John Carter de Disney

John Carter de Disney
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Cuando te vi, creí que era una señal de que algo nuevo podría llegar a este mundo…

(Tars Tarkas)

Antes de ‘Star Wars’, antes de ‘Avatar’, existió ‘John Carter’. Con ese rotundo eslogan trató a última hora la todopoderosa Walt Disney Pictures de arrastrar a las masas a las salas de cine, de manera desesperada, cuando ya se hablaba con seguridad de un fracaso en taquilla. Reaccionaron quizá tarde, después de que un tráiler montado por fans, y apoyado por el director Andrew Stanton, dejara en evidencia al departamento de marketing de la compañía, incapaz de convertir el estreno de la película en un acontecimiento. Desde luego, algo ha fallado, y de manera grave, a la hora de presentar esta superproducción en (falso) 3D que ha costado en torno a 250 millones de dólares (cifra considerada como oficial), no es normal que ante su inminente llegada a las carteleras la reacción general del público se balanceara entre la duda y la indiferencia. Ni rastro del desmedido entusiasmo que suelen despertar los blockbusters, como las reacciones que ha provocado el último tráiler de ‘Prometheus’, por citar un ejemplo reciente.

‘John Carter’ debía haberse convertido en el primer gran éxito comercial de 2012, en un fenómeno popular, en el nuevo producto favorito de legiones de jóvenes y geeks de todo el mundo, tenía todos los ingredientes para lograrlo, pero no será así, lo más probable es que se la recuerde como uno de los estrenos más decepcionantes de este año. Gracias a la potente maquinaria publicitaria, la masiva distribución de copias (más de 600 en España) y el sólido apoyo de un sector de la crítica, supongo que en Disney podrán recuperar la elevada inversión realizada y poner en marcha la ya anunciada segunda parte, pero el resultado quedará lejos de lo que cabía esperar cuando se comenzó a gestar el proyecto, resucitado en 2007 gracias a la pasión de Stanton; desde los años 80, realizadores como John McTiernan, Robert Rodriguez o Jon Favreau fracasaron intentando adaptar al cine la obra de Edgar Rice Burroughs. Cien años después de su aparición en las páginas de la revista pulp ‘The All-Story’ como protagonista de una historia inicialmente titulada ‘Bajo las lunas de Marte’, las aventuras de John Carter llegaron por fin a la gran pantalla. ¿Demasiado tarde? Eso parece…

Una escena de John Carter dirigida por Andrew Stanton

John Carter de Marte vio la luz en 1912 y las once novelas de la serie marciana de Burroughs (padre de ‘Tarzán’) inspiraron a innumerables autores de historias fantásticas, su influencia queda patente en creaciones tan populares como ‘Superman’, ‘Flash Gordon’, ‘La guerra de las galaxias’ (‘Star Wars’) o ‘Avatar’, entre otras. De su imaginativo trabajo han partido prácticamente todos los que han narrado alguna historia épica espacial; John Carter fue el primer héroe interplanetario y el primer superhéroe. Pero la adaptación cinematográfica de Disney nos llega a principios de 2012, después de todas esas otras películas que han bebido del clásico de Burroughs, que se han servido de sus ideas, situaciones, personajes y escenarios, hasta gastarlos, hasta convertirlos en clichés. Lamentablemente, ‘John Carter’ se ha estrenado ahora que estamos hartos de que George Lucas explote su saga galáctica y tres años después de que James Cameron reventara las taquillas con una historia similar al relato marciano. El John Carter literario fue original, fresco, extraño y asombroso; el John Carter cinematográfico no lo es, casi todo lo que ofrece lo hemos visto antes, y la sorpresa solo puede ser fingida (o fruto de la incultura, claro). Treinta años atrás, cuando Tom Cruise iba a ser Carter, el público no estaba tan saturado y el film podría haber logrado mayor impacto.

Tras una introducción donde se nos aclara que el exótico planeta Marte concebido por Burroughs, bautizado como Barsoom, es radicalmente diferente al auténtico, que hay vida y oxígeno, arranca ‘John Carter’ con una secuencia de acción donde nos presentan a dos de los villanos de la trama, Sab Than (Dominic West) y Matai Shang (Mark Strong). La pieza impresiona, aunque solo sea porque el film acaba de empezar y ya tiene lugar una intensa batalla, pero desde este mismo principio uno no puede evitar sentir que le están contando algo que ya conoce, con otro envoltorio y otros disfraces. La sensación no desaparecerá, se mantendrá hasta el final y es posible que muchos espectadores desconecten de la narración por este motivo, incapaces de implicarse emocionalmente con una fórmula manida, llena de tópicos y diálogos que hemos oído mil veces. Para muchos, éste será el mayor problema de la película. No lo es. Debería dar igual que el combate de las naves marcianas se pareciera aún más al principio de ‘La guerra de las galaxias’ o ‘Star Trek’, ¿acaso no emociona y entristece el final de ‘El imperio contraataca’ cada vez que lo vemos, sabiendo que todo se solucionará? El problema no es la falta de originalidad, es el enfoque de superproducción industrial, plantear ‘John Carter’ como un rentable espectáculo de masas, la sucesora de ‘Piratas del Caribe’ o ‘Prince of Persia’ en lugar del ingenuo, salvaje, arrollador y romántico relato de aventuras que debía ser.

