'10.000', sólo faltan los extraterrestres

'10.000', sólo faltan los extraterrestres
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Roland Emmerich obtuvo el reconocimiento internacional, o al menos parte de él, con ese bodrio infumable titulado 'El Secreto de Joey' donde dejaba clara su admiración por el cine de Spielberg y también por la saga Star Wars. Tras irrumpir en el cine estadounidense con la torpe 'Soldado Universal', me sorprendió con 'Stargate', película de Sci-Fi más que decente; continuó con la millonaria 'Independence Day', en la que volvió a quedar clara su obsesión por el universo de Lucas, cosa que a mí me daba igual porque me hizo pasar un rato la mar de entretenido. 'Godzilla' ya es otro cantar, y aún no entiendo como Spielberg no lo ha demandado por plagio (esas escenas de las crías del bichejo son calcadas a las de 'Jurassic Park'). Con la emocionante 'El Patriota' y la interesante 'El Día de Mañana' recuperó el sentido. Su cine está lleno de referencias al cine que admira, a veces demasiadas, pero logra entretener, que en este tipo de películas es lo que más interesa.

Ahora bien, con '10.000' se le ha ido la mano y la olla de una forma totalmente descomunal. Señoras y señores, esta película es el refrito más vergonzosamente descarado, aburrido y soporífero que se ha visto en años. Ver para creer.

La historia de '10.000' nos lleva a tropecientos años antes de Cristo bendito. O eso es lo que nos quieren hacer creer. Allí una tribu es atacada por unos brutos de mucho cuidado que se llevan a la mil veces nombrada niña de los ojos azules (sí, podemos hacer el chiste, pero lo vamos a evitar), destinada a casarse con un valiente guerrero de la tribu en cuestión. Tras ella partirá nuestro heroico amigo llevándose consigo a una par de colegas que le echarán una mano por si la cosa se pone dura (y me refiero a contratiempos en el viaje). Poco a poco se les irán uniendo tribus de todos los tipos y colores, que casi siempre han sentido la mano poderosa de los malosos del relato éste, que resulta trabajan para unos tíos altos y raros que hablan en una lengua extraña, y que tienen una profecía (no penséis mucho, que la adivináis), además de mapas cartográficos sobre la mesa, en uno de los cuales se puede ver perfectamente España (no es broma).

Porque si hay algo que llama poderosamente la atención en '10.000' es la infinita cantidad de anacronismos que se producen en ella, mezclando sin ton ni son distintas épocas en una misma, o cosas tan absurdas como ver a un montón de mamuts completamente domesticados. Emmerich probablemente se defienda diciendo que estamos ante un film de aventuras con un toque fantástico. Y ciertamente podría ser una buena defensa, si el sentido de la aventura apareciera por algún lado. Pero ni eso. La película me ha resultado tremendamente aburrida, y eso que por primera vez un film de estas características no llega siquiera a las dos horas. Por otro lado, el director se ha quedado tan pancho en la que probablemente sea su película más referencial, por decirlo suavemente. Se podría jugar a enumerar (además de los anacronismos, pero eso me resulta un poco más aburrido) la cantidad de escenas casi calcadas de otras películas, y con total y absoluto descaro: tenemos desde 'Braveheart', hasta 'El Señor de los Anillos' (efectivamente esas escenas aéreas de personajes caminando por montañas nevadas, que ya empiezan a cansar), pasando por 'Apocalypto' (con la diferencia de que aquí hablan un perfecto inglés), 'Alien' y cualquiera de sus secuelas, 'Jurassic Park', de la que una vez más coge prestados a los velocirraptores, para convertirlos en una especie de pollos prehistóricos, y terminar de rematar la jugada con '300' (aunque por supuesto el desenlace es otro).

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Hablar del trabajo actoral es perder totalmente el tiempo, ya que hay que pasar por el mal trago de ver a Cliff Curtis hacer el ridículo, u oír a Omar Sharif recalcando con una molesta voz en off lo que ya vemos en imágenes. Camilla Belle da vida a la dichosa niña de los ojos azules, y sí, sus ojos son la releche en verso y más, pero su capacidad dramática es la de una plancha en estado de reposo. Los diálogos son de un absurdo increíble (atención a las ingeniosas frases de los personajes en su persecución), y la historia en sí no engancha ni lo más mínimo. No hay emoción, no hay drama, no hay tensión no hay nada. Por haber no hay ni unos efectos visuales sorprendentes, los cuales tiran más hacia lo aparatoso que hacia lo espectacular.

Roland Emmerich ha firmado su peor película, sin duda alguna, un bodrio que no conoce fronteras culturales. Un despropósito de tamaño tal, que uno abandona la sala corriendo temeroso de que en los títulos de crédito finales aparezcan los extraterrestres que amenazan con hacer acto de presencia en la película, lo cual ya sería el colmo. Por supuesto la película fue un enorme bombazo en su primer fin de semana y aunque sigue recaudando, el bajón ha sido descomunal. Y es que las habladurías sobre la calidad de esta cosa han corrido más que los protagonistas de la misma, que recorren extensiones inmensas, con cambio repentino de clima y todo, en menos que canta un gallo.

En Blogdecine | Roland Emmerich, Cliff Curtis

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