A veces, la mejor forma de sorprender no es añadiendo más, sino quitando todo lo que se da por hecho. Eso es exactamente lo que ocurre cuando una historia decide ir a contracorriente y romper con las expectativas desde su misma base, por ello, nada hace pensar al espectador medio que 'Pluribus' vaya a ser la serie que rompa con los clichés de la ciencia ficción tal y como la conocemos.
A simple vista, es una historia sobre un mundo cambiado para siempre por una fuerza alienígena, con esa mezcla de misterio y reflexión que caracteriza las grandes ficciones. Pero detrás de las cámaras, Vince Gilligan, el creador de series como 'Breaking Bad' y 'Better Call Saul', tenía muy claro desde el principio que no quería repetir fórmulas ni recrear tropos clásicos del género. Quería algo distinto, no solo en el argumento, sino en cómo se siente, se ve y se escucha cada escena de 'Pluribus'.
Gilligan pasó casi una década rumiando la idea antes de tener una visión clara de lo que quería construir, y una vez la tuvo, se marcó dos directrices: que el show fuera diferente a cualquier otra serie de televisión y, además, que no se pareciera a nada de lo que él mismo había hecho anteriormente. Ese compromiso con la originalidad impulsó cada decisión creativa del equipo, desde el guion hasta la puesta en escena de cada episodio.
La serie, que parte de una premisa grande de un virus alienígena que transforma a casi toda la humanidad en una mente colmena pacífica y feliz, se vive de forma íntima a través de la protagonista, Carol Sturka, una autora de novelas rosas que se mantiene inmune a ese cambio global.
En lugar de seguir la narrativa habitual de explosiones, batallas y misiones heroicas, 'Pluribus' presenta un viaje introspectivo donde la protagonista se enfrenta a un mundo que todos aceptan menos ella. Esa falta de clichés, esa ausencia deliberada de los elementos típicos de la ciencia ficción (naves, invasiones espectaculares, héroes invencibles) es parte esencial del ADN de la serie.
Gilligan incluso escribió los primeros guiones antes de contárselo a casi nadie, y cuando lo hizo fue a Rhea Seehorn, con quien ya había trabajado en 'Better Call Saul', porque quería que ella fuera la protagonista. La escritura centrada en Carol y su perspectiva hace que esta serie sea menos una historia de supervivencia global y más una meditación lenta sobre identidad, pérdida y lo que significa mantener la autonomía en un mundo que ha renunciado a ella.
La intimidad como eje de una historia global
En lugar de ceder a la tentación de llenar la pantalla de efectos especiales, Gilligan y su equipo apostaron por restar elementos a la narrativa visual. El diseño de producción puso el foco en espacios mundanos reforzados con detalles calculados para comunicar la transformación social que ha sufrido la humanidad, mientras que los efectos visuales se centraron más en eliminar vida y movimiento de las escenas que en añadir espectáculo, logrando esa sensación inquietante de un mundo demasiado eficiente.
Esa decisión tan inusual tiene una lógica clara: en vez de mostrar hordas de humanos o batallas apocalípticas, 'Pluribus' refleja una quietud que pone al espectador en la piel de Carol. La ausencia de acción frenética sirve para subrayar que lo extraordinario no siempre se cuenta con explosiones, sino con silencios y miradas. El resultado es una ciencia ficción que actúa como espejo, obligando a la audiencia a cuestionarse qué daría por perdida si todo "funcionara" a la perfección.
Al final, lo que Gilligan ha logrado con 'Pluribus' es una obra que parece estar más interesada en la condición humana que en los tropismos habituales del género. El mundo que presenta es grande, sí, pero el foco narrativo nunca pierde de vista lo personal y lo emocional.
De ahí viene su fuerza: no porque desafíe la física o cause impacto visual inmediato, sino porque desmonta las expectativas del espectador y propone una ciencia ficción que se siente rara, inquietante y, sobre todo, profundamente humana aun cuando explora lo colectivo.
Fotos de Apple TV
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