Mi traicionera memoria me ha jugado una mala pasada. Cuando hoy deberíamos haber comenzando el caminar por la década de los ochenta con la primera de las once películas que se produjeron en diferentes puntos del planeta con el cómic como base, un destello de algo casi olvidado asomó a mi recuerdo activado por un resorte que, en principio, nada tendría que ver: buscando entre mi videoteca un dvd que creía no tener, mis ojos pasaron ante la caja con 'Battlestar Galactica' (id, 2004-2009), y la concatenación visual de imágenes fue de la nueva encarnación de la serie a su antecesora y de ésta a una oscura imagen de algo que resonaba por mis neuronas como tremendamente parecido a la cabecera creada por Glen A.Larson a finales de los setenta.
Una rápida búsqueda por la red confirmó mis sospechas, había una parada más que hacer en 1979 antes de pasar a 1980, y esa parada era con un personaje que, curiosamente, es el antecesor directo del personaje al que nos aproximaremos el próximo martes y uno de los ejemplos más tempranos del acercamiento entre séptimo y noveno arte, ya que, aunque no lo comenté en su momento por ese olvido sobre el personaje que acabo de apuntar, 'Buck Rogers' fue adaptado a serial cinematográfico a finales de los años treinta del pasado siglo.
'Buck Rogers', el cómic
El personaje de Buck Rogers, inicialmente llamado Anthony Rogers, apareció por primera vez en 1928 en las páginas de 'Armageddon 2419 A.D', un relato ideado por el escritor Philip Francis Nowlan que tan sólo unos meses después, y tras contratar los servicios de Dick Calkins como ilustrador de una potencial tira cómica, vería la luz en las páginas de varios rotativos estadounidenses, iniciando una estancia en los periódicos que se mantendría hasta 1967, año en que fue cancelada para conocer una segunda y breve etapa entre 1979 y 1983.
Trasladado primero a la radio y después al citado serial cinematográfico, las aventuras originales de 'Buck Rogers' giran en torno a un veterano de la Primera Guerra Mundial que, expuesto a un gas radioactivo mientras investiga unos inusuales fenómenos en una mina de carbón abandonada, entra en un estado de animación suspendida en el que se mantendrá durante 492 años, despertando en el 2429 en medio de otro conflicto armado, viviendo a partir de entonces imposibles aventuras que, en la mejor tradición pulp, le llevarán a explorar un planeta arrasado tras siglos de guerra y a enfrentarse a los temibles mongoles rojos, dueños y señores de gran parte del territorio que antes había sido Estados Unidos.
'Buck Rogers in the 25th Century', basura espacial
Con una primera serie emitida por la ABC entre 1950 y 1951, el renovado interés por la ciencia-ficción de corte fantástico que el estreno de 'La guerra de las galaxias' ('Star Wars', George Lucas, 1977) había suscitado en el público de la época —y por interés quiero decir, obviamente, desmedido interés— provocó la súbita aparición de películas y series que iban desde el moderado homenaje a la copia descarada de los planteamientos que habíamos visto en esa "galaxia muy, muy lejana".
En esta tesitura apareció el nombre de Glen A. Larson, un productor televisivo que ya tenía en su haber títulos como 'El virginano' ('The Virginian', 1962) y 'The Six Million Dollar Man' (id, 1973) y que, entre 1978 y 1979, crearía una de las cabeceras de la pequeña pantalla más recordadas por aquellos que pasamos nuestra infancia durante el primer lustro de los ochenta. Me refiero, obviamente, a 'Galáctica, estrella de combate' ('Battlestar Galactica', 1978-1979) que, con tan sólo dos temporadas, se convertiría en un claro referente de la ciencia-ficción de los setenta narrando la historia de una gigantesca nave espacial que recorre el cosmos buscando un legendario planeta llamado Tierra.
