'Pumuky', Nostalgia TV

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'Pumuky', Nostalgia TV

Es todo un placer poder recordar juntos las series de televisión que nos marcaron desde niños. Nuestra infancia está vinculada a grandes títulos que, muchísimos años después, seguimos recordando con un gran cariño y asociando a momentos entrañables como esos increíbles ratos que echábamos delante de la tele, sin poder despegar los ojos de las mágicas aventuras que nos ofrecían series como la gran ‘Pumuky’.

'Pumuky’, la leyenda alemana

La serie de televisión ‘Pumuky’ es una ficción alemana en esas puntuales, asombrosas e inolvidables producciones europeas que entonces llegaban a una TVE que dedicaba muchas horas a la programación infantil. Su historia se creó, en primer lugar, para la radio. Corría el año 1961 cuando Ellis Kaut, su creador, desarrolló una radionovela que nos vuelve a hablar de la poderosa relación entre radio y televisión y de cómo la segunda es deudora de la primera.

‘Pumuky’ se convirtió en un éxito que hizo que se editaran varias novelas con sus aventuras. Después, en 1979, se creó la popular serie de televisión, que contaría con dos temporadas y un total de 52 capítulos. Kaut siguió trabajando en los guiones que, en ocasiones, adaptaban las historias ya contadas para las ondas. La encargada de dibujar al simpático personaje fue Barbara von Johnson.

Pumuky es un duende que desciende de una popular leyenda alemana, la de los klabautermann. Se trata de unos espíritus marineros que acompañan a los barcos y a sus tripulantes en sus diferentes viajes, y que les protegen de los peligros que acechan en las profundidades de los océanos. Aunque son invisibles, siempre se las apañan para avisar al capitán de los navíos de los problemas que están por venir.

La historia de televisión

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‘Pumuky’ era la traslación de este mágico universo a un contexto infantil y urbano. El duende Pumuky se queda un día pegado en un bote de cola que hay en el taller del maestro Eder, un carpintero artesano. Resulta que los klabautermann se hacen visibles cuando son atrapados por algo construido por la mano del hombre.

Así, el maestro Eder se convierte en el único humano capaz de ver a Pumuky, una criatura que, alejada de los puertos, se ha perdido en Baviera, donde acabó viviendo en el desordenado y abigarrado taller de Eder. A Pumuky le encantan los lugares caóticos y llenos de cachivaches, así que con el carpintero se siente a sus anchas. Y menos mal, porque ahora que Eder puede verlo, Pumuky está “obligado” a vivir con él.

No se me puede olvidar uno de los aspectos más vanguardistas (en su momento) de esta serie, una característica que hacía que, inmediatamente, tanto niños como adultos nos quedásemos enganchados a sus imágenes. Y es que ‘Pumuky’ fue una de las primeras series que mezcló animación con imagen real, lo que supuso todo un hito para la época. Verdaderamente, el tiempo ha pasado y la serie tal vez no resistiría el revisionado de algunos espectadores exigentes, pero todavía recuerdo lo mágico que me resultaba el ver a un hombre de carne y hueso hablando con un dibujo.

Padre e hijo

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La trama de ‘Pumuky’ se centraba en las fechorías que éste realizaba sin parar. Y es que, como buen duende al que nadie puede ver, Pumuky disfrutaba haciendo las travesuras más diversas. Glotón y egoísta, era todo un antihéroe cuando aún esa palabra no había triunfado en las series de televisión, y mucho menos en las infantiles.

El contrapunto de Pumuky era, claro está, el maestro Eder, que actuaba como un auténtico padre para él. Era quien le reñía y le hacía ver sus malas acciones, provocando el arrepentimiento de Pumuky que, con un carácter muy infantil, era el hijo que el artesano nunca había tenido. Entre los dos se establecía una relación tierna y cariñosa.

Como buena serie de leyenda, ‘Pumuky’ no ha estado exenta de polémica. En su momento, se criticó mucho la afición del duende por la cerveza. Aquí, se jugaba con la dualidad: aunque actuaba como un niño, el travieso personaje era un adulto. Otra curiosa disputa es la que mantienen el creador y la dibujante: Kaut y Johnson, a cuenta de un certamen de televisión en el que se buscaba una “novia” para el personaje. Mientras que Johnson estaba de acuerdo, Kaut se posicionó en contra, pues pensaba que se alteraban las cualidades esenciales de Pumuky.

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