
El fútbol americano o el baloncesto, a diferencia del fútbol, se pueden permitir las cuñas de publicidad gracias a que su deporte sufre parones, como sucede con el tenis. Rara es la ocasión cuando pasamos a la publicidad durante la Fórmula 1 en la que no pasé algo importante. Lo vemos en la ventanita, cierto, pero no es lo mismo, rompe la magia. Hay deportes que fueron pensados para tener publicidad. No es el caso del fútbol. Si proponemos trasladar el modelo de la radio a las retransmisiones de los partidos, apañados vamos. Si buscamos alternativas, necesitamos un persona dinámica que cuele la cuña cuando haya interrupciones en el juego, que no molesten la visión del partido, y eso no se hace (alguna vez en el mundial de USA 94, o en las retransmisiones en P2P de los canales norteamericanos). El previo, el descanso y el final del mismo, gestionado con sentido común, no debe ocasionar problemas. Conviene pensar que la gente, lo único que quiere ver es el partido sin zancadillas. Que las cadenas de televisión quieran explotar los momentos en los que los espectadores están cautivos es contranatura. Al final, de tanto pensar cómo sacar rentabilidad a la retransmisión, terminarán ahuyentando a la audiencia. Lo mismo conviene más pensar en otras posibilidades a la hora de cómo quiere el espectador ver un partido de fútbol o acordarse del product placement.