Casi al mismo tiempo que ideaba 'Galáctica', y viendo el potencial que tenía el género, Larson —que sería responsable durante los ochenta de títulos tan "poco" conocidos como 'Magnum P.I' (id, 1980-1988) o 'El coche fantástico' ('Knight Rider', 1982-1986)—, se asoció a Leslie Stevens, el creador de la mítica 'Rumbo a lo desconocido' ('The Outer Limits', 1963-1965), para revivir a un personaje que llevaba tiempo sin ser aprovechado y que atesoraba suficiente atractivo como para convertirse en un éxito similar a su otra producción en antena.
Por supuesto, y como siempre ha sucedido con las series de televisión norteamericanas, la filmación de un piloto era necesaria para convencer a los ejecutivos de la Universal de la viabilidad del proyecto. Rodado éste, con Gil Gerard —un semi-desconocido que había intervenido en papeles de poca relevancia en la pequeña pantalla— como el héroe del siglo XX que se despierta en el XXV, y dado que el episodio piloto de 'Galáctica' había sido proyectado en ciertas salas de cine con gran éxito de público, los responsables de la major decidieron acudir a la misma estrategia de cara a su nueva cabecera y así fue como 'Buck Rogers in the 25th Century' (id, Daniel Haller, 1979) fue vista por primera vez en los países en los que llegó a las salas de cine entre marzo de 1979 y enero de 1980.
Alterando algunos detalles de poca relevancia con respecto al origen del personaje en el cómic y el relato —Rogers es ahora un astronauta que, en misión de exploración, se ve transportado al futuro— lo primero que queda muy claro al ver 'Buck Rogers in the 25th Century' es de quién es la mano detrás de su producción: con similares horteras detalles a los que pudimos ver en 'Galáctica', como el diseño del robot que acompaña al protagonista o lo "llamativo" del diseño de vestuario, la cinta es prima hermana de la otra producción de Larson que, a su vez, es directa heredera de 'La guerra de las galaxias' con lo que, en última instancia, lo que aquí nos vemos obligados a contemplar —es un decir, nadie debería estar obligado a visionar este esperpento— es un refrito con lo peor de ambos mundos sazonado con el ecléctico espíritu de los setenta.
Antes de seguir, hay que dejar claro que este filme es una desproporcionada broma de principio a fin y que, considerada como tal, no debería ser juzgada según los parámetros que solemos usar por este espacio para ponderar las virtudes y defectos de una producción. El problema, es que como broma, es una de muy mal gusto, sobre todo por un feo detalle que estropea la potencial valoración positiva que de ella se podría haber efectuado; y es que, con todo sus pros y contras, 'Buck Rogers' NO es entretenida. Un fallo bajo mi punto de vista garrafal que hace que el transitar por sus interminables 89 minutos se convierta en un ejercicio no apto para todas las paciencias.
No sé si holgará afirmarlo o no, pero es de cajón que, siendo una producción fantástica para televisión de los años setenta, el nivel artístico del filme es limitado, algo observable en ese vestuario que citaba antes —y lo de llamativo era un eufemismo de "hortera hasta decir basta"—, en el diseño de unas naves que copia descaradamente a las del universo "Lucasiano", y en ciertos decorados que, alzándose como lo mejor de la cinta, tienen la desvergüenza de ser reciclados de 'Galáctica'. Y mejor no hablamos del guión, con pasajes absurdos que no llevan a nada —esa ciudad en ruinas—, de las ¿interpretaciones? o de escenas de esas que ponen a prueba el estoicismo de aquél incauto que a la cinta se acerque —creo que necesitaré años de terapia de choque para superar el numerito del baile discotequero—.
Como decía, sin sentido del humor que la sustente —o con uno muy erróneo—, y sin capacidad alguna para el entretenimiento, 'Buck Rogers in the 25th Century' es, directamente, una mala película, una calificación que pocas veces suelo usar a la hora de referirme a una producción pero que aquí esta merecida con creces. Eso sí, poco importó la calidad a los ejecutivos de la Universal cuando vieron que el filme recaudaba 21 millones de dólares, dando luz verde a una serie que se mantendría únicamente dos años en antena y que, al parecer —no puedo daros información de primera mano porque no la he visto— aumentó sobremanera toda la componente absurda que aquí campa a sus anchas de principio a fin. Ver para creer.
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