El absurdo planteamiento de las ayudas a la creación de guiones (y II)

El absurdo planteamiento de las ayudas a la creación de guiones (y II)
Facebook Twitter Flipboard E-mail

Este artículo es la continuación de este otro, que ruego que leáis antes de continuar.

Nulo efecto en las productoras

Pasamos ahora a ver qué consecuencias podría tener esta beca, fuera ya de las cuestiones monetarias, para la vida de ese guión. Pensaríamos, si fuésemos muy optimistas, que este tipo de ayuda puede abrirle puertas al guión. Si una comisión del Gobierno ha decidido que el guión tiene originalidad y calidad, que el proyecto presenta viabilidad cinematográfica y que el guionista tiene méritos profesionales, ¿cómo no le van a prestar atención en una mera productora de las miles que existen en este país?

La realidad es que este certificado no abre ninguna puerta, no supone ninguna diferencia. La cruda realidad es que el guión de autor o autora novel que llega a la productora, tenga o no tenga el sello del Ministerio, acabará en una pila como todos los demás y no correrá nunca mejor suerte, salvo que quien lo ha escrito consiga abrirse hueco por cualquier otro camino.

Incluso si lograse que su guión se fuese a producir, el hecho de que ya haya recibido una ayuda quizá lo único que provoque es que la productora aproveche esa circunstancia para retrasar más los pagos o directamente no remunerar en absoluto al guionista. Enlazo aquí un artículo escalofriante que no se refiere exactamente a lo que estoy comentando, sino a lo que vendría después y aclaro, como aclara la autora de la crónica, que se trata de una generalización y que también existen productores que aman el cine y obran de buena fe. Entre otras cosas, lo que dice es que alguien que está empezando se dará con un canto en los dientes por pensar que su proyecto va a salir adelante y aceptará cobrar tarde, mal y nunca.

No es un sueldo ni un contrato

Dejando aparte la cuestión de exigir un tratamiento secuenciado, es decir, de entregarlas cuando casi todo el trabajo está hecho, nos encontramos también con que encierran otro absurdo: si la idea es profesionalizar la figura del guionista y hacer que éste, durante unos meses o un año, viva de la escritura de guiones, las ayudas no se pueden considerar más que un parche. En la vida no suele ser normal que puedas tomarte una temporada libre y luego reanudar la actividad que hacías sin que se trate de una baja. Si tienes un contrato, lo perderás y nada te garantiza que más adelante puedas reincorporarte. Si eres freelance casi es peor, pues no puedes mantener a todos tus clientes a la espera por algo que considerarán un capricho y pretender que, cuando se te acabe el dinero, te vuelvan a encargar trabajos.

Por tanto, imagino que quien obtiene esta ayuda no interrumpe su actividad laboral y sigue dedicándose al guión como lo hacía hasta entonces: en los ratos que puede encontrar. Supongo que la idea que subyace en la concepción de las ayudas es que esa persona venda el guión poco después de haberlo terminado y no necesite regresar a un trabajo diferente, pero ya hemos dicho en el apartado anterior lo poco probable que resulta esa opción.

Criterios de selección

Las productoras no suelen leerse los guiones, como decía, porque no tienen tiempo o ganas. Por ello, una criba de las ideas que ya les venga hecha debería ser para ellos un útil perfecto, pueden ahorrarse los analistas de guiones y saber directamente qué es bueno y qué es malo de lo que les llega. Si no se fían será porque los criterios que se utilizan para entregar estas becas no son, para decirlo de forma educada, los mismos que tendría una productora a la hora de producir.

Es muy posible que las productoras tengan poca idea sobre la calidad de los guiones o se interesen poco por ésta y den prioridad a cuestiones de otro tipo, como los rostros famosos que pueden colocar en el cartel o las Comunidades Autónomas que puedan ofrecer subvenciones… Pero se podría cuestionar si su criterio es más válido que el del Comité Asesor que elige proyectos.

