'Fast & Furious 5', aparatosa bobada

'Fast & Furious 5', aparatosa bobada
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Pienso que lo que la mantiene es que realmente no va sobre coches. En el fondo, ‘Fast & Furious’ va sobre la familia y cómo se crea.

(Justin Lin)

Está demostrado que hay gente que confunde la cantidad con la calidad. También en el cine. Mucha gente. Y por eso triunfan cosas como la saga ‘Fast & Furious’, o las películas de Roland Emmerich y Michael Bay, entre otros nefastos realizadores. Hay quien se escandaliza y se irrita cuando uno de estos productos tiene éxito, y lo entiendo, todos hemos tenido la (necia) sensación de ser un oasis de buen juicio en un desierto de cafres; pero hay que tener muy claro que el cine no es eso que te gusta a ti, y ya está. Puede valer para ir de listo por la vida, y mucha gente lo usa para pasar el rato, decidiendo lo que a ver simplemente ojeando los carteles justo antes de comprar la entrada. Gente que sabe mucho (abogados, informáticos, profesores…), pero de cine ni pajolera idea, y bien felices que son cuando se sientan a ver una película de las que le gustan, de esas que se limitan a seguir las reglas y los tópicos que les agradan. Para una gran cantidad de espectadores, la clave está en la acción constante, en que pasen muchas cosas (la coherencia no importa), frenéticas persecuciones, grandes explosiones, algún morreo o escena de cama ocasional, y actores guapos que hablan lo mínimo, las tres o cuatro frases necesarias para quedar retratados: el tipo duro, el gracioso, el malo, el traidor, la chica buena, la chica mala…

En resumidas cuentas, hay bastante gente (espectadores masculinos en general) que se contentan con cuatro ingredientes básicos: tiroteos, coches volando por los aires, tíos dándose hostias y chicas luciendo su físico. A mayor ración, mayor satisfacción. Los responsables de ‘Fast & Furious 5’ (‘Fast Five’, 2011) lo saben y pueden presumir de haber recaudado cerca de 600 millones de dólares en todo el mundo; fue número de la taquilla en Estados Unidos y en España, entre otros países. Y la sexta entrega ya está en camino, se anuncia en una escena incluida durante los créditos finales de este insulto al buen cine de acción, al que pertenecen títulos como ‘A Better Tomorrow’ (‘Ying hung boon sik’, 1986), Jungla de cristal’ (‘Die Hard’, 1988), ‘Terminator 2’ (1991) o ‘Ronin’ (1998), por si alguno quiere hacer los deberes. Decía antes que hay un público para esto, lo mismo que lo hay para las cursiladas románticas, independientemente de que metan vampiros, hombres lobo, alienígenas o políticos honrados en su previsible trama, pero eso no quita que sean churros fabricados en cadena, sin calidad. Es como ir a un MacBasura o a un Traga-lo-que-puedas-que-es-barato, y pensar que se está comiendo bien. ‘Fast & Furious 5’ no es un gran espectáculo. Hay mucha acción, pero es absurda, repetitiva y torpe, mal rodada.

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El director Justin Lin y el guionista Chris Morgan repiten colaboración en esta quinta entrega, tras trabajar juntos en ‘A todo gas: Tokyo Race’ (‘The Fast and the Furious: Tokyo Drift’, 2006) y ‘Fast and Furious: Aún más rápido’ (‘Fast & Furious’, 2009). La historia de ‘Fast & Furious 5’ se retoma donde quedó la anterior, con la delirante fuga de Dom Toretto (Vin Diesel, terriblemente acomodado en dos expresiones: muy serio o muy feliz), que tras asegurar que se había hartado de huir, se lo pensó mejor y se dio cuenta que todavía le quedaban ganas de correr un poco más; tiene suerte de ser un supermacho, porque la manera que tienen de liberarlo es la misma que suelen usar en películas como ésta para acabar con los malos (claro que éstos tienen la manía de conducir coches fácilmente inflamables). Pero los disparates solo acaban de comenzar, quedan más de dos horas por delante. El ex agente federal Brian O´Conner (Paul Walker, tan carismático como un muñeco de cera) y su novia Mia Toretto (Jordana Brewster, florero nº1) son ahora fugitivos de la justicia que viajan a Río de Janeiro para reunirse con Dom y Vince (Matt Schulze, siempre enfadado), que según el momento es un traidor o un amigo del alma, y cuyo desenlace no puede importar menos (la parte de la promesa es de auténtico cachondeo).

