Camino de cuento y sufrimiento

Camino de cuento y sufrimiento
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De vez en cuando, en España, un director decide que quiere contar una historia y se entrega a ella por completo, con valentía. Da igual que la historia pueda resultar, en principio, peligrosa, vacía o pretenciosa, quiere convertirla en su próxima película. Da igual lo que ocurra luego, lo importante es hacerla. Pone toda su energía y talento en ello, y, con suerte, en la obra queda plasmada esa ilusión, ese entusiasmo, esa fuerza. Y así tenemos 'Camino', en los cines desde el pasado 17 de octubre.

Al margen de la polémica, tan inevitable como ridícula, creada alrededor de la película, hay que destacar por encima de todo los aciertos de ésta, que son muchos; por encima de los defectos, que también los tiene. De hecho, después de ver 'Los girasoles ciegos' y 'Camino', no llego a comprender cómo se ha elegido la primera para que sea la candidata de nuestro país en la próxima ceremonia de los Oscar. Lo único que se me ocurre es que no vieron la segunda, o no la entendieron, porque uno quiere creer que eso de los "enchufes" no tiene cabida en este asunto.

'Camino' es una película arriesgada, valiente, diferente. Es una película necesaria, incluso. Y no por lo que cuenta, que también podría ser, sino por cómo lo hace. Javier Fesser se adentra en la tormenta como un capitán seguro de sí mismo y de lo que quiere hacer. Convencido de la fuerza de la historia que tiene entre manos, hace oídos sordos y se centra en lo fundamental, huye de la crítica fácil y se dedica a narrarnos la trágica situación de una niña que está destinada a morir, cosa que algunos aprovecharán para su propio beneficio.

La protagonista de la película se llama Camino, no Alexia, cosa que muchos parecen querer olvidar. Javier Fesser se basa en lo que le ocurrió a Alexia González-Barros para montar su propia historia, otra, donde suceden cosas ficticias a personajes ficticios. Tras un par de lamentables diagnósticos y varias operaciones, Camino se dispone a morir, evadiéndose gracias a sus sueños y fantasías, donde sólo ella puede entrar. Su madre, la figura dominante de su familia, cree que todo forma parte de un plan divino, siguiendo de este modo la doctrina del Opus Dei.

Fesser no cuenta con ella, pero la tormenta estaba ahí, esperando. Era inevitable que estallara. La película atraviesa las fronteras del Opus Dei y revela lo que hay, lo que ve. Como era de esperar, la obra (la de Fesser) ha sufrido todo tipo de ataques, revelando una vez más el verdadero rostro de algunos de los miembros de la institución creada por Josemaría Escrivá (quien aparece representado en la película, en forma de ídolo dorado). Ahí los tenemos, a ellos que tanto predican sobre las buenas costumbres, que siempre van con buena cara y hablan con voz tranquila, vapuleando la película sin siquiera haberla visto, tachándola de "pornografía moral". Un gran ejemplo, sí señor.

'Camino' cuenta unos hechos dramáticos pero Fesser, de forma inteligente, muestra también los lados cómicos, irónicos, delirantes e incluso mágicos de todo lo que rodea a la chica protagonista y a su familia. De este modo, la película nos puede recordar a un título como 'El Laberinto del Fauno', en el sentido de que Camino se fuga de la realidad para no afrontar la dureza de la misma, se entrega a la fantasía y a los cuentos para no darse cuenta que realmente está sola, incomprendida, destinada a morir sin que nadie pueda ayudarla. También, pues está muy reciente, nos viene a la memoria 'El niño con el pijama de rayas', pues Camino, como Bruno, se ve envuelta en una pesadilla en la que los adultos mueven los hilos.

Me he referido antes a los defectos de la película, y paso ahora a comentarlos, no sin antes volver a subrayar que no empañan la calidad del conjunto. En primer lugar, y sobre todo, el extenso metraje, injustificado; creo firmemente que le sobran muchos minutos a esta película, y es que cuando el trasero del espectador empieza a sufrir la incomodidad de la butaca, algo falla. Por ejemplo, podrían haberse recortado los sueños, las escenas del padre con la cámara (especialmente la primera vez, con la chica bailando) o lo de la obra de teatro (tanto al principio, durante las pruebas, como al final, en la representación); duran más de lo necesario y entorpecen el "disfrute" de lo que realmente importa en la película.

Tampoco resulta muy verosímil lo que ocurre con el personaje del padre, en concreto su desesperante pasividad y lo del final, a todas luces excesivo. Dicho esto, consideré que Fesser nos ponía a nosotros en la piel de este hombre, impotente a todo lo que sucede con Camino, justo como nos sentimos mientras vemos el film. Pero no habría estado mal un pequeño golpe de rebeldía, el público habría estallado en aplausos (como en cierta escena de 'La Niebla', ya sabéis, con la fanática religiosa). Por último, y a menos que aquí también haya intención de crítica por parte del cineasta, creo que sobra el mostrar las operaciones a las que es sometida (el muñeco de) Camino.

Sería injusto acabar este artículo sin hacer mención a la estupenda labor del reparto. Destacar especialmente a la jovencísima Nerea Camacho, la protagonista principal, que está realmente encantadora (salvo cuando abre demasiado los ojos, que a un servidor le provocó cierta inquietud), a la menos joven Carme Elias, que encarna a la terrible madre (que a pesar de todo también se derrumba ante lo evidente, un magnífico detalle del guión), y a Mariano Venancio, el padre de la chica, un títere sin voluntad controlado por su esposa. Señalar también lo acertados que están los actores que interpretan a los representantes del Opus Dei en la película, difícil no sentir indignación ante sus actos, sus diálogos y sus sonrisas.

En conclusión, y en pocas palabras, 'Camino' es hoy por hoy, en este país, una película imprescindible. Una cita que no deberías eludir. Esto no es cine español, es cine, mejor o peor, con una historia cuya fuerza va más allá de las fronteras nacionales. Eso sí, hazte a la idea de que no lo vas a pasar bien precisamente, y que dura más de dos horas. Sin más, darle la enhorabuena a Javier Fesser, por su valentía y por no caer ni en los tópicos ni en la demagogia barata.

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