'En Busca de la Felicidad', cuando el director es la estrella en la sombra

'En Busca de la Felicidad', cuando el director es la estrella en la sombra
Facebook Twitter Flipboard E-mail

Hoy se estrena entre nosotros 'En Busca de la Felicidad', el estreno americano del director italiano Gabriele Muccino, quien alcanzó bastante prestigio por ser el director de 'El Último Beso'. Y si hay algo en esta película con lo que la gente se quedará, y razones no les faltarán, es con la impresionante interpretación de Will Smith, quien muy merecidamente ha obtenido una nominación al Oscar a mejor actor por este trabajo. A pesar de que muchos espectadores tienen a Smith muy asociado a la hiperfamosa serie de televisión 'El Príncipe de Bel-Air', este actor ha demostrado en algunas ocasiones que es mucho más que el típico actor cómico al que le encanta hacer el payaso. Os recomiendo que le echéis un vistazo a la estupenda 'Seis Grados de Separación', en la que el actor está fantástico, y confirmaréis el buen actor que Smith lleva dentro. Algo que en el presente film demuestra con creces, ganándose enseguida la confianza del espectador, el cual se rinde a los pies de un personaje lleno de humanidad, al que acompañamos en su desgraciada "aventura" día a día. Smith hace todo un alarde de registros sin que asome ni lo más mínimo los típicos tics de este tipo de papeles y se caiga en el maniqueísmo o la sensiblería barata.

La historia está basada en un hecho real acaecido a principios de la década de los 80, cuando Chris Gardner hace todo lo posible para sacar a su familia adelante, pero día tras día ve como sus sueños parecen cada vez más imposibles. Su mujer le abandonará dejándole con su hijo, y él acepatará trabajar durante seis meses en una empresa haciendo prácticas, con la posibilidad de un empleo al final de las mismas. Durante ese tiempo, se las tendrá que ingeniar para solventar los enormes problemas económicos que tiene, viéndose obligado a dormir en baños públicos, o a veces en centros de refugio. Seguro que, con que os pongaís a pensar un poquito de nada, averiguáis en tiempo récord el desenlace de este culebrón.

Y aunque parezca que pueda decirlo peyorativamente, lo de culebrón es porque realmente su argumento es de tal especie. Lleva esa reconocible etiqueta de "basada en un hecho real", y su argumento no se diferencia apenas del del típico telefilm de los domingos, en el que a lo mejor pasan cosas mucho más dramáticas. Es el problema de las historias verídicas, sus adaptaciones cinematográficas suelen ser demasiado previsibles, y muy pocas veces se arriesgan a hacer algo distinto en el tratamiento. Muchos directores piensan que al contar un enorme dramón que sucedió en la realidad, y se lo pone al espectador al principio de la película con letras bien visibles, éste se encontrará lo suficientemente concienciado como para disfrutar del film.

Y a pesar de que la historia en sí es mínima y demasiado tópica, Gabriele Muccino logra apartarse un poco de todo lo típico y no carga las tintas en aquellos momentos que en manos de otro director serían "las escenas más empalagosas del año". Y hay que reconocer que esta película tenía todos los números para caer en ese error. Muccino logra no hacerlo con una contenida dirección, que se beneficia de una excelente ambientación de los años 80, reflejados en algunos toques originales en el guión, como por ejemplo, el uso del famoso cubo rubik, que permite definir un poco el personaje central, y provocar cierta situación que para nada resulta forzada, y que será esencial para el devenir de los acontecimientos. Además, el director usa una música, compuesta por Andrea Guerra, que a muchos les parecerá horrrorosa pero que a mí me ha parecido fantástica, y que la ha utilizado muy bien, dotando algunas secuencias de cierto carácter casi mágico, por así decirlo. Y es que el director tiene una extraña habilidad para pasar de lo mágico a lo trágico en un sólo cambio de plano. Al respecto citar la maravillosa secuencia que va desde el andén del metro hasta los lavabos públicos del mismo.

Así pues, considero que el director es quien ha puesto mayor mpeño en apartarse de lo de siempre, pero se ve eclipsado por una grandísima intepretación de su actor principal, que probablemente hubiera estado igual de fantástico si se tratara de un telefilm al uso. Will Smith se cubre de gloria, aguanta con todo el peso de la película, y desprende un enorme carisma y una enorme complicidad con el resto de compañeros de reparto, desde una desmejeroda Thandie Newton, que también está muy bien, hasta la perfecta química que tiene con su hijo en la vida real, y que también intepreta a su hijo en el film, el actor Jaden Smith. Evidentemente, lo de la química entre estos dos no puede tratarse como si fuera algo increíble, por razones más que evidentes.

Mientras veía la película me venía a la mente, aquella obra maestra de King Vidor titulada 'Y el Mundo Marcha', con la que el film de Muccino guarda algunos paralelismos, sobre todo en lo que respecta a la parte de padre e hijo intentado sobrevivir en el mundo. Luego, las intenciones son completamente distintas, además el film de Muccino no puede irse por las ramas, ya que tiene una historia verídica a la que ceñirse. El film de Vidor, por otro lado, es uno de los más tristes de cuántos se hayan realizado, dejando al espectador literalmente fulminado al final del mismo.

Una correcta película, cuyo mayor defecto es lo esquemática que es su historia, pero que gracias a la labor de un adecuado director, y Smith, logra apartarse lo suficiente de lo que ya hemos visto en un sinfín de ocasiones. Y por momentos transmite una gran emotividad, sobre todo en el clímax del relato, quizá el momento con más peligro de caer en la sensiblería, pero que está resuelto con una sencillez aplastante, logrando emocionarnos aún sabiendo lo que va a suceder.

En Blogdecine:

Comentarios cerrados
Inicio