Una década dogmática

Una década dogmática
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París, 22 de marzo de 1995. En el teatro Odeon se celebra un simposio sobre el futuro del arte cinematográfico. Ese año, 1995, el cine cumplía su primer siglo y el simposio forma parte de las festejos de la fecha. Le tocaba el turno ante los micrófonos al director danés Lars von Trier.

Nadie esperaba lo que sucedió a continuación. Von Trier leyó un manifiesto sobre el tipo de cine que se hacía entonces y sobre el tipo de cine que se haría a continuación.

También leyó una especie de código de conducta, conformado por diez puntos, que habría de llamar Voto de Castidad y que serviría de guía para la realización de ese nuevo cine. Acto seguido, el director arrojó panfletos impresos con ambos textos, a la concurrencia entusiasmada.

Nacía así, en París como toda vanguardia que se respete, el movimiento Dogma95.

Tanto las reglas como el manifiesto habían sido redactadas, en sólo 45 minutos y muertos de risa, por von Trier y Thomas Vinterberg, quien se haría célebre con Festen, el primer filme Dogma. Ambos habían concebido las reglas y manifiesto durante el rodaje de Riget, una serie de TV en la que usaron diminutas videocámaras y apenas iluminación.

La reacción del mundo cinematográfico fue inmediata. Muchos realizadores abrazaron, con un fervor casi religioso, los postulados del Dogma. Otros, acaso la mayoría, los rechazaron, algunos sinceramente indignados. Von Trier creó un pequeño escándalo por el contenido explícito de su aporte al movimiento, Los Idiotas, Dogma #2 (en la foto).

Diez años después, es innegable que su influencia se siente en más de una película tradicional y hasta en la publicidad. A la fecha se han estrenado 37 films Dogma y está a punto de ser estrenado el número 38: In your hands de la danesa Annette K. Olesen, el décimo filme danés Dogma.

El diario inglés The Guardian publica el testimonio de varios de los protagonistas del movimiento.

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