El mundo se ha rendido a los pies de Pixar una vez más. 'Del Revés 2' ha revitalizado la taquilla, ha devuelto la ilusión a unos cines en coma y, además, ha conseguido que todas las dudas sobre el estudio, especialmente después de sus últimos estrenos, se disipen en cuestión de días. Todo esto es absolutamente cierto. Sin embargo, a nivel personal, no puedo negar la evidencia: salí profundamente consternado del cine y sin secundar prácticamente ninguna de las alabanzas hacia una cinta que se me ha hecho derivativa, genérica y repetitiva. Y, francamente, es una pena.
Ni del derecho ni del revés
No hace tanto, Pixar era considerado un estudio infalible, con una racha de películas casi perfectas que duró hasta 2011, cuando, después de encadenar 'Ratatouille', 'Wall-E', 'Up' y 'Toy Story 3', nos dejaron torcidos con el lanzamiento de 'Cars 2', que convertía la cinta de superación automovilística en una historia de espías y que, en su día, algunos intentaron maquillar engañándose a sí mismos. A día de hoy podemos ser claros al respecto: era mala con dolor.
El estudio dejó de ser una apuesta segura, y a lo largo de los últimos años ha mezclado obras maestras ('Luca', 'Coco') con entretenidas pequeñeces ('Lightyear', 'Elemental', 'Buscando a Dory'), secuelas poco inspiradas ('Toy Story 4', 'Los increíbles 2') y, directamente, películas que no había por dónde coger ('El viaje de Arlo', 'Cars 3'). En medio de esta incertidumbre, en 2015 nació 'Del revés', posiblemente la mejor película de los últimos 15 años de Pixar junto a la tercera parte de Buzz y Woody. Era original, compleja, cómica, familiar, dramática. Puro Pixar, puro cine, pura magia. ¿Cómo no iban a querer repetir la jugada?
Vaya por delante que 'Del Revés 2' no es, per se, una mala película. Todo lo contrario: es divertida, los personajes están bien construidos, la trama es correcta, los gags funcionan y la aventura nunca se encalla, aprovechando para dar una sabia moraleja sobre la adolescencia fiel a cualquier complejo libro sobre psicología. Pero es imposible no sentir, aunque sea entre la niebla y por mucho que nos haya gustado, que en el fondo solo vuelve a contar la primera parte otra vez, cambiando elementos aquí y allí. Y si este es el futuro que nos espera en Pixar, podemos echarnos a temblar.
Muchachada Ennui
'Del revés 2' no puede evitar tener ese toque de secuela del videoclub en la que los personajes vuelven a los mismos escenarios, transcurren por los mismos caminos y, realmente, lo que está en juego no es más importante que lo que ocurre en la cinta original. Riley evoluciona, sí, pero su historia en esta secuela no es, ni lejanamente, tan interesante o conmovedora: se trata de un simple vehículo para que los sentimientos vivan aventuras sin que su protagonista se juegue gran cosa a nivel personal. Por más que nos intenten vender que sí.
Es, en general, la sensación que me produjo toda la cinta: la de tratar de volar conscientemente más bajo que la anterior. Bingbong ha sido sustituido por nuevos personajes puramente cómicos (¡con unos gags fabulosos!) cuya presencia inicial es poco orgánica y bastante cuestionable, y, una vez perdido el factor sorpresa, no sabe hacerse única. De hecho, personalmente creo que no es capaz de dar en el clavo del todo a la hora de representar la salud mental, simplificándola y llegando a insinuar que ser adulto implica menor felicidad. Para muchos puede que haya acertado de pleno. Yo creo que se nota por todos los poros que esta ha sido una secuela obligada por Disney que han solventado como han podido.
Y me da un poco de miedo que este sea el futuro que nos espere en una empresa que siempre ha destacado por su innovación incluso en las secuelas. Quitando 'Buscando a Dory' y 'Los increíbles 2', todas han intentado hacer algo nuevo con sus personajes, aunque no funcionara (como en el caso de 'Cars 2'). 'Del Revés 2' tiene momentos absolutamente brillantes y pedagógicos, como ese fuerte de cojines destinado exclusivamente a dar exclusivamente posibles futuros negativos, pero, en esencia, el viaje de los personajes es abrumadoramente similar, casi un calco con papel cebolla que lleva a Alegría a las mismas conclusiones a las que ya llegó hace nueve años. Quieras que no, es desolador viniendo de una Pixar que antaño se vanagloriaba de su originalidad eterna.
¡Qué emocionante!
Por supuesto, gran parte del público ha sentido 'Del revés 2' como una buena sesión del psicólogo que ha desvelado sus vaivenes emocionales y les ha puesto cara y comportamientos. Desde luego, no es mi intención tratar de negarles esos sentimientos. Al fin y al cabo el cine está para eso, para disfrutar y compartir opiniones, y, con suerte, encontrarnos a nosotros mismos en una experiencia compartida única que te hace sentirte el verdadero protagonista. Ocurre pocas veces, pero, cuando pasa, la película se hace verdaderamente imprescindible.
Sin embargo -y pese a las sonoras carcajadas-, no pude evitar que Nostalgia, Tristeza y Ennui, por ponerlo en términos Pixar, se apoderaran de mi cabeza mientras trataba activamente de emocionarme por los partidos de hockey de Riley, las trastadas de Ansiedad y el road trip mental de las emociones originales, pero sin éxito. 'Del Revés 2' es, por pura definición, derivativa, una película familiar con la que poder explicar conceptos complejos a chavales pero que, al final, no deja de ser un triste y extremo más de lo mismo barnizado con nuevos personajes del estudio que parecía vivir en la eterna singularidad.
'Del Revés 2' es, para muchos, el renacer de Pixar. Personalmente creo que ya estábamos ahí desde el trío de películas que llegaron directas a Disney+ ('Red', 'Luca' y 'Soul'), y esta se me hace un gigantesco paso atrás, una película sin alma narrada desde un libro de psicología que no puede quitarse el sambenito de secuela obligada. No me malinterpretéis: es una buena cinta, con diseños increíbles, personajes acertados y que consigue tratar temas muy complejos de manera muy sencilla, pero, al mismo tiempo, la existencia de 'Del revés' la condena al infierno de lo derivativo, del más de lo mismo, de la eterna secuelitis. Y, desde luego, Riley no se merecía esto.
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