinónimo de un ritmo que nunca decae, sino también de una historia que no da de sí lo suficiente para rodar un largometraje. Por el camino, tenemos varios elementos que permiten pasar un buen rato, pero los problemas de guión, una saturación de acción que llega a hacerte desconectar de la película a ratos y un desenlace demasiado alargado convierten a ‘Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio’ en un lujoso pasatiempo, pero no la obra total del cine de aventuras que algunos quieren ver en ella.

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