'Voces en la Noche', cuando no hay nada que contar

'Voces en la Noche', cuando no hay nada que contar
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Este fin de semana se han estrenado dos películas basadas en hechos reales. 'Voces en la Noche' y 'Ciudad del Silencio', de la que hablaré más adelante. Muchas veces, lo de los hechos reales, es un aliciente para mucha gente interesada en ese determinado hecho. Así pues, las películas históricas suelen ser las de mayor interés para el público. La Historia del Cine bien lo demuestra. Luego tenemos aquellos títulos, como el que nos ocupa, de films basados en hechos menos conocidos por el mundo entero, casi se podría decir, como bien apunta mi compañera Maldivia en su crítica, que son anécdotas. Evidentemente, y como hay público para todos los gustos, el interés por dichas anécdotas, unas veces será mayor y otras pues no. Luego entran el guionista y el director para, cinematográficamente hablando, hacerlo aún más interesante si se puede.

La historia de 'Voces en la Noche' es tan mínima que decirla casi me produce risa. Resumiendo, y resumiendo casi nada, la película versa sobre un locutor de radio, interesado en un chico que dice haber sufrido abusos sexuales por parte de sus padres, que ha contado su historia en un libro que está a punto de publicarse. Como ese chico sólo ha sido contactado por teléfono, y nadie parece haberle visto, a nuestro locutor favorito le pica la curiosidad, y allá se va todo decidido a intentar averiguar la verdad.

El hecho de que la película está basada en sucesos reales, no totalmente esclarecidos, debería ser lo de menos. Un film tiene que atrapar al espectador por sí mismo, sin necesidad de una etiqueta que predisponga al público de cara a la credibilidad del relato. El director, Patrick Stettner, toma dicha anécdota, en la que realmente nunca se supo nada con claridad, e intenta transmitir esa sensación de no saber qué leches está pasando, disfrazando la película con algunos toques de thriller, sobre todo en su parte final. Pero Stettner se estrella totalmente, ya que no crea ningún misterio, ni propone ningún dilema, por así llamarlo. Aunque este caso era realmente difícil, porque sinceramente, e intentado juzgar el material que había entre manos, poca cosa, o mejor dicho nada, había que contar aquí.

Para colmo, el director alarga (¡durante 80 minutos!) la historia, centrándose a ratos en los problemas personales del personaje principal, y que nunca terminan de estar bien definidos, por culpa de que la película quiere contar realmente otra cosa. Stettner se da cuenta de que su film no tiene nada interesante, y no sabe cómo llamar la atención del espectador. Por un lado, el drama personal del protagonista, y de cómo le afecta el conocer a un chico con enormes problemas, luego la búsqueda de la verdad, donde el film se tambalea de forma lamentable, moviéndose de un lado para otro, sin llegar a definirse en ningún momento. Y por último, un intento de dar una posible solución, procurando vestirla con un poco de ambiguedad, terminando de lastrar las pocas posibilidades de un film, al no dar ningún tipo de satisfacción argumental creíble al sufrido espectador.

Tampoco queda uno contento con la labor de sus actores. Robin Williams ha demostrado algunas veces que si le da la gana, puede regalarnos grandiosas interpretaciones. Aquí podría haber sido una de ellas, si no fuera por la falta de base de su historia, y por lo mal tratado que está su personaje, al igual que todos. No le llega con ponerse serio, y no soltarnos ninguna careta a lo largo de la proyección, pero se pasa de serio, y no nos resulta interesante. A su lado, Toni Collette, en la que probablemente sea la peor interpretación de toda su carrera, indiscutiblemente el personaje más interesante de toda la historia, pero muy mal mostrado, presentado, desarrollado, y despedido. Además, la actriz casi raya el histrionismo, y piensa que hacer de ciega es "mirar" para el infinito, mover la cabeza, enseñar los dientes torcidos, y vestir muy comunmente. Y en un pequeño papel, Rory Culkin, hermano del desaparecido Macaulay, en un personaje practicamente inexistente, y que proporciona la mayor trampa argumental de toda la película. Un engaño, vamos.

De repente la película acaba, y uno se queda con una sensación de perplejidad, que pocas veces se ha sentido. Sin ningún tipo de sensación en el cuerpo, más que la de haber perdido 80 minutos de tu valiosa vida, no nos queda más nada que pasar página, y olvidarnos cuantos antes de otro de los bodrios de este ruidoso comienzo de año, en el que ya nos hemos encontrado de todo.

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