"¡Mamá, hay un monstruo en mi fotograma!", 15 criaturas de cine (I)

"¡Mamá, hay un monstruo en mi fotograma!", 15 criaturas de cine (I)
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Marcada la fecha de hoy en el calendario cinematográfico por el esperado estreno de 'Godzilla' (id, Gareth Edwards, 2014), que esta semana iba a ser monstruosa era algo que el blockbuster pre-veraniego dejaba muy claro. Lamentablemente, no ha sido ese el único evento relacionado con el cine de monstruos que ha sobrevenido en estos días, ya que anteayer nos sorprendía la noticia de la muerte de H.R.Giger, el padre de uno de los xenomorfos más temibles que haya visto la luz en la gran pantalla.

Para celebrar pues que los monstruos vuelven a ser protagonistas de la actualidad cinematográfica, os traemos hoy un largo repaso en quince categorías de lo que el cine protagonizado por criaturas de toda índole ha dado de sí en los últimos 100 años. ¿Y por qué 15? Ahí habría que hacer responsable a John Landis, ya que las categorías que vais a encontrar a continuación son aquellas a través de las que el cineasta estructura su magnífico libro 'Monsters in the movies', como dirían los angloparlantes, un must-have —el libro es impresionante— para todo amante del terror, la ciencia-ficción y algún que otro género más.

Y antes de comenzar, una aclaración. Los títulos que vais a encontrar a continuación no son los mejores de cada categoría. De hecho, es muy probable que ni si quiera sean en algunos casos los que podrían considerarse más significativos. ¿Por qué seleccionarlos entonces? Muy sencillo, porque son mis favoritos, aquellos que he visto incontables veces y que nunca me canso de volver a disfrutar. No son los únicos, claro, y mucho me he tenido que dejar fuera, pero creo que sirven al cometido de dibujar una semblanza personal de lo que considero representativo del cine de monstruos.

Científicos Locos

La historia de los monstruos y criaturas en el séptimo arte no sería la misma sin esos hombres y mujeres que, en aras de la mejora de nuestra especie, nunca han tenido reparos en experimentar con aquello que se les pusiera por delante. De hecho, son esas criaturas las que, a poco que rastreemos, encontramos en los orígenes del cine con mayor facilidad, ya en 'Metrópolis' ('Metropolis', Fritz Lang, 1927) ya en algunos de los clásicos de la Universal entre los que destaca, por méritos propios, ese espléndido primer 'Frankenstein' del séptimo arte que encarnó por Boris Karloff a las órdenes de James Whale en 1933 1931.

Dando un salto de cinco décadas, y dejando por el camino otros muy notables ejemplos —¿quién podría olvidar al hombre invisible al que dió vida Claude Rains o al Jekyll y Hyde en los rostros de Fredric March o Spencer Tracy?— mi elección para esta categoría del cine de monstruos es ese fabuloso remake del clásico del terror dirigido por Kurt Neumann en 1958 que el canadiense David Cronenberg se reinventó, y de qué manera, en uno de esos filmes dirigidos a explorar su concepto de la "nueva carne".

LLevada con singular maestría, luciendo una austera puesta en escena y construyendo un suspense que en ciertos momentos raya lo insoportable, la paulatina transformación de Seth Brundle —un Jeff Goldblum en uno de sus mejores papeles, sobreactuado, sí, pero inolvidable— en Brundlemosca deja instantes de auténtico asco y fascinación visual simultánea, y el clímax final es de esos que, una vez vistos, jamás podrás olvidar. Si la cinta original de los años cincuenta ya era un clásico, de la de Cronenberg podríamos afirmar lo mismo con mayor intensidad si cabe.

