'La soledad', la sencillez que paulatinamente va emocionando

'La soledad', la sencillez que paulatinamente va emocionando
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Ya desde mucho antes de que ganase sus tres Goya, tenía pendiente ver 'La soledad'. Incluso mencioné en mi entrada sobre lo mejor del 2007 que sabía que se trataba de una de mis lagunas y que probablemente merecería aparecer en la lista si la hubiese visto. Por fin he cumplido. No sé si en la lista de las diez mejores películas del año pasado, pero sí que estaría entre las tres o cuatro mejores españolas de 2007, siempre según mi opinión.

Jaime Rosales, director de 'Las horas del día', ha dirigido a Petra Martínez, Paloma Mozo, Miriam Correa, María Bazán, Nuria Mencía, Carmen Gutiérrez, José Luis Torrijo, María Bazán, Pep Sais y Roberto Mori. Adela, que se ha ido a vivir a Madrid con su hijo de un año y medio, comparte piso con Inés, que es hija de Antonia, dueña de una pequeña tienda de ultramarinos. Inés tiene dos hermanas y a una de ellas, Nieves, le diagnostican un cáncer. Otra de chicas, Helena, le pide a su madre un préstamo para un piso. Aunque al principio Antonia se lo niega, al final accede a vender la casa en la que vive para que su hija pueda comprarse un apartamento en la playa de máximo lujo. Esto enfada a Inés, que considera el gesto egoísta por parte de Helena.

Se ha hablado de 'La soledad' por su acercamiento que roza lo experimental. Los planos compuestos con absoluta frontalidad y sostenidos un largo tiempo, el alejamiento de la cámara con respecto a los personajes y las divisiones de pantalla son marcas de estilo propias de una película no narrativa destinada a ser expuesta en galerías de arte. Y, a pesar de todo eso, lo mejor de 'La soledad' son las emociones, pues son éstas las que finalmente la convierten en una gran película. Pero no se puede separar una cosa de la otra. Incluso lo que más se podría considerar difícil de la película, en cierto modo, contribuye a que en su parte final funcione. Comienza de manera muy radical, con esos planos que os describía y con un inicio larguísimo, que hace que pase casi una hora hasta que ocurre algo que no quiero contaros. Es obvio que se podría haber recortado metraje de este tramo, sin embargo, gracias a que dura tanto, entras en ese estilo y llegas a pensar que eso es todo lo que va a haber. Así, cuando ocurre, si no se sabe de antemano, la sorpresa es mayúscula.

A partir de ese momento, la película se percibe de otra manera y de repente estamos metidos en las vidas de esas personas. La autenticidad de las situaciones es mayor que la de casi cualquier film. El hecho de que las actrices sean muy poco conocidas ayuda a que parezca que estamos viendo a personas del mundo real. Sus diálogos son perfectamente creíbles y la forma en la que los interpretan es muy de verdad. Además de eso, los problemas son fácilmente extrapolables a los propios, pues cualquier persona que tenga hermanos o hermanas seguro que encuentra conocidas algunas de las discusiones.

Aunque todos los actores y actrices están perfectos y sumamente auténticos en 'La soledad', sobresalen Sonia Almarcha, que interpreta a Adela, porque de ella es de quien más escuchaba sus frases como si estuviese hablando con alguien en la vida real, tanto que hasta en muchas ocasiones sentía el impulso de responder. Petra Martínez, que hace de madre de las tres mujeres, actúa de forma tan soberbia que crea un personaje enorme, con algunas respuestas casi cómicas y con una abnegación tal que es imposible no sentir lástima por ella e impotencia ante el abuso que ejercen, de forma muy suave, pero hiriente, sus hijas sobre ella. De nuevo estas cuestiones se pueden extrapolar y 'La soledad' no consigue que te emociones únicamente por lo que estás viendo, sino que empieces a pensar en tu propia vida y en tus familiares y no puedas evitar reflexionar.

Por lo tanto, una película que aparentaba ser sumamente fría, en su parte final te llega muy adentro. Y, como decía en la introducción, el tratamiento estético, aunque parezca que es contrario a lograr esto, ayuda mucho. Estos tiros de cámara tan extraños sirven para que parezca que nos estamos colando por una ventana en las vidas ajenas. La pantalla partida nos aporta los sentimientos de los dos personajes en un solo encuadre, además de que genera espacios nuevos, crea distribuciones de hogares imposibles, pero hace que parezcan normales logrando que, en ocasiones, apenas se perciba el la división. Gracias a la teórica distancia, vemos sufrimiento, pero sin melodrama, sin aspavientos, sin exageraciones. Así 'La soledad' alcanza la sobriedad, que es otra de las virtudes que la convierten en una buena película.

Concluyo aquí la crítica diciendo que es una película que puede parecer difícil y radical en un primer momento, incluso llegar a aburrir mucho; pero que si se entra en ella y en las emociones de los personajes que presenta, tiene una enorme habilidad para calar muy hondo.

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