'Independence Day': un blockbuster convertido en clásico de los 90, tan ridículo como entretenido

'Independence Day': un blockbuster convertido en clásico de los 90, tan ridículo como entretenido

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'Independence Day': un blockbuster convertido en clásico de los 90, tan ridículo como entretenido
Recuperamos esta crítica con motivo del 4 de julio y la celebración del Día de la Independencia en Estados Unidos.

‘Independence Day: Contraataque’ (‘Independence Day: Resurgence’) llega a los cines españoles con el objetivo de arrasar en taquilla -algo que no ha podido hacer en Estados Unidos-. La primera entrega fue vista en salas de nuestro país por casi 3,5 millones de espectadores, pero algo me dice que esta absurda y aburrida secuela lo tendrá bastante complicado no ya para superar esa cifra, sino simplemente para igualarla o quedarse cerca de ella.

‘Independence Day’ fue en un su momento una película que marcó un hito en el campo de los efectos visuales y también en las historias de destrucción masiva, pero lo primero ha evolucionado tanto y de lo segundo se ha abusado hasta tal punto que es muy difícil replicar lo que convirtió a la cinta de Roland Emmerich de 1996 en un absurdo pero entretenido pasatiempo que aún hoy en día sigue funcionando con relativa soltura.

Una acertada apuesta por el “realismo”

Escena Independence Day

Uno de los detalles más llamativos de ‘Independence Day’ es que apuesta por el mayor realismo posible a la hora de abordar la invasión alienígena. Sé que esto puede parecer difícil de creer teniendo en cuenta muchas de las licencias que se toma el guion, en especial en lo relacionado con su tramo final, pero es ahí donde consigue una fuerza singular que le permite alejarse de muchos blockbusters que acaban siendo totalmente intercambiables entre sí.

Este aspecto es especialmente notorio durante todo el metraje que precede al -merecidamente- célebre plano en el que la Casa Blanca vuela por los aires. El libreto de Emmerich y Dean Devlin se centra entonces en el elemento humano, quizá no creando personajes especialmente memorables -y eso tampoco cambia durante su desarrollo-, pero sí con un mínimo de entidad para que el espectador pueda sentirlos como más cercanos.

Además, eso es algo que también afecta a los propios efectos visuales, ya que, debido en parte a que la tecnología aún no estaba debidamente desarrollada, se optó por la utilización de maquetas y réplicas hechas de forma minuciosa siempre que fuera posible, e incluso en la utilización del CGI se potenció primero eso y luego el sentido del espectáculo. Quizá por ello nunca llegue a saturar como sí sucede en la secuela, donde el agobio digital me sacó ya del todo de lo que sucedía en pantalla -que tampoco era especialmente interesante-.

Los altibajos del espectáculo

Independence Day Casa Blanca

De todas formas, sentar las bases con buen criterio, donde además también influye lo bien que se deja guiar Emmerich por el guion para crear una puesta en escena donde el suspense y la expectación nos llevan a querer ver qué es lo que van a hacer exactamente esos extraterrestres por mucho que nos lo olamos a un kilómetro de distancia, no es garantía de que el espectáculo vaya a ser consistente, y eso es algo que se deja notar en ‘Independence Day’.

Es ahí cuando entra en escena una mayor apuesta por el vigor visual para mantener embobado en la butaca a un espectador que por aquel entonces no estaba para nada acostumbrado a algo así. El problema es que eso ha cambiado hoy en día y solamente el cariño hacia la película, probablemente motivado por lo que significó para nosotros en su momento, hace que pasemos por algo el relativo hundimiento del guion, aún capaz de darnos algún buen momento, pero que, en líneas generales, tiende a fallar en todo.

Will Smith Independence Day

Eso es algo que Emmerich intenta enmendar a través de la puesta en escena y del carisma de algunos de sus protagonistas. En lo primero es evidente que él mismo ha superado lo exhibido aquí en varios de sus trabajos posteriores, pero pese a ello hay varias batallas aéreas que siguen funcionando bien y si uno se deja llevar sin pararse a pensar -algo complicado de forma total en un revisionado, ya que uno suele estar más atento a los detalles-, aún puede pasar un muy buen rato.

En lo concerniente a los actores, Will Smith exhibe su insuperable carisma –hasta sigue molando esa “flipada” que es cuando neutraliza a uno de los invasores y hasta lo muele a palos estando inconsciente-, pero sin saber muy bien aún cómo modularlo para aprovecharlo al máximo, siendo Jeff Goldblum el único que realmente puede intentar competir en eso con él aunque con armas diferentes -un cruce entre cínico y sabelotodo que ya explotó, y bastante mejor, en ‘Parque jurásico’ (‘Jurassic Park’)-.

Del resto del reparto conviene aclarar que no hay nadie que realmente llegue a restar como sí sucede en la secuela en los casos de Liam Hemsworth y Jessie T. Usher, pero en líneas generales tienden a pasar un tanto desapercibidos, en ocasiones por ese relativo realismo por el que apuesta la película, pero en otras incluso pueden llegar a resultar un poco ridículos, como ese ridículo discurso -aunque no tanto como la resolución que le dan a todo- que pretende ser épico dado por el personaje de Bill Pullman.

En definitiva, ‘Independence Day’ es una película que no ha envejecido del todo bien y a la que hoy es más fácil ver todas sus debilidades, pero también tiene una serie de virtudes que logran sostenerla y que ese absurdo que también hace acto de presencia no llegue a ser demasiado nocivo, permitiendo así que su visionado siga siendo aún una experiencia más o menos entretenida. Ya es mucho más de lo que puedo decir de su lamentable secuela.

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