Queridas y queridos. No es mi intención agobiar a nadie con mis silencios pero creo que 'Magical Girl' (id, 2014), una película tan refrescante como discutible, merece una discusión suficientemente espaciada. En este blog ya ha sido comentada por Lucía Ros y Alberto Abuín.
La segunda película de Carlos Vermut, como tantas otras, no sobrevive, al menos en mi experiencia, al formato habitual de la crítica, así que vamos a intentar trazar aquí tres notas sobre mi primer visionado. Volveremos sobre ella.
Los últimos libros de Jonathan Rosenbaum y Adrian Martin son buen punto de partida, pero no cabe duda de que la discusión está por construir. Así 'Magical Girl' es una película de culto. A mi no me lo parece. Me parece una película, de hecho, bastante accesible.
2. La acusación de que la película de Vermut es teatral. Pensamiento.: trazar una historia de la crítica de cinematográfica también en sus adjetivaciones. La más equívoca y la más equivocada tal vez sea la de aquellas películas de teatrales.
Es verdad que entre los artificios de la película está el de un ritmo que evoque el cambio de escenas del teatro. Pero no seamos ingenuos: el efecto es cinematográfico y está perfectamente planificado.
Actuación y frescura
3. Como 'Diamond Flash', su primera y fascinante tentativa en el largometraje, 'Magical Girl' es una película de viñetas con alguna excusa vagamente metaficcional. Pero esto no es lo que interesa a Vermut.
Es un cineasta joven, todavía maniobrando. Le preocupan los espacios entre viñetas. En ese sentido, no parece que la incorporación de actores ampliamente premiados y premiables, como José Sacristán o Bárbara Lennie, desentonen en su universo de tentativas.: la película sigue teniendo un lenguaje fresco y un gusto bienvenido por actuaciones grotescas y a ratos extrañas, con una pizca de sensibilidad.
4. Almodóvar. Tal vez la influencia que preside la película. También en los chistes, las metáforas de sal gorda. Pero es otra España.
Almodóvar es un cineasta malinterpretado por los gramáticos del cine, aquellos que pretenden que cada secuencia sea la mejor o la última o adornan tecnicismos. Pero sus admiradores - como en el caso de Brian DePalma, otro cineasta kitsch - sabemos que su cine es mejor cuando juega menos a travesuras y más a excursos poéticos.
¿Habrá lugar para alguna narrativa?
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