'The Nanny Diaries', diario de una memez

'The Nanny Diaries', diario de una memez
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Comprobar que Scarlett Johansson es cada vez peor actriz, y que cada vez elige peor los papeles que intenta interpretar, es de lo peor que puede experimentar un cinéfilo de hoy día. Tal vez, y como dice un lector en la crítica de mi compañera Beatriz, a Scarlett probablemente ya no se le tiene en cuenta sus dotes para la interpretación, es un animal en estado salvaje, por decirlo de alguna manera, y por su sola presencia se van a ver las películas en las que aparece. Hasta ahí estoy de acuerdo, pero que lejano me parece ya cuando Woody Allen nos sorprendió a todos con una Scarlett llena de fuerza y magnetismo, ¿dónde está esa chica?

Mi compañera Teresa aún está convencida de que anda por ahí, por lo que se deduce de su reflexión sobre esta memez de tres al cuarto. Yo lo admito, la he visto porque sale nuestra (porque es nuestra) querida Scarlett, pero algo debí temer al comprobar que los directores eran los mismos responsables de ese bodrio de proporciones galácticas titulado 'American Splendor', cuyo visionado supuso uno de las pérdidas de tiempo más catastróficas de mi pobre existencia. Aún así me arriesgué, y en buena compañía, por eso de tener a mano a alguien a quien pegarle por si el mosqueo era supremo.

'The Nanny Diaries' tiene lo mejor en su estudio de las altas clases de la sociedad de una gran ciudad norteamericana, algo que el film abarca un poco en sus primeros minutos. Lamentablemente, los encargados de este engendro, Shari Springer Berman y Robert Pulcini, que se han encargado tanto de la dirección como de la escritura del guión, decidieron que en vez de seguir ese corrosivo camino en el que hubieran levantado alguna ampolla, era más interesante terminar contando lo de siempre con el mismo envoltorio de siempre, los mismos topicazos, y encima penosamente filmado. Supongo que alguien les convenció de que así iban a conseguir más dinero en taquilla, ya que lo otro no lo iba a entender nadie. En fin, la película ha sido un fracaso en los USA, y no parece que fuera de allí le esté yendo mucho mejor.

La película versa sobre una chica que en busca del sentido de la existencia decide aceptar un trabajo de niñera para una familia podrida de dinero (de esos que visitan Embelezzia), y que por supuesto son de lo más despótico, insensibles y malos como personas que te puedas echar a la cara. Tendrá que cuidar de un crío, que por supuesto tiene una enorme falta de cariño, y que al principio no recibirá con buenos ojos a la nueva niñera, pero sólo al principio. Además en el mismo edificio donde viven, existe una especie de príncipe azul que nunca hace nada, ya que siempre se cruza con nuestra protagonista en el momento más oportuno para ambos. Prácticamente todas la situaciones resultan forzadas en esta película, siendo de lo más increíble. Salvo algunos detalles visuales que juegan con lo antes mencionado sobre las altas clases sociales, y con algún que otro momento onírico en el que se homenajea la mítica 'Mary Poppins', lo demás no hay por donde cogerlo, quedando además una película demasiado esquemática en muchas de sus propuestas y aburridísima de principio a fin. Por no hablar de los patéticos momentos en los que Chris Evans hace acto de presencia para intentar dar forma a la ridícula historia de amor que adorna la vida de nuestra protagonista. Pocas veces he visto a un actor, si se le puede llamar así, moverse tan mal dentro del campo escénico. Sus compañeros de reparto evidentemente se esfuerzan algo más, porque evidentemente son mejores, de hecho el paraguas que sale en la película es mejor actor que Evans. A Scarlett empiezan a notársele demasiado sus limitaciones como actriz; Laura Linney es perfecta para el papel que interpreta, aunque sus conflictos se resuelven de un carpetazo, y Paul Giamatti pasa por aquí como Pedro por su casa, sin llamar demasiado la atención. Los tres podrían haber estado mucho mejor de lo que están, sobre todo en el caso de Linney, que es indudablemente una de las mejores actrices de nuestro tiempo.

Una película muy mala, espantosa donde las haya, y que provoca auténtico dolor de cabeza. Además, el film está condenado desde el momento en el que se nos plantea el primer conflicto de la protagonista, por no existir ninguna razón para abandonar un trabajo que no hace mal pero en el que se encuentra incómoda. Es más, de hecho no le hace falta ni trabajar de ello, exponiendo bastante mal las razones de sus motivos para hacerlo. Lo dicho, una memez de mucho cuidado que estropea (como otras) nuestra actual cartelera.

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