'Gigantes' no es el gran regreso de Enrique Urbizu que esperábamos: entretiene pero no aporta nada destacable al género criminal

'Gigantes' no es el gran regreso de Enrique Urbizu que esperábamos: entretiene pero no aporta nada destacable al género criminal

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'Gigantes' no es el gran regreso de Enrique Urbizu que esperábamos: entretiene pero no aporta nada destacable al género criminal

Para su nuevo trabajo, 'Gigantes', Enrique Urbizu repite fórmula de la suerte con su guionista de cabecera (Michel Gaztambide) y su actor fetiche (José Coronado), formando de nuevo el triángulo glorioso con el que cosechó su mayor éxito, 'No habrá paz para los malvados'. Eso fue en 2011, y desde entonces el concepto de thriller, la corrupción, la mafia y los malos han cambiado mucho en el cine español.

La televisión, con la llegada de nuevas plataformas productoras y una inyección de medios para nuevas posibilidades creadoras, también está cambiando mucho y en ese proceso, Movistar+ con Urbizu va a por la apuesta segura. Apuesta sobre seguro para resultados discretos.

'Gigantes': convecional mezcla narcotráfico, choque de clanes y tragedia romántica

'Gigantes' sigue las idas y venidas, alianzas y traiciones de una familia mafiosa de traficantes de Madrid, encabezada por un despiadado capo, Abraham Guerrero, que no es otro que José Coronado en su papel de MUY malvado, que no da paz ni a enemigos ni a amigos. Un rol concebido de forma excesiva y algo tópica dentro del imaginario de gangsters ya de sobra conocido.

Sus tres hijos, huérfanos de madre casi desde la cuna, siguen sus postulados sin chistar, evitando así la ira del "viejo", cruel por principios. Tomás (Daniel Grao), con su matrimonio controvertido encabeza la resistencia en la sombra, que dará paso a un relevo generacional inevitable, en liza constante por el trono con Dani (Isak Férriz), el Guerrero mayor del clan. Como tercero en discordia, Clemen (Carlos Librado, “Nene”), el menor de la tribu, peleón y boxeador de vocación.

En el otro lado del ring, un clan de gitanos del barrio. Al sur, los lobos, y girando en torno al clan Guerrero, italianos y colombianos. Y en medio del fuego cruzado, el amor trágico, conflictos de raza, paraísos fiscales, políticos corruptos y polis pisando los talones. Hay de todo en este cóctel.

Pronto queda claro que estamos ante una serie de mafia y traición al uso. 'Gigantes' comienza de manera intrigante y con una puesta en escena espectacular para dar paso, poco a poco, a convenciones que acaban agotando la fórmula.

Dos generaciones en lucha, el peso de lo viejo en las nuevas formas

Gigantes 2

Sostenida por un puñado de caras conocidas y algunas nuevas, que se unen al reparto para aportar un necesario soplo de aire fresco, 'Gigantes' gira su trama en torno a la sombra del fantasma del capo Guerrero, que desaparece tras pocos minutos de metraje, y de cuya presencia resulta difícil desprenderse.

Una decisión arriesgada, especialmente por el tremendo peso de este personaje excesivo, destinado a intensificar la brecha entre dos generaciones, dos visiones de negocio diferentes, los gangsters de manual del siglo pasado y sus nuevas imaginativas versiones, lo viejo y lo nuevo, la tele de hace una década y la de las nuevas vías.

Como Coronado en el clan Guerrero, la sombra de la ficción más tradicional planea con fuerza sobre esta historia de producción propia del nuevo formato. A pesar de cumplir la función de la tele como entretenimiento, de forma dinámica y visualmente adaptada a las nuevas formas, 'Gigantes' evidencia que la influencia de los viejos usos pesa todavía demasiado en la pequeña pantalla, especialmente en un género ya desarrollado casi hasta la excelencia durante la última década.

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