'Cuatro vidas', catacrash

'Cuatro vidas', catacrash
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'Cuatro vidas' es una muestra más de película coral, con varias historias en principio desconectadas, pero todas con algún elemento en común. Su director, el oriental Jieho Lee, quien debuta en el cine con esta película que, según algunas fuentes, tardó seis años en realizar. Tras semejante dato, y después de ver el film uno se pregunta por qué ha tardado tanto en culminar una obra que hace aguas por todos lados, su visionado es casi insoportable, y apenas nada queda tras su largo recorrido, y es que 'Cuatro vidas' se hace eterna dentro de una duración estándar.

El placer, la felicidad, el dolor y el amor son las cuatro emociones a las que se puede reducir la esencia de la vida. Esto es lo que dice un antiguo proverbio chino, sobre el cual se centra la película, y a partir del cual desarrolla, más mal que bien, una serie de historias protagonizadas por una serie de personajes, seres en cierto modo perdidos buscando siempre algo, y encontrándolo después de haber atravesado un angosto camino lleno de dolor. Y todo ello salpicado con unas gotas de thriller.

Un empleado de banca que busca desesperadamente una salida a su anodina vida; la mano derecha de un gánsgter, que puede ver el futuro de todo aquel que le rodea; una estrella del pop; un gánsgter al que llaman "el Dedos" y que tiene una particular forma de recordarle a sus morosos que le deben dinero; un médico enamorado de la mujer de su propio amigo, la cual se muere por no encontrar a un donante con su mismo tipo de sangre. Estos son los principales personajes que pululan por el universo, los universos, de 'Cuatro vidas'.

La intención de Lee de hablar de los cuatro elementos antes citados no está mal, pero todo suena muy artificial, muy pensado, casi mecánicamente, perdiendo toda la naturalidad y frescura que el film necesitaba para consumar con éxito sus intenciones. En muy pocos momentos podemos llegar a creernos todo lo que sucede en la película, y hay en ella cierta atmósfera casi onírica, irreal, que intencionada o no, no está para nada conseguida, precisamente por su quimérica construcción. Es muy probable que si nos hubieran presentado las distintas historias en bloques totalmente separados los unos de los otros, la cosa hubiera tenido más éxito, pero por querer cruzarlas todas, dando a entender que todo en este mundo está conectado (algo que nos han contado mucho mejor otras películas, como la solemne 'Magnolia' o la mágica 'Crash') pierden la posible esencia que cada una de ellas podría tener por solitario.

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Al igual que en los films corales más conocidos por la audiencia, 'Cuatro vidas' posee un elenco de actores famosos, aunque lamentablemente ninguno de ellos está entregado. Forest Whitaker parece perdido, como su personaje, y sale menos de lo que a muchos nos gustaría; Andy Garcia está pasadísimo de rosca como gánsgter duro y sin compasión; Emile Hirsch no sabe qué hacer con un personaje totalmente inútil, por mucho que no lo parezca; Brendan Fraser realiza la que probablemente sea su peor interpretación, que ya es decir, incluso el film parece centrarse demasiado en él y su "habilidad" que en realidad no sirve para nada más que para agobiarse, y la resolución de su historia provoca una incongruencia argumental de órdago; Sarah Michelle Gellar no pega ni con cola; y Kevin Bacon y Julie Delpy aparecen cuando ya estamos cansados de la película, terminando de redondear el artificio.

'Cuatro vidas' nos llegó con un año de retraso. Esta vez no importa, y dudo mucho que esté teniendo repercusión en nuestras carteleras, en las que por cierto, a partir de la semana que viene se producirá toda una eclosión de estrenos. 'The air I Breathe', que es el título original (sin comentarios) de este despropósito, se perderá en el olvido, y a nadie le importará.

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