Los simios blancos de Marte y John Carter

Desconozco hasta qué punto ha influido el estudio en el guion (firmado por Stanton, Mark Andrews y Michael Chabon, basado sobre todo en ‘Una princesa de Marte’) y el montaje definitivo, pero sospecho que han tocado bastante con el objetivo de hacer la película más comercial y digerible. Hay decisiones narrativas que no parecen propias del director de ‘WALL·E’. Por ejemplo, chirría bastante el inicio del film, presentando al espectador varias líneas espaciotemporales; al prólogo le sigue un combate en el planeta rojo, luego en la Tierra vemos que Carter (Taylor Kitsch) envía un telegrama a su sobrino (Daryl Sabara dando vida al mismísimo Edgar Rice Burroughs), que tras descubrir que ha heredado una fortuna se pone a leer el diario de su tío, revelándonos así todo lo que ocurre en Marte, siendo éste el verdadero comienzo de la película. Bastante farragoso. Es continuo el desafortunado desplazamiento del punto de vista, uno de los mayores errores en los que puede caer un cineasta, o al que se le puede arrastrar por la presión de recuperar un colosal presupuesto. El espectador debería compartir el viaje de Carter, su asombro y su progresión anímica, pero en lugar de eso se le lleva a presenciar un (potente) espectáculo de acción y efectos visuales salpicado de humor infantil y romance barato. Parece evidente que ésa fue la apuesta de Disney, y salimos perdiendo.

Pero ‘John Carter’ no es un fracaso. Quizá lo sea económicamente pero desde luego no lo es narrativamente. Tiene mérito el trabajo de Stanton, considerando las circunstancias, se nota su talento en la puesta en escena y su pasión al recrear el universo ficticio de Burroughs. Atención a la escena de Carter masacrando marcianos mientras recuerda su trágico pasado; puro cine. Según he leído, si no arrancó antes el proyecto fue por esa excusa tan sobada de que la tecnología no había avanzando lo suficiente. Y yo me pregunto qué habría pasado con el género fantástico si todos hubiesen dicho lo mismo, esperando a que los ordenadores lograsen crear criaturas extraordinarias que pareciesen reales, por no hablar de la opción de hacer una película de animación, sin tantas limitaciones como en la acción real. Precisamente Stanton proviene de Pixar, sus anteriores largometrajes son animados (‘Bichos’, codirigida junto a John Lasseter, ‘Buscando a Nemo’ y ‘WALL-E’), y estoy convencido que habría realizado una mejor adaptación en ese formato. No es casualidad que los seres digitales, como Woola o los Tharks (a los que prestan voz y movimiento Willem Dafoe, Samantha Morton o Thomas Haden Church), resulten más creíbles que los intérpretes de carne y hueso.

Lynn Collins y Ciarán Hinds en una escena de John Carter

El proyecto de estrella que es Taylor Kitsch (pronto volverá a las carteleras con otra superproducción, ‘Battleship’) cumple en la piel del protagonista, ese solitario harto de la guerra que redescubre la vida y el amor en Marte (en algún momento debería preguntarse si no está alucinando, cambiando a los norteamericanos por marcianos y a los indios por gigantes verdes con cuatro brazos). Tampoco fallan los demás actores (Lynn Collins, Ciarán Hinds, James Purefoy o Bryan Cranston) pero ninguno aporta nada especial, podrían haber sido sustituidos y no se notaría diferencia, seguramente a causa del mejorable guion y las constantes pantallas verdes, que deben restar magia durante el rodaje. La música de Michael Giacchino es una gozada (¿con rastros de ‘El planeta de los simios’?) y los efectos visuales son impresionantes (los monstruos marcianos parecen auténticos), maquillando la torpeza de Stanton en las escenas de lucha, donde cuesta ver qué está pasando y quién está ganando. Cameron no fue muy original con la historia de ‘Avatar’ pero es un maestro filmando acción y en ese terreno tiene mucho que aprender el director de ‘John Carter’. No ayuda que el protagonista resulte prácticamente invencible o que su gran misión sea… ¡evitar una boda! Pero así es la película. Irregular, amorfa, encadenada por las intenciones comerciales de Disney pero capaz de dar algunos saltos maravillosos que invitan a soñar. No sé si veremos algún día la adaptación de ‘Los dioses de Marte’ pero si se hace, con Stanton, me apunto.

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Otra crítica en Blogdecine: ‘John Carter’, misión marte: protocolo avatar

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