Surge ahora un doble debate. Por un lado estaría la cuestión de lo comercial y lo artístico. Es cierto que, incluso aunque las productoras puedan rechazar guiones nada vendibles porque no van a ser rentables, podría ser labor del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales financiarlos para que los productos más artísticos también viesen la luz. Bien, aceptemos eso. De ser así, a esta beca a la creación del guión, debería seguir toda una financiación de la película para que se llevasen a buen término. Sin embargo, de la forma en la que se hace, se está lanzando a ese guionista al mercado con un producto que no puede vender. Por lo tanto, los 40.000 € y el trabajo e ilusión de esa persona se han tirado a la basura. Si lo que se quiere es fomentar un tipo de creación, además de esta ayuda, habría que ofrecer un apoyo para que el guión se vendiese, quizá ofrecer el dinero a la productora que lo acoja en lugar de al autor o autora.

Si nos olvidamos de cuestiones artísticas y lo que queremos es fomentar una profesionalización de la labor de guionista y la consolidación de una industria cinematográfica, lo que tendría que elegirse en esa comisión son guiones viables, es decir, guiones con la suficiente calidad como para que interesen, pero que vayan dirigidos a un público amplio. Así, cuando a una productora le llegase un texto con un sello del ministerio de cultura ya sabría que es algo que debe leer.

Soluciones

Plantear un problema y no aventurar soluciones es muy cómodo. Como dije ayer en un comentario, no quiero ir tan lejos como para plantear cambios radicales ni de base, que son los que realmente harían falta, atendiendo sobre todo a la mentalidad de este país con respecto al cine porque sería tema para otro debate. Pero sí ofreceré mínimas modificaciones que introduciría sin necesidad de cambiar o eliminar el sistema de subvenciones ni de suprimir esta ayuda en concreto.

En cuanto a mi primera pega, modificaría los materiales requeridos. Lo que pediría es la sinopsis, una declaración de intenciones de la película: qué se quiere expresar con ella, por qué se cuenta esa historia… —pues muchas veces incluso leyendo un guión terminado es difícil saber qué quiso decir o hacer su autor con esa narración—, una ficha en la que se diesen datos como el género, la época, etc… Un documento breve, de aproximadamente una página, sobre cada uno de los personajes protagonistas… Daría la opción de ofrecer un diagrama de la estructura, donde se marcasen los puntos de inflexión o de giro… aunque no lo pediría como algo obligatorio. Y quizá un ejemplo de una secuencia dialogada y completa —es decir, lo contrario de lo que hacen ahí, que es no pedir nunca diálogos—, con el que juzgar si la persona que lo va a escribir tiene capacidades. Si esa escena más adelante cambia o no se incluye, no habría problema.

Es posible que la novedad introducida este año que permite que el tratamiento ocupe 15 páginas vaya por este camino. Aún así, todavía se mueven en unas extensiones que no son las de una sinopsis ampliada, sino que se alcanzarían tras un concienzudo trabajo y tras la toma de numerosas decisiones.

Y quizá la cuantía monetaria podría no ir al bolsillo del guionista, sino a fomentar que esa producción tuviese una oportunidad. En lugar de una beca, plantearía un aliciente para que las productoras diesen una oportunidad a ese guión que se ha considerado bueno. Ese primer paso, que es el más difícil de dar, se facilitaría. Sin llegar a ser tan extrema, se me ocurre también la opción de repartir la cuantía. Es decir, el verdadero problema al que se enfrenta una persona que crea guiones no es la falta de tiempo material para escribirlos, sino las pocas opciones de colocarlo más adelante. Eso es lo que se tendría que fomentar.

Tampoco veo claro lo de considerar novel a quien tiene tres guiones estrenados o exhibidos, pues una persona que ya haya trabajado con una productora y cuyo guión se haya llegado a rodar conseguirá que el próximo que escriba por lo menos se lea o que le hagan caso en una reunión donde explique de qué va. Mientras que alguien que no haya estrenado nada lo tendrá difícil hasta para salir del montón que hay al lado de la papelera.

Claro está que se debería tratar de una ayuda que no fuese un paso único, sino un primer paso para una serie de subvenciones a la financiación. Sé que estas existen, pero no necesariamente se aplican al mismo guión que recibió esta ayuda, sino que en el camino es necesario superar el obstáculo que ya hemos señalado aquí como más difícil de todos: ser elegido en una productora. Las demás subvenciones también merecen ser cuestionadas, más que por su existencia en sí, por la forma en la que se otorgan y, sobre todo, se entregan, pues favorecen mucho las trampas; pero eso sería debate de otro momento.

Comentarios cerrados
Inicio