Dragones y dinosaurios

Dada la amplitud con la que el séptimo arte ha recogido tanto a dinosaurios como a esas míticas criaturas que escupen fuego que son los dragones, mezclar ambos monstruos en una única categoría es dificultar en extremo la elección de una única película, máxime cuando servidor tiene favoritas a ambos lados. De hecho, aunque la elegida haya sido la magnífica cinta de animación dirigida por Chris Sanders hace cuatro años, muchos títulos habría que sacar aquí a colación que destacan por la imaginación de la que han hecho gala los artistas de esta máquina de sueños que es el cine a la hora de plasmar a tan enormes "bichos".

Y si de aquellos que alguna vez poblaron la Tierra habría que hace obligada mención a ese simpático clásico que es 'El valle de Gwangi' ('The Valley of Gwangi', Jim O'Connolly, 1969) y, por supuesto, a las dos primeras entregas de la trilogía de 'Parque Jurásico' ('Jurassic Park', Steven Spielberg, 1994); en lo que a dragones respecta la cosa se complica, y no podemos olvidar ni a la Maléfica transformada, ni a Fujur, ni a la peculiar fauna de ese espectacular planeta que es el Pandora imaginado por James Cameron, ni, por supuesto, al mejor dragón que ha dado la historia del cine.

Pero cualquier ejemplo queda empequeñecido si se le compara con la que a mi modesto entender es la mejor cinta de animación que ha salido de la Dreamworks en sus diecisiete años de existencia, una película que lo tiene todo, que sabe como jugar con las emociones del espectador para llevarlo por una fantástica montaña rusa y que, gracias a los diseños de ese "Desdentao" que tantas similitudes guarda con cierto simpático extraterrestre de la Disney, se supo ganar las simpatías del público de medio mundo garantizando, no podía ser de otra manera, esa esperadísima continuación que veremos en Agosto.

El diablo tiene la culpa

Muchas y muy diversas son las ramificaciones que el cine de terror ha ido tomando a lo largo de las décadas cuando ha querido reflejar la influencia de Satanás, Lucifer, Belcebú, Belial o, simplemente, de ese reflejo de todo lo malo que alberga el espíritu humano que es el Diablo. Así, desde las películas de brujas o brujos, hasta aquellas en las que aparece directamente la parca o el demonio, encontramos muñecos diabólicos, niños más diabólicos aún, exorcismos diversos, personajes que han vendido su alma al ángel caído o demonios con un puño de piedra que luchan por el bien de la humanidad.

De todas ellas, y a sabiendas que por el camino me dejo imprescindibles títulos del terror de todos los tiempos tan dispares y efectivos como la hipnótica 'La semilla del diablo' ('Rosemary's Baby', Roman Polanski, 1968), la revolucionaria 'El exorcista' ('The Exorcist', William Friedkin, 1973), la hemoglobínica saga de 'Hellraiser, los que traen el infierno' ('Hellraiser', Clive Barker, 1987) o a ese fascinante Satán al que dió vida Robert DeNiro en 'El corazón del ángel' ('Angel Heart', Alan Parker, 1987), si tuviera que quedarme con una sola, esa sería sin duda alguna 'La profecía' ('The Omen', 1976) de Richard Donner.

Un título sobre el que ya me despaché a placer en el especial que le dediqué al cineasta y que, por resumir aquella larga entrada, sigue funcionando hoy en día con igual o mejor intensidad que la que ostentaba hace cuatro décadas, no habiendo envejecido ni un ápice ni sus interpretaciones, ni sus truculentas muertes ni, por supuesto, la maravillosa banda sonora compuesta por Jerry Goldsmith, único Oscar que el maestro se llevó a su casa cuando hubiera merecido incontables estatuillas más.

Fantasmas

Esos supuestos entes que nos rodean, que nos miran cuando nadie lo hace y que son capaces de las más terribles venganzas años después de muertos, llevan causando sensación en el séptimo arte desde que en 1933 Fritz Lang, en su único filme francés, se inventara esa policía fantasmal que se llevaba a Charles Boyer a ser juzgado en el cielo. De hecho, y como también pasa con muchas de las otras categorías de monstruos aquí recogidas, el cine de fantasmas ha sido tratado desde otros géneros que nada tienen que ver con el terror, acercándose en no pocas ocasiones a la comedia con resultados bastante significativos.

