Crónica de un engaño al espectador

Crónica de un engaño al espectador
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‘Crónica de un engaño’ (‘The Other Man’, 2008, Richard Eyre) es un caso más de película que llega con retraso a nuestras pantallas, algo de lo que nunca nos libraremos ni con la existencia de la red. Las distribuidoras tendrán sus razones, evidentemente, pero no parecen querer aprender que este tipo de retrasos, que incluso se producen con películas relativamente importantes, animan a que el consumidor elija vías alternativas para ver esas películas que nunca llegan, y no, no me refiero a reservarlas en el videoclub cuando salgan editadas en DVD. Por cierto, que me apuesto algo a que esta película no tarda demasiado en salir al mercado doméstico.

Los motivos por los que ahora deciden estrenar esta pequeña película pueden encontrarse tal vez en su conocido reparto. Liam Neeson, Antonio Banderas —publicidad añadida al tratarse de uno de nuestros actores, aunque ¿alguien la ha visto muy anunciada?— y Laura Linney forman por sí solos el suficiente atractivo para acercarse a ver una película —sí, incluido nuestro Toñito—. El problema es que no estamos ante la mejor muestra de sus distintos talentos, sorprendente en el caso de Neeson y esperable en el caso de Banderas aunque no tanto. El caso de Linney es distinto, la brevedad de su papel es lo que lamentamos.

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Por otro lado resulta absurdo a estas alturas —algo que ya he dicho millones de veces— hablar de los títulos de las películas extranjeras en nuestro país. Y no sólo en el nuestro, si nos vamos a Sudamérica la cosa está igual o peor. En el caso de la película que nos toca, ‘Crónica de un engaño’ suena a telefilm barato de misterio o algo similar, y lo cierto es que en bastantes momentos lo parece. ‘The Other Man’, su título original, es mucho más sugerente, y haberlo traducido simplemente por ‘El otro hombre’ no hubiera estado nada mal, pero no, hay que poner títulos presumiblemente más llamativos y comerciales, algo que no es criticable hasta cierto punto —una película debe poseer el título que le han puesto sus creadores y punto, lo de más son chorradas—, si no fuera porque muchas veces no consiguen ese efecto, más bien todo lo contrario.

‘Crónica de un engaño’ está basada en una historia corta de Bernard Schlink, el mismo del que se adaptó una obra suya en la magistral ‘The Reader’ (id, 2008, Stephen Daldry), aunque la diferencia entre ambas películas es simple y llanamente abismal por no decir infinita. La película dirigida por Richard Eyre —que consiguió cierto prestigio con la floja ‘Iris’ (id, 2001) y la correcta ‘Diario de un escándalo’ (‘Notes of a Scandal’, 2006)— cuenta la historia de Peter, un importante director de una empresa cuya esposa fallece, descubriendo al poco tiempo que ésta tenía una amante. Movido por la curiosidad se desplaza hasta Milán, donde su mujer se encontraba con un hombre español con el que vivió una intensa historia. Peter entabla relación con el desconocido mientras planea una venganza corroído por los celos.

Eyre desaprovecha todas las posibilidades de la historia. Nada sobre el triángulo amoroso, con la interesante propuesta de que el marido se entera una vez muerta su mujer. Nada sobre el destructivo mundo de los celos. Nada sobre la relación que un hombre entabla con el amante de su mujer. Nada sobre el dolor de perder a la persona amada, descubrir que no siempre fue sincera, e intentar por todos los medios quedar en paz con todo ello. Eyre pone las cartas sobre la mesa pero no las juega, no llega a profundizar de verdad sobre todo lo planteado y algunas de las subtramas que aparecen —la hija del protagonista y su pareja— tampoco reciben un buen trato. La película dura menos de hora y media, y como evidentemente no nos encontramos en los tiempos del cine clásico donde la capacidad de síntesis que había era brutal, Eyre no dispone de tiempo suficiente para desarrollar todos los aspectos de la trama. Además engaña al espectador con cierto detalle sobre la muerte del personaje femenino y que no descubrimos hasta bien avanzada la acción para comprobar que esa omisión no viene a cuento.

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Liam Neeson, que últimamente se apunta a un bombardeo, ofrece una de sus más flojas interpretaciones, especialmente cuando debe comportarse como un rabioso celoso que no entiende cómo su mujer le pudo ser infiel, otro de esos aspectos descuidados de la cinta. Antonio Banderas es de lejos el peor de todo el reparto no siendo capaz de dar personalidad a uno de esos perdedores que tan bien suelen quedar en el cine, y Neeson aún en horas bajas le gana la partida. Banderas, actor que ha demostrado más de una vez poseer cierto carisma para determinado tipo de personajes —por ejemplo, cierta joyita de John McTiernan— se extralimita en una interpretación llena de histrionismo y sólo ofrece un buen momento, reservado únicamente el público español y que nada tiene que ver con la calidad de la película, aquel en el que se caga en la puta por una jugada de ajedrez dando a entender el fuerte carácter pasional de los españoles.

Tercera en discordia, casi el McGuffin de la película, Laura Linney, una actriz que le basta con su sola presencia para conquistar al espectador. La pena es que en ‘Crónica de un engaño’ sus apariciones son muy breves, