'Mi otro yo', la insípida mujer duplicada

'Mi otro yo', la insípida mujer duplicada
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Son muchos los cineastas que han mostrado su interés por las historias de doppelgängers, un tipo de relato muy potente tanto desde el punto de vista argumental como interpretativo, ya que permite a su protagonista mostrar todo su talento dando vida al mismo tiempo a dos personajes idénticos físicamente, pero normalmente muy diferentes en el plano emocional. Bien reciente tenemos aún 'Enemy' (2013), fascinante película de Denis Villeneuve de la que os hablé hace bien poco y que se ajusta como un guante a lo dicho líneas atrás.

Sin embargo, las inquietudes y el estilo del principal responsable de cada obra acaban siendo decisivas en el resultado final de la película y no tengo problemas en reconoceros que mi interés hacia el cine de Isabel Coixet nunca ha sido demasiado alto. Esperaba que eso cambiase con 'Mi otro yo' ('Another Me', 2014) gracias a las particularidades de su historia, pero la indiferencia que sentí fue similar a la decepción que me produjo ver cómo se desaprovechaba un material a priori tan interesante como este.

'Mi otro yo', fallido suspense emocional

Los sentimientos de sus protagonistas han sido desde siempre lo que ha interesado más a Isabel Coixet, una decisión loable en tiempos en los que los personajes cada vez están más condenados a ser un mero recurso para contarnos una historia mejor o peor. Menos estimulante me ha parecido siempre su tendencia a las sobrecargas dramáticas en las que parece que todo lo que rodea a los personajes sea irrelevante más allá de su necesaria presencia para justificar su estado emocional, que es precisamente lo que pasa en 'Mi otro yo'.

Uno de los aspectos que Coixet suele cuidar más en su cine es la puesta en escena para así conseguir una inmersión total de aquellos espectadores que quieran pasar por alto las limitaciones habituales de sus guiones y prefieran disfrutar de su tono cercano a cierto tipo de cine indie americano. Eso no sucede aquí, ya que incurre en recursos burdos para intentar potenciar la parte de suspense de la historia, aniquilando así cualquier posibilidad de interesarnos en un relato que avanza a trompicones y se resuelve de forma insatisfactoria al no ofrecernos nada que no hayamos visto en otras ocasiones y casi siempre mejor expuesto.

La directora catalana intenta en todo momento vincular los vaivenes emocionales del personaje interpretado por Sophie Turner con el progresivo avance de ese doble suyo que amenaza con apoderarse de su vida, pero hay varias subtramas, en especial la relacionada con los problemas sentimentales entre sus padres, que se convierten en estorbos superficiales en lugar de añadir más aristas dramáticas a la historia central. De hecho, el resultado es que nada se desarrolla de forma satisfactoria y los pocos detalles interesantes a nivel argumental se pierden en un mar de mediocridad.

Tampoco los actores dan la talla

Sophie Turner en

Coixet ha conseguido reunir a un reparto bastante llamativo en 'Mi otro yo', destacando quizá el hecho de que sea el primer trabajo en la gran pantalla de Sophie Turner, a quien muchos conoceréis como la Sansa Stark de 'Juego de Tronos'. Los que sigáis la célebre serie de HBO recordaréis que durante mucho tiempo dio vida a un personaje un tanto insulso y que todo ha cambiado gracias a un reciente acontecimiento en la serie, pero aquí recuperamos su lado más anodino y además ya la hemos visto sufrir con más talento en la adaptación de las novelas de George R. R. Martin.

El resto de actores tampoco hace gran cosa por levantar el interés, pero lo cierto es que poca culpa tienen de ello ante el pobre trabajo realizado por Coixet a partir de la novela de Cathy MacPhail, ya que o bien su importancia no resulta suficiente para que su presencia vaya más allá de lo anecdótico o están atrapados en tramas muy aburridas. La que mejor parada sale es Geraldine Chaplin, pero su personaje por momentos casi parece fuera del universo de 'Mi otro yo', algo que no tengo claro hasta qué punto es bueno -la rutina dominante de suspense y sufrimiento es demasiado vulgar- o malo -en el fondo acaba resaltando aún más las debilidades de la película y tampoco aporta nada vital-.

Escena de

En definitiva, 'Mi otro yo' es una nueva demostración del interés de Coixet por el sufrimiento emocional de sus personajes, pero también una película que difícilmente podría desaprovechar más su naturaleza como película de doppelgängers con detalles demasiado burdos como para mantener una sana sensación de suspense -la atmósfera de intriga brilla por su ausencia- y una resolución del insulso enigma decepcionante y que recuerda al de otra reciente película española de género cuyo título no revelaré por eso de los spoilers.

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