Lo que no se ve es lo que no hay

Lo que no se ve es lo que no hay
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A principios del verano pasado llegó a nuestras carteleras 'Lo que no se ve' ('The Invisible', 2007), película que el próximo día 23 saldrá a la venta en dvd. Casi nadie se enteró de que se había estrenado, muy probablemente porque su paso por nuestros cines fue fugaz y silencioso, y eso que la lanzaron con frases promocionales que aludían al megahit 'El Sexto Sentido' (¿he dicho alguna vez que esta película me parece una absoluta obra maestra?), pensando que tal vez eso arrastraría a los espectadores a los cines, esos lugares a los que cada vez acude menos gente.

Como en su momento se me escapó, decidí rescatarla en dvd hace pocos días para comprobar si me había perdido algo interesante. Y la verdad es que interesante es su propuesta, nada más, pero como ocurre con infinidad de películas con propuestas interesantes, la cosa se queda ahí, sin que su guionista o director sea capaz de llevarlas más allá o desarrollar ciertas ideas con algo de garra o buen hacer. Debí pensármelo mejor al saber que David S. Goyer es su mayor artífice, porque este señor creo que lo único bueno que ha hecho es ciertos guiones para DC y guionizar una de las películas más olvidadas y menospreciadas de la década pasada: 'Dark City'.

Como director, Davis S. Goyer no da una. Después del enorme fiasco que supuso la tercera entrega de Blade, decidió volver a probar suerte detrás de la cámara con esta extraña mezcla de thriller y drama en el que los buenos sentimientos tienen también cabida, pues al tratar temas sobrenaturales que lidian con el más allá, no podían faltar. Y moraleja, mucha moraleja, pero metida a calzador al final de la película, cuando ésta da un vuelco total y nos habla de otra cosa totalmente distinta. Y es que 'Lo que no se ve' trata de muchas cosas y no trata de nada. Empieza como cualquier comedieta estudiantil con chicos con problemas, unos más y otros menos, sigue como thriller sobrenatural, y termina como dramón sobre la familia, la comprensión, las segundas oportunidades, el conocer verdaderamente a la gente, y muchas cosas más, pero tan mal mezcladas que no interesa ni lo más mínimo.

Ni siquiera, cuando la película aporta su apunte más interesante: qué pasa antes de morir del todo, ésta se arriesga o explora con interés ese campo, en el que podían haber dejado volar la imaginación. Al contrario, todo suena a ya visto, y además incide en ciertas resoluciones argumentales totalmente erróneas, como todos los instantes en los que el joven protagonista parece hacer algo (y vemos cómo lo hace), pero resulta que no es así porque está a punto de morir y casi no existe. De repente, el film decide dejar todo eso de lado, y centrase en el personaje femenino, problemático hasta la médula, en lo que parece un drama social totalmente descafeinado y soporífero, donde para colmo de los colmos nos enteramos de que ella "le oye". ¿Por qué? como no le importa a nadie, se habrá dicho el guionista, pues a no explicarlo. En esta parte se sugiere también una historia de amor, pero ya era demasiado y tal vez por eso no profundizaron en el tema.

En cuanto a los actores, Justin Chatwin se limita a ser un niño mono y pasearse perfectamente despeinado para lucir cara guapa. Su partenaire femenina se lo curra un poco más, la desconocida Margarita Levieva se entrega con algo más de pasión a su rol, la complicada mujercita metida en líos con la policía y con todo el que le rodea, incluido el personaje central al que le une la propuesta argumental más disparatada vista en años. Levieva es mucho más interesante en la primera parte del film que en la segunda, cuando empezamos a descubrir demasiadas cosas sobre su personaje. Marcia Gay Harden pone algo de veteranía al asunto como la fría madre de nuestro protagonista, pero no tiene demasiadas oportunidades de lucirse por lo mal tratado que está su personaje.

Una mala película que parece un refrito de otras muchas, realizado sin pasión ni interés. Incluso cuando intenta navegar por los parámetros del cine de terror el film patina de lo lindo, y es que ese continuo vaivén entre géneros le hace un flaco favor, y todo porque Goyer no maneja absolutamente ninguno. De donde no hay no se puede sacar.

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