'Colombiana', de Nikita a Terminator

'Colombiana', de Nikita a Terminator
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Luc Besson parece en estos momentos la respuesta europea a un productor del estilo de Jerry Bruckheimer. Productos destinados a la pura evasión sin más pretensiones que las de hacer pasar un buen rato, uno de los principales objetivos del cine, pese a quien pese. Los excesos del productor de cintas como ‘La roca’ (‘The Rock, Michae Bay, 1996) —cito esta película como un ejemplo positivo, ojo— son sustituidos en la cintas de Besson por una acción más física, aunque muchas veces igual de atropellada, y por una ambientación más exótica. En las coproducciones con Estados Unidos hay más medios, actores más famosos, aunque eso no indica que sean mejores que las producciones puramente francesas. En cualquier caso, Besson sabe lo que se hace y en estos momentos ya tiene su imperio montado al igual que Bruckheimer.

Cuenta mi compañera Beatriz en su texto sobre ‘Colombiana’ (id, Olivier Megaton, 2011) que es una película en la que lo mejor no es pensar. No estoy de acuerdo con tal aseveración por una razón de lógica aplastante, en cualquier tipo de situación es mejor pensar que no hacerlo. Entiendo que en este caso mi compañera se refiere sin duda a que el film puede ser más disfrutable si no nos paramos a pensar en la cantidad de incongruencias o fallos de otra índole que la cinta posee. No obstante considero que no debemos hacer ese flaco favor al ya de por sí infravalorado —muy injustamente— cine de acción. Debemos ser exigentes, debemos aspirar a cine de acción decente y que no le falte al respeto al espectador. De lo contrario tendremos productos como esta ‘Colombiana’.

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El film de Megatón gira en torno a la venganza de Cataleya —Zoa Saldana sin maquillaje azul— hacia los asesinos de sus padres, a los que vio morir a la temprana edad de 9 años. Logrando escapar de Colombia a Estados Unidos será acogida por su tío, quien le enseñará a ser una asesina profesional. con los años Cayetana alimentará sus ansias de venganza y estará dispuesta a llevarla a cabo, cueste lo que cueste. El recuerdo de películas como ‘Nikita, dura de matar’ (‘Nikita’, Luc Besson, 1990) y ‘El profesional’ (Léon’, Luc Besson, 1994) navega por las imágenes de ‘Colombiana’, pero nada que ver como ambas películas, sobre todo la segunda —sin duda, el mejor trabajo de su director, una proeza que parece no repetirá nunca—. La película es un continuo desfile de despropósitos que sobrepasan continuamente los límites de lo creíble.

Y he ahí uno de los problemas de las producciones Besson, que muchos de sus argumentos son lastrados por la inclusión de elementos que los hacen difíciles de creer. Y no estoy intentando decir que lo narrado en un film de acción no es creíble por su imposibilidad en la vida real, sino a ser coherente dentro del universo creado. Siempre pongo los mismos ejemplos: ‘Jungla de cristal’ (‘Die Hard’, John McTiernan, 1988) y ‘Star Wars’ (id, George Lucas’, 1977) son films creíbles de principio a fin porque no traicionan en ningún momento su universo. ‘Colombiana’ es un exceso que ni siquiera sobrevive desde la perspectiva de un tebeo, y por mucho empeño que pongamos de nuestra parte, la complicidad no llega a producirse nunca. Y es que más que estar ante una historia de acción sobre una venganza, pareciera que estamos asistiendo entre otras cosas a una aventura mediocre de una superhéroe.

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No puedo empatizar cuando al poco del inicio una niña de tan sólo 9 años, que ha sido testigo del asesinato de sus padres y completamente rodeada de los asesinos, clave a la mesa la mano de uno de ellos —interpretado al menos por Jordi Mollá un poco mejor de lo que hizo en ‘Dos policías rebeldes II’ (‘Bad Boys 2’, Michael Bay, 2003)— con un enorme cuchillo, de repente se convierta en poco menos que Spider-Man y se libre de sus asaltantes con una habilidad pasmosa. Pasados los años y ya convertida en una fría asesina —y que por cierto, también tiene tiempo para el amor, así vemos su lado sensible— se sobreentiende un entrenamiento, a lo que también hay que sumar conocimiento —una asesina cachonda y además culta, es mucho más cool—, algo que su tío le hace ver en una secuencia de lo más grotesca. El problema es que Cayetana no tiene el más mínimo problema en hacer todo lo que hace, es absolutamente invencible.

Cayetana no parece una fría asesina perfectamente entrenada para llevar acabo sus misiones y además tener tiempo para una venganza personal, ni siquiera se parece a una versión femenina de James Bond con toques de Catwoman, en realidad parece un trasunto del mismísimo Terminator, debido a su carácter prácticamente indestructible, nada le frena. Esto hace que pensemos que los villanos de la función son realmente estúpidos, ya que no le hacen ni el más mínimo rasguño a su agresora y se les ocurre la única cosa que podría cabrearla aún más. Cuando además de una acción atropellada e increíble en sus situaciones, tenemos personajes que no poseen ni una neurona, uno no tiene el ánimo de seguirle el juego a la película. Por otro lado, personajes con posibilidades como el de Cliff Curtis quedan desdibujados en beneficio del central, la única estrella de la función. Una función nada interesante, siempre abocada a la exageración y la improbabilidad.

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