'La monja II' es el mejor spin off de 'Expediente Warren': el horror religioso se convierte en un gran espectáculo palomitero de acción, sustos y gore

'La monja II' es el mejor spin off de 'Expediente Warren': el horror religioso se convierte en un gran espectáculo palomitero de acción, sustos y gore

La saga de James Wan cumple 10 años con una entrega llena de escenas de terror y un inesperado componente de aventura

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Tras diez años desde el estreno de ‘Expediente Warren’, es evidente que el ciclo de terror de sustos y demonios que orquestó James Wan ha llegado a su final y se encuentra en una fase casi de decadencia que ‘La monja II’ no va a cambiar, pero lo cierto es que si bien la oportunidad de innovación se ha agotado, no significa que no pueda ser el mejor ejemplo dentro de los límites definidos que se ha autoimpuesto la prolífica saga de Warner Bros.

No es de extrañar que detrás de estas películas se encuentre New Line, la casa original de las películas de ‘Pesadilla en Elm Street’, porque saben bien lo que hacen cuando se trata de crear franquicias de terror para el gran público e iconos como Freddy Krueger o esta monja diabólica. La idea de un universo compartido no es nueva y suena a los experimentos de los años 40 de Universal, cuando juntaban a todos sus monstruos, pero significa inevitablemente que el cansancio del público se acerca.

Una corrección y ampliación de la primera

Y esto ya se dejaba notar en la primera ‘La monja’, considerada por muchos una película de terror ridícula, para otros una acumulación de dislates góticos que recordaban a los mejores momentos del cine de terror italiano de videoclub. Ahora nos encontramos con una superior secuela que cambia el espíritu de Fulci por algo más parecido al de ‘La profecía’ y sus dagas sagradas, con una mitad dedicada al slasher sobrenatural y otra a la aventura con reliquias de poder, sin que falten el gore, la levitación, los sustos, combustiones espontáneas y milagros.

Es el mejor spin-off del universo Warren, seguido de cerca por ‘Annabelle Creation’, pero le saca una cabeza gracias a su variedad de situaciones y su arrojo a la hora de despachar a gente, algo que la película de David Sandberg se atrevía ocasionalmente. Empecemos afrontando que el guion no es el fuerte de ‘La monja II’, se echa de menos la banda sonora de Joseph Bishara y hay algunos clásicos montajes rápidos de flashbacks para tontos o humanos sin memoria, que parecen haber sido diseñados en una mesa de ejecutivos apurados al ver los índices de coeficiente intelectual de la población de Estados Unidos.

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Pero como otros spin-offs, la trama es solo una excusa para desplegar un sinfín de escenas de terror e imágenes de raíz ocultista que están diseñadas y dirigidas a un público fan de la saga, lo que convierte este universo en un equivalente de género a Marvel, tanto por su tono de tebeo de Marv Wolfman y su ‘Night Force’ como por sus conexiones con las otras películas, además de entregarse ya totalmente a la acción y la aventura puramente lúdicas, incluso con referencias directas a ‘Indiana Jones : en busca del arca perdida'

Dos películas en una

Puede que su fuerte sea la forma en la que consigue mantener el interés en sus dos subtramas paralelas, una es una investigación de sacerdotes asesinados que rescata la premisa de ‘Reto al diablo’ (1988) y la otra sigue la herencia de pelis con seres sobrenaturales en el internado femenino que van de ‘Hasta el viento tiene miedo’ (1968) a la reivindicable ‘The Woods’ (2006). Cuando ambas se unen todo se convierte en un inagotable carrusel sin pausa de horrores, posesiones y distintas manifestaciones de Valak, que sorprendentemente no aparece mucho tiempo en pantalla, quedando su presencia como una huella en distintos lugares.

De hecho el magnífico diseño de producción, lleno de recovecos sacrosantos decrépitos, tiene incluso la idea de dejar caer easter eggs con su nombre para los que tengan la vista afinada. El director de la digna 'Expediente Warren 3', Michael Chaves, ha perfeccionado su composición de escenas de terror desde ‘La maldición de la llorona’, pese a que aún hay algunos jumpscares acompañados de sonido, abundan más los juegos de sombras y siluetas, las apariciones al fondo del plano y por el rabillo del ojo, las pareidolias y el punto de vista forzado jugando con la geografía.

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Hay también algunas set-pieces de antología como la del kiosko, vista en el tráiler, pero también los diferentes sucesos que tienen lugar en la escalera, la visita a la habitación de las cucarachas o una que tiene una muerte por botafumeiro que rivalizará como arma homicida más alocada de 2023 con el rallador de queso de ‘Evil Dead Rise’. Parte del mérito de estas escenas de horror está en la fotografía de Tristan Nyby, experto en gradientes de oscuridad tras la escalofriante ‘The Dark and the Wicked’.

El terror religioso llevado a la pirotecnia

La agobiante concepción visual de la película logra condensar atmósferas góticas más sutiles que en la anterior, pero realzando la decadencia de las localizaciones. Otro hallazgo de la secuela es que sabe convertir la iconografía cristiana en verdadera mitología cinematográfica de fantasía, usando la imagen de la crucifixión, las vidrieras, los aspecto más turbio de la fijación católica por los mártires. Incluso los rituales de la liturgia se hacen literales y la fe se convierte en un superpoder de cómic.

Usa reliquias como la sangre de Jesús a modo de arma contra el mal, al estilo ‘Caballero Del diablo’ y se une a la tendencia actual que convierte a sacerdotes y monjas en cazadores de demonios aventureros de tebeo, desde ‘30 monedas’ a ’Reza por el diablo’ posicionándose como una versión femenina de la también de este año, ‘El exorcista del Papa’, con la que guarda similitudes y afición por las catacumbas, las momias religiosas y las confrontaciones aéreas con pose mariana.

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‘La monja II’ mejora ciertos aspectos de la entrega de Coryn Hardy, dándole personalidad y alma a los dos personajes principales, tiene actuaciones decentes y algún secreto de guion que sabe conectar bien las reglas de ambas películas con un discurso de fe muy bien plantado y recogido. Sin embargo, los escépticos de estos apéndices de las obras de James Wan no van a encontrar aquí un cambio de curso, sino un episodio más, pero uno lleno de todo lo que hace que todavía le quede un poco de mecha al cartucho, sabiendo siempre qué película es y cuál es su público potencial, algo que muchas salvadoras del género este año no tienen tan claro.

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