‘¿Quién quiere casarse con mi madre?’, calabazas para el amor maduro

‘¿Quién quiere casarse con mi madre?’, calabazas para el amor maduro
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Ayer terminó en Cuatro la primera edición del reality amoroso ‘¿Quién quiere casarse con mi madre?’. Ya sabéis, la factoría de tróspidos ha ido alcanzando tanta popularidad a lo largo de sus tres entregas, que el canal de Mediaset consideró interesante ofrecer una vuelta de tuerca a su formato y traernos a unas madres solteras que buscaran el amor de la misma forma que lo habían hecho los hijos.

Sobre el papel, la idea parecía genial pero visto el resultado... Lamentablemente para todos los fans de este programa, hemos de decir que el espacio no ha conseguido la audiencia a la que los hijos tróspidos tenían acostumbrada a Cuatro, y aunque en su gala final subió hasta el 7,7%, tal vez sea difícil ver una segunda edición protagonizada por madres. ¿Por qué ha sucedido esto? ¿Por qué dos programas semejantes han tenido un recorrido tan dispar? A ver si entre todos logramos sacar algunas conclusiones.

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ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

¿Están las madres a la altura de los hijos?

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Uno de los motivos que, sin duda, ha afectado al espacio es el escaso margen de descanso que hubo entre el final de la última edición de ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’ y el estreno de este nuevo programa. Tal vez la audiencia se ha visto saturada con tanto amor tróspido y unos mesecitos de distancia hubieran incrementado las ganas del público de volver a ver este tipo de aventuras.

He oído otro tipo de comentarios que apuntan a que el cásting de madres no ha sido el más acertado. Yo aquí, humildemente, he de discrepar. No sólo me han gustado las madres, sino que creo que han dado mucho juego: las personalidades tan dispares me fueron conquistando poco a poco, y la manera de afrontar el amor, así como el abanico de candidatos dispuestos a conquistarlas, nos han dejado grandes momentos.

Creo que, realmente, lo que sucede es que al público no le interesa ver amor maduro en televisión. Es triste de escribir, pero más triste es de observar. No es la primera vez que Mediaset tropieza con este tipo de apuesta: ya intentó una edición de ‘Mujeres y hombres y viceversa’ para una edad madura; primero, como programa independiente y, después, como una sección dentro de su programa habitual. Ambos duraron muy poquito. Sin duda, habréis oído que la televisión está enfocada para los jóvenes, que las personas mayores son sólo secundarios, que su protagonismo no interesa y que restan audiencia.

En fin, por lo demás, pues yo tengo que decir que he disfrutado muchísimo con ‘¿Quién quiere casarse con mi madre?’, con las armas de montaje que tan bien conocemos de Eyeworks Cuatrocabezas, con las ocurrencias y las salidas de tono, con las situaciones de madres, hijos y candidatos. Me ha parecido tan divertido como siempre, e incluso creo que, con un recorrido más largo a sus espaldas, las personas protagonistas tenían mucho más que aportar que algunos veinteañeros que ahora pueblan las historias de amor de las televisiones.

En ¡Vaya Tele! | '¿Quién quiere casarse con mi madre?' o cómo repetir la fórmula

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