Bobby, el carisma de un líder

Bobby, el carisma de un líder
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Lo que uno tiene claro al ver la película de Emilio Estevez es el hecho de que la llevaba mucho tiempo madurando, tanto que tenía muy claro lo que quería contar. Y cuando se admira una personalidad, de la manera como lo muestra Emilio Estevez en 'Bobby', se está siempre rodando el precipicio, con el peligro que implica terminar haciendo una película empalagosa.

Y Emilio Estevez consigue salir con sobresaliente del empeño. Y lo hace construyendo una historia cuyo germen está en el asesinato de Robert Kennedy y en uno de los grandes discursos que dio, que une en la excelente secuencia final. A partir de ahí crea toda la amalgama de personajes que son un perfecto retrato de la sociedad americana de finales de los 60 y principios de los setenta (los problemas raciales, la guerra de Vietnam, la pobreza, el sueño americano, la pérdida de la ilusión por un pasado glorioso, las celebridades acabadas, las infidelidades, el descubrimiento de las drogas...), todo está en ellos y todo tiene sentido con esa secuencia final.

Crea una película homenaje a Robert Kennedy, convirtiendo a éste en un personaje más de la película, aunque sea el eje de la misma. Y ahí está el acierto, no sólo en la forma de enfocar la historia, sino también en las hechuras que demuestra como director Emilio Estevez, con bastante influencia de la televisión (buenos travellings de personajes que se van moviendo y entrecruzando cuando caminan).

Además, el hecho de repartir la historia entre muchos personajes, pequeños relatos que dan forma al conjunto, permite a los actores demostrar su capacidad en intensas y breves actuaciones. Excelentes las escenas de la cocina con Laurence Fishburne y Freddie Rodriguez, y el canto al rey Arturo, o como las de la peluquería entre una gran Sharon Stone (que gran caracterización la suya), que le está dando un curso intensivo de actuación a una aplicada Lindsay Lohan (que hace intuir que debe dar un giro a su carrera), o como el renacer de una Demi Moore, que por una vez actúa, con un caramelo como el que le entrega Emilio Estevez.

Son pinceladas, pequeños papeles e intensos, de gente que cree en la historia, en lo que se cuenta, y en la actualidad que tienen, tanto los discursos como las imágenes que se recrean. Tiene casi 40 años, pero los discursos de Robert Kennedy siguen vigentes, reales. Cambien Vietnam por Irak, y Bush por Nixon, o por cualquier político actual. Escuchando las palabras de Robert Kennedy, los discursos, uno se queda embobado ante el carisma de un líder. De alguien que pareció poner a todo el mundo de acuerdo. Con su muerte, murió algo de la sociedad americana. Pero para eso está el cine, para recordarnos la figura con hechuras de un gran personaje.

Cuanto aprenderían los políticos de ahora. Sólo por esto último merece la pena ver esta película. Dos horas para reflexionar, y para descubrir, que el pasado se repite, y que por aquellos días existían políticos que realmente merecían la pena.

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