Ahora bien, ha sido en el terror donde las historias de espíritus, espectros y entes vaporosos han dado mejores resultados, ya sea llevándonos a vivir a hoteles con pasillos interminables teñidos de rojo o a mansiones encantadas, ya para que acompañemos a niños que en ocasiones ven muertos o a cintas de video que causan una terrible muerte siete días después de su visionado, ya acercándonos a un barrio residencial típicamente estadounidense en el que un aparato tan común como la televisión sirve para desatar la peor de las pesadillas para unos padres, que su hija pequeña desaparezca.

Aquí cabría apuntar lo mismo que he hecho más arriba acerca de 'La profecía', ya que hace unos meses reservé uno de los espacios de Cine en el salón para dar cuenta de lo mucho y muy brillante que hay en 'Poltergeist' (id, Tobe Hooper, 1982), otra de esas cintas de los años ochenta por las que el tiempo no pasa y que, objeto de inminente y temible remake, es con diferencia lo mejor que dirigió Hooper en su carrera...si es que hay que creerse que la dirigiera él al 100%, claro está...

Hombres Lobo

Repasando los varios títulos que han tenido hombres lobo como protagonistas, y dejando de lado la aproximación de la Universal protagonizada por Lon Chaney por aquello de que en su condición de clásico es "intocable", poca ha sido la suerte que los licántropos han corrido en el séptimo arte considerando lo mucho que han llegado a aparecer a lo largo de las décadas en las numerosas propuestas que sobre ellos, sus poderes y debilidades, nos ha legado el mundo del celuloide.

Tan sólo habría que atender a títulos tan irregulares como las dispares 'Teen Wolf, de pelo en pecho' ('Teen Wolf', Rod Daniel, 1985), 'Lobo' ('Wolf', Mike Nichols, 1994), la saga de 'Underworld' (id, Les Wiseman, 2003) o el reciente fiasco que fue el remake de 'El hombre lobo' ('The Wolfman', Joe Johnston, 2010) para apercibirse de que son más los errores que los aciertos en las formas en las que el cine ha narrado las historias de éstas criaturas.

Ahora bien, hay honrosas excepciones a dicha irregularidad, contándose entre ellas 'En compañía de lobos' ('The Company of Wolves', Neil Jordan, 1984) y la elegida para encabezar esta categoría, la entretendísima 'Un hombre lobo americano en Londres' ('An American Werewolf in London', John Landis, 1981), un intento bastante conseguido del cineasta estadounidense de "tratar temas fantásticos de una manera lo más real posible". Para la historia, la transformación de David Naughton a manos del oscarizado Rick Baker.

Máquinas monstruosas

¡Ah!, los robots. Quizás los "monstruos" que más veces han aparecido en la gran pantalla con permiso de cierto chupasangre, las inteligencias artificiales siempre han sido objeto de veneración por parte de la ciencia-ficción, un género que se ha apoyado en su presencia de mil y una formas para ofrecernos un rosario de propuestas tan variado que haría falta un prolongadísimo especial en Blogdecine para dar cuenta de todas y cada una de ellas —y no, no voy a caer en la tentación, que bastante tengo ya encima con el de Cómic como para hacerme cargo de otro que me lleve más de un año terminar.

Remontándonos de nuevo a los inicios de la historia del cine y al mismo título de Fritz Lang con el que abríamos la primera de las categorías de cine de monstruos, esta es probablemente en la que más trabajo me ha costado limitarme a un sólo filme, por cuanto muchos títulos hay puntales de la ciencia-ficción que deberían figurar en justicia en este apartado empezando por el Robbie de 'Planeta prohibido' ('Forbidden Planet', Fred M.Wilcox, 1956), siguiendo por el terror que inspira la frialdad de HAL9000 y terminando tanto en la saga de 'Terminator' (id, James Cameron, 1984) como en la magistral 'Blade Runner' (id, Ridley Scott, 1982).

