Tras diez episodios, 'Shogun' de algún modo ha recuperado esa expectación semana a semana que hacía tiempo que no veíamos en una serie que no fuese 'Juego de Tronos' y similares. La serie en Disney+ terminaba esta semana con un final de despedidas y de recoger escombros (materiales y psicológicos) y de culminar el viaje de nuestro protagonista.
Por cierto, a partir de aquí spoilers de 'El sueño de un sueño', el capítulo final de 'Shogun'.
'El sueño de un sueño'
Tras el explosivo asalto al castillo de Osaka se confirman los temores y vemos que, efectivamente, Mariko (Anna Sawai) murió en la explosión. Una tragedia que sacude profundamente no solo a Blackthorne (Cosmo Jarvis) sino a gente tanto de un bando como de otro en lo que nos damos cuenta de que, efectivamente, el Cielo carmesí ya había sido ejecutado.
De alguna manera, las tramas palaciegas y bélicas (que, reconozcámoslo, siempre han estado en un segundo plano) ya no importan tanto. Sí, hay un concilio en el que se declara la guerra a Toranaga (Hiroyushi Sanada) y las maquinaciones del líder seguirán su curso. Pero el episodio escrito por Maegan Houang y Emily Yoshida no quita el foco nunca al proceso de duelo (y no solo por la muerte de Mariko) de Anjin.
De hecho, en el tramo intermedio del episodio, en el que Anjin sale de Osaka y viaja hacia Ajiro solo para descubrir que la Erasmus ha sido destruida, tenemos una revelación de que Mariko llegó a un acuerdo para salvar la vida del británico, algo que Alvito (Tommy Bastow) honra. No será la única noticia por parte de la Iglesia, ya que volveremos a ver a Fuji (Moeka Hoshi), quien le dice que se mete a monja tras ser liberada de sus deberes.
La del sacerdote no será la única revelación que escuchemos que concierne a Blackthorne. También Toranaga (quien parece haber encaminado todo su camino a convertirse en shogun) confesará a Yabushige (Tadanobu Asano) que fue él quien ordenó destruir el barco del inglés para a) evitar que este abandonase Japón y b) poner a prueba su lealtad.
Independientemente de que veamos a Blackthorne sacando a tierra firme los restos del barco con el afán de reconstruirlo, el personaje es simplemente consciente de que su destino está sellado. No dejará Japón.
Un camino de rendición
Un capítulo prácticamente epílogo que parece dejar claro que Blackthorne se quedará en Japón después de terminar todo un viaje de autodescubrimiento llegando a un momento de "verdad emocional". Algo que remarcan tanto Justin Marks como Rachel Kondo, los creadores y showrunners de 'Shogun'.
En una entrevista a Man's Health, el matrimonio explica como desde el comienzo tenían claro ese final:
«Lo bueno sobre un final es que lo escribes y sabes cómo es ese momento. Es una verdad emocional. Siempre supimos, de algún modo, que iba a terminar con una mirada simple entre Blackthorne y Toranaga en esa playa, en lo que vuelve a sus movidas, sacando el barco del océano. Pero ahora dándose cuenta de que esa es su movida. Ese reconocimiento silencioso de "bien jugado. Pero este es el juego, y he jugado de lleno" entre él y Toranaga. Siempre fue eso, y entonces cómo llegas a eso, pero el cómo llegas a eso espiritualmente tenía mil respuestas posibles.
Eso es emocionante porque lo que termina pasando es lo que nos sorprenderá. Es llevar a Blackthorne junto a su viaje del pícaro prácticamente familiar hacia la autoconsciencia e iluminación de que no tiene necesariamente nada que ver con su cultura, aunque claro, realmente lo tiene. Es esta idea de que dará la espalda a una versión de su vida no vivida y avanzará por un sendero diferente ahora, uno de rendición.»
Algo que se ve nada más comenzar el capítulo, con una suerte de flashforward (que no está en el libro) con el personaje de Cosmo Jarvis anciano y postrado en cama con semblante de recordar aquellos tiempos años atrás. Sin embargo, pronto iremos descubriendo que más que un vistazo al futuro es una proyección del marino hacia una vida que ya no desea.
Y es que todo el episodio final va con la idea de, después de la tragedia y todo lo que ha pasado, es hora de recoger los pedazos y terminar de tomar consciencia de su nimio papel en algo que llevaba ya tiempo en marcha. Es hasta una lección de humildad —y no hay más que ver la actitud de Blackthorne en el primer episodio y compararlo con la del último—. En palabras de Marks:
«Lo divertido de la serie es que piensas que llega a una tierra extranjera y les enseñará su genialidad. Ellos van a afinar su genialidad y entonces su genialidad hará una diferencia. Al final, eso no marcará ni un ápice de diferencia. Siempre fue el caso en el libro; la única clave era que Blackthorne se da cuenta de lo pequeño que es su lugar.»
«La única diferencia que hizo fue darse cuenta de que este mundo y esta gente existía antes que él,» completa Kondo, «y que seguirán mucho después de que se vaya. Fue su viaje hacia esa comprensión lo que hizo efecto en vez de sus ideas y maquinaciones.»
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