Vince es solo uno de los personajes secundarios de la saga que regresan en esta secuela, junto a Tej (Ludacris), Roman (Tyrese Gibson, que rodó ésta y la tercera de ‘Transformers’ al mismo tiempo), Han (Sung Kang), Tego (ídem) y Gisele (Gal Gadot, florero nº2), sin contar los dos que aparecen en la ya mencionada escena de los créditos (que al parecer causa ataques de asma en los fans). Las novedades son el agente Luke Hobbs (Dwayne Johnson, cuya preparación para el papel fue ganar 15 kilos de músculo), el mafioso de turno (Joaquim de Almeida, sin despeinarse) y Elena Neves (Elsa Pataky haciendo de policía brasileña, florero nº3). La excusa para reunir a “la familia” de ‘Fast & Furious’ es un complicado robo calificado en la película como “misión monstruosamente enferma”, que requiere de la total compenetración y la extraordinaria habilidad de un equipo dispuesto a todo por un botín de 11 millones de dólares por cabeza (”Eso me suena a mucha actividad vaginal“, suelta uno de ellos). Aunque sea previsible el desenlace, es esencial que los personajes tomen conciencia del reto, sientan la extrema dificultad de cada paso del plan y superen conflictos cada vez más complicados. Aquí pasan olímpicamente de eso. El vago guionista se limita a tirar de tópicos y ases sacados de la manga (en un segundo consiguen una réplica exacta de la enorme y sofisticada caja fuerte que desean abrir), mostrando siempre confiados a los protagonistas, más fuertes, rápidos, resistentes, inteligentes, ingeniosos, y afortunados que sus rivales.

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La gran estafa de la película es el descafeinado enfrentamiento entre Diesel y “La Roca”, despachado con prisas, mucho movimiento de cámara y poca luz, en una sola escena que ni de lejos aprovecha el potencial de dos de las mayores estrellas del género. Otro de los fracasos es el superficial y desaprovechado retrato de la ciudad de Rio de Janeiro (por supuesto hay planos aéreos del Cristo Redentor), donde tienen lugar las demenciales aventuras de este puñado de chulos y “modelos” (ojo al destino de todas la mujeres que aparecen en el film). Tras lo visto en las crudas y enérgicas ‘Ciudad de dios’ (‘Cidade de Deus’, 2002) y ‘Tropa de élite’ (‘Tropa de Elite’, 2007), es de lo más lamentable la manera en la que Lin introduce la cámara en las favelas y presenta a sus habitantes, su estilo de vida y su corrupto sistema, pretendiendo dejarnos asombrados con la planificación de aparatosas persecuciones y mareantes tiroteos, torpes secuencias montadas a partir de cientos de trozos que hacen imposible saber de dónde vienen los disparos o quién persigue a quién. Pero para caótica, boba y desesperante la secuencia del clímax, o cómo destrozar edificios y coches sin que importe lo más mínimo (producto de la saturación), con un peculiar “remolque” que parece estar vivo. Los 130 minutos de ‘Fast & Furious 5’ no ofrecen otra cosa que un tedioso, inverosímil y repetitivo espectáculo mal entendido, sin pies ni cabeza, sin personajes, sin alma, sin ritmo, sin imaginación; a su lado, otro blockbuster de idéntica duración como ‘X-Men: Primera generación’ (‘X-Men: First Class’, 2011) es una auténtica maravilla, Cine con mayúsculas.

0,5

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