'Boyhood', retazos de vida

'Boyhood', retazos de vida
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'Boyhood' es una de las películas del año. No lo dudéis ni un segundo, pero no esperéis la historia más sofisticada con guión enrevesado y lleno de recovecos y a la vez, esperad una película compleja en su magnífica sencillez. Y es que a veces, las películas no hay que verlas, sino experimentarlas y 'Boyhood' de Richard Linklater es una de ellas.

Richard Linklater comenzó a rodar 'Boyhood' en 2002, dos años antes de que estrenara la segunda parte de la ya icónica trilogía de 'Antes del amanecer' y daba el claquetazo a principios de 2014, tras haber rodado durante algunas semanas a lo largo de 12 años, siguiendo los pasos de una familia ficticia que casi pasó a serlo de verdad. 12 años de retazos de una vida consensados en dos horas y media de metraje que se experimentan como un suspiro.

Retazos de una vida

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En 'Boyhood', Richard Linklater nos cuenta la historia de Mason desde los seis años hasta los 18. Más de una década en la vida de un niño, que se convierte en adolescente, llena de cambios, mudanzas, relaciones, bodas, amigos, primeros amores y desamores, momentos de euforia y momentos de miedo. En definitiva, la vida normal de un niño estadounidense y lo que supone crecer y empezar a entender quién eres.

Esta es la grandeza de este experimento que ha mantenido ocupado a Linklater durante tantos años. La sencillez de lo que nos está contando, y a la vez la complejidad de lo qué supone crecer y entenderse. No hay nada más simple ni más extraordinario. En 'Boyhood', Richard Linklater nos introduce en la intimidad de una familia como cualquier otra y nos muestra sin temor su evolución, su envejecimiento, sus logros, año tras año y sin necesidad de enseñarnos minuto a minuto sus vidas.

'Boyhood' nos muestra los momentos destacados, o mejor, aquellos momentos que hacen crecer, madurar y evolucionar al personaje de Mason a lo largo de los años, sin necesidad de contarnos qué pasa el resto del tiempo. El espectador llega a meterse tanto en su vida, le acompaña en su viaje, que las elipsis terminan siendo claras, precisas y necesarias.

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Unas elipsis que el espectador comprende gracias a la tecnología, a las canciones diegéticas, a las conversaciones sobre política, cine o literatura que Linklater introduce cuidadosamente en la trama para situarle cronológicamente en el tiempo. Y al final, todas estas referencias, se convierten en algo así como un pequeño homenaje a la cultura pop de la última década y con la que los nacidos entre mediados y finales de los 80 y principios de los 90, se sentirán completamente identificados.

'Boyhood' está perfectamente narrada y es que conseguir que una historia tan sencilla y natural no resulte aburrida a lo largo de casi tres horas de metraje es muy díficil. Pero al espectador no le importa y se deja llevar, paseando e indagando en la vida de Mason y descubriéndole a la vez que lo hace él mismo.

Retrato de familia

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Sin tapujos o edulcorantes, 'Boyhood' es, nada más y nada menos, que un fiel y veraz retrato de lo qué es la vida y como tal, merece ser experimentada a todos los niveles. Un retrato real y natural que no lo sería tanto sin la ayuda de un reparto que acaba convertido en una familia real para el espectador gracias a conocer sus andaduras a lo largo de 12 años.

Mientras que Ethan Hawke y Patricia Arquette dan vida a unos creíbles padres con sus virtudes y defectos porque "en la vida todos improvisamos", el peso de la película cae sobre los hombros de Ellar Coltrane, en el papel del protagonista y su hermana, interpretada por Lorelai Linklater —hija del director—, a quienes vemos crecer en pantalla y no se permiten perder la frescura y la naturalidad en ningún momento.

'Boyhood' es un experimento y como tal, hay que experimentarla. Una película que hay que vivir en lugar de ver, y es que la capacidad de Richard Linklater de contarnos de forma tan sencilla y cercana la historia de una familia como otra cualquiera y conmovernos, bien lo merece.

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