Agravios comparativos

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9:00 de la mañana, llueve, atasco en Madrid, la radio con su soniquete habitual y a mí me da por recordar los tiempos en los que la radio nocturna estaba llena de programas en los que la gente llamaba para contar sus historias más sórdidas. No sé si estos programas siguen existiendo y lo cierto es que nunca los he escuchado (nunca he sido propensa al insomnio, más bien bastante ceporrillo) pero a todos nos han contado alguna de estas historias que se escuchaban en programas como Hablar por hablar de Gemma Nierga o En tu casa o en la mía de Lorena Berdún.

Estos programas, precursores de los actuales Diarios de Patricia o aquel late night que presentaba Cristina Tárrega, nunca fueron denostados como lo son ahora sus hermanos televisivos, es más, su éxito los encumbró a lo más alto de la radio como fenómeno sociológico.

¿Por qué razón en la radio valen y en la televisión no? Creo que la diferencia está en la hipocresía de la sociedad, si no vemos la realidad de forma cruda, delante de unas cámaras, si es tan solo una voz en la noche, al otro lado de un receptor de radio en la clandestinidad de una noche de insomnio, no parece tan malo como verlo a las siete de la tarde con brazos y piernas sentado en tu salón.

Es posible que la hora no sea la más adecuada pero, por algún motivo que aun desconozco, se ha decidido prejuzgar la televisión como algo naturalmente malo y cosas como esta me hacen darme cuenta... no sé, debe ser la lluvia que me reblandece la sesera... bienvenidos.

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