'Inland Empire', no es tan complicada, sólo es un desastre

'Inland Empire', no es tan complicada, sólo es un desastre
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Mucho se ha hablado sobre la última película de David Lynch pero me parece que son muy pocos los que han hablado habiéndola visto, y menos aún, casi nadie, los que han dicho algo sin haberla entendido.

Porque se supone que 'Inland Empire' no hay que entenderla. Algo así como lo que pasó con la apasionante 'Mulholland Drive'. El motivo es que el propio Lynch deslizó a los medios de comunicación que no sabía lo que estaba rodando. Esto puede tomarse en serio o, como yo, en broma. Exacto, no creo que Lynch filmase esta película sin tener idea de conjunto e, incluso, sin saber el propósito de cada secuencia que rodaba. Pero está claro que es mucho más sencillo decir que no la película no va de nada y dejar reposar el trasero en el sofá, cómodamente, pensando en lo que se tiene que hacer al día siguiente, mientras pasan los minutos. Lynch no sabía lo que hacía, así que, ¿para qué esforzarme yo?

Bueno, es una actitud tan respetable como otra cualquiera. Pero creo que no es la adecuada. Por mi parte, me tomé el visionado de 'Inland Empire' como un ejercicio de destreza mental, como si se tratase de un gran acertijo cinematográfico, donde el director me quiere contar algo pero no lo va a hacer de un modo convencional, donde lo que se ve y se oye no es necesariamente lo que ocurre en la historia, sino sólo un instrumento más para componer una obra artística diferente, cautivadora. Así me lo tomé. Sin embargo, en mi papel, Lynch no me dio lo que esperaba. Supongo que, a veces, soy muy exigente.

Encontrar el argumento oficial de 'Inland Empire' es algo sencillo. Así, la película, teóricamente, gira en torno a la historia de un misterio y a una mujer en problemas. Ésta es, más o menos, la sinopsis que mi compañero Red Stovall puso en aquel post de los estrenos del día 23 de febrero y es lo mismo que aparece en otros sitios. Por cierto, a pesar de que se estrenó ese día, a Granada llegó hace muy poco y a Cádiz me consta que aterriza en breve (un único día). Independientemente de lo que pueda parecer la película, este sistema de distribución huele muy mal, ¿no? Sobre todo teniendo en cuenta que la infantil 'Piratas del Caribe 3', por poner un ejemplo, se estrenó en todas partes e incluso en 5 salas de un mismo multicines. Penoso.

Volviendo a la "trama" de Inland, mi compañero Carlanga reflejaba lo siguiente en otro post: Nikki, actriz casada, recibe la oferta de trabaja en una película dirigida por Kingsley. Su coprotagonista se llama Devon. Nikki interpretará a Sue, mientras que Devon será Billy. Terminan en la cama y comienzan a usar los nombres de sus roles en el filme. A partir de este punto, es imposible dilucidar si Nikki es Sue o Sue es Nikki. Imposible o innecesario, según se mire.

Sin embargo, la película de Lynch aspiraba a ser mucho más ambiciosa que todo eso. Se supone, vamos, viniendo de él. Porque ciertamente lo que vemos, lo que Lynch nos entrega, es muy decepcionante. Disfrazar la mediocridad de complejidad a través de un montaje errático y voluntariamente confuso es la salida del cineasta, que, seguro, debió sentirse igual que yo al ver que su obra no era más que un ejercicio de egocentrismo descontrolado. Mi compañera Beatriz, su "polémica" crítica, se refería a todo esto de la siguiente forma: "un pésimo montaje intentado dar coherencia y unidad lo que no la tiene y, al final, consiguiendo una obra farragosa y caótica".

En Inland hay una secuencia de unos conejitos hablando

En realidad, la película es tremendamente sencilla. Toda la historia se explica fácilmente. Sólo tienes que coger la materia útil en medio de tanja paja audiovisual e imágenes supuestamente sugerentes (Lynch piensa eso), pero que sólo están ahí para despistar de la trama principal. Como lo de los conejos en el salón. Eso es un pegote que no tiene nada que ver con la trama. Sólo pretende generarte confusión. Y, ciertamente, lo consigue. Pero una confusión inútil y bastante facilona, como todo en este desastroso film. Pero vamos a lo esencial. ¿De qué va la historia de 'Inland Empire'? De una actriz que se siente una puta, tanto dentro como fuera de la película, como mujer y como profesional del cine. Y punto. Es lo único que hay que entender. Pero claro, ¿cómo haces esto interesante? Liándolo todo y diciendo a todo el mundo que a ver si tienen narices de entenderla. Es tan sencillo como lo he escrito. Lo podéis comprobar viendo de nuevo la película. Si tenéis un estómago muy sólido y ganas de perder más el tiempo, claro. Supongo que habrá un publiquillo ahí fuera, de los que alquilan a Bergman para llenar las madrugadas solitarias, que pensará que hay mucho más, pero sólo tenéis que preguntarle para dejarlos mudos. Uno de sus ídolos ha caído y no lo van a aceptar fácilmente.

Lynch se rodea de actores de prestigio y calibre para su nada acertada incursión en el cine de autor más facilón, barato y onanista. De este modo, en la película vemos, con evidente cara de no saber lo que está pasando, a gente como Jeremy Irons, Justin Theroux, Harry Dean Stanton (protagoniza una escena de carcajadas) o Julia Ormond. De su labor, sólo puedo reafirmar lo que ya dijo Red Stovall en su elegante "crítica", cuando comentaba que "al gfjgusdhf uisdhg dgiuh iusdhgh ghs huisdh gih sdgih uighih gfh dfhg gjhsdg". Amén.

La principal protagonista, la que carga con todo el caos, es la estupenda Laura Dern, que espero haya aprendido la lección y borre el número de Lynch de su móvil. Si bien 'Inland Empire' supone redescrubir a una inmensa actriz, ella debe haberlo pasado bastante mal construyendo un personaje que va dando tumbos a lo largo de todo el metraje, siendo cosas muy diferentes cada vez, mareándose por gracia de un guión inexistente. Lynch perdió una buena oportunidad, a ver si se ha dado cuenta.

En definitiva, 'Inland Empire' es una tomadura de pelo, un fallido experimento de Lynch que no se sostiene en ningún momento. Dern se merece un premio por haber tenido que trabajar en este despropósito. Ella es lo único salvable de la experiencia decepcionante que nos ha entregado Lynch. Bueno, y lo de los conejos que hablan sin coherencia entre ellos. Eso es inolvidable. Lynch, péinate y vuelve a hacer cine como antes, hombre. No es tan difícil.

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