Pero si me he decantado por 'Inteligencia artificial' ('A.I. Artificial Intelligence', Steven Spielberg, 2001) es por reivindicar a grito pelado la que considero una de las cinco mejores películas del antiguo Rey Midas de Hollywood, un filme que sólo hace ganar con sucesivos revisionados y en el que el enorme cineasta da muestras asombrosas de cómo convertir un cuento de hadas en toda una tesis sobre la búsqueda de la identidad, dejándonos de camino algunas de las secuencias más terroríficas de todo su cine. Una obra maestra a la que todo cinéfilo debería estar obligado a acercarse más de una vez en su vida.

Mitos y Leyendas

Mil y una leyendas son las que el cine ha tenido a bien, y sigue teniendo a bien de forma recurrente, adaptar de las más variadas formas que uno pueda imaginarse; plagadas todas ellas de criaturas míticas, personajes de cuento, e historias de esas que, algo suavizadas, uno le cuenta a sus hijos con la esperanza de dejarlos dormidos y soñando con mundos imposibles, princesas en peligro y monstruos que al final son vencidos por héroes que no se dejan amilanar ante nada.

De todo ello, como decía, sabe muchísimo, y sabe desde los tiempos de Georges Meliés, un séptimo arte que tan pronto ha buceado en las mitologías grecorromanas, como la hecho en los cuentos de Perrault, los hermanos Grimm o los Andersen. Y en esos esfuerzos, compuestos por infinidad de propuestas normalmente ligadas al cine de corte fantástico, si hay un nombre inexcusable por el que hacer obligada estación de penitencia ese es el de Ray Harryhausen, maestro en eso de inventar criaturas que demostró su arte en tantos y tantos filmes inolvidables.

De entre ellos me he decantado por 'Furia de titanes' ('Clash of Titans', Desmond Davis, 1981) por aquello de contiene la que fue la creación favorita del artista, esa medusa armada con un arco que se las hacía pasar bastante mal al Perseo encarnado por Harry Hamlin y a sus infortunados acompañantes. Muy por encima de su olvidable remake, 'Furia de titanes' se beneficia sobremanera de la imaginación de Harryhausen, un genio inigualable de una época en la que la fantasía pasaba por unos efectos especiales muy diferentes a los que el cine nos tiene acostumbrados hoy en día.

Momias

Lo decía con respecto a los hombres-lobo, y quizás el discurso gane en intensidad al referirnos a estas criaturas andrajosas cuyos vendajes llevan siglos pudriéndose y que vuelven a la vida ávidos de venganza y sangre humana. De nuevo, en lo que a momias atañe, el marco de referencia lo pone la primera cinta que se acercó a estos monstruos de origen egipcio, aquella protagonizada por Boris Karloff y dirigida por Karl Freund que, aún habiendo envejecido considerablemente, conserva un irresistible je ne sai quoi.

Con poco que resaltar de las contadas ocasiones en las que el cine se ha acercado a ellas desde 1932, y dejando de lado ese desopilante experimento que fue 'Bubba Ho-Tep' (id, Don Coscarelli, 2002), la que considero producción de momias por excelencia es el espléndido remake del original de la Universal que, acercando posturas con el cine de aventuras a lo Indiana Jones, llevaba a cabo Stephen Sommers a finales de siglo pasado.

'La momia' ('The Mummy', 1999) es un filme de corte clásico que se arropa de un aparato de efectos especiales espléndido y de una partitura de Jerry Goldsmith aún mejor, para ofrecernos una montaña rusa imparable de la mano de ese brabucón que es aquí Brendan Fraser —en la que sin duda es su mejor interpretación, aunque esto no sea decir mucho— y de la inocencia cargada de sensualidad que se desprende de la mirada de Rachel Weisz. Sus secuelas, lamentablente, no supieron rescatar para sí la magia que sí tuvo esta simpatiquísima producción.

Hasta aquí, esta primera parte. Mañana, a la misma hora en el mismo espacio, la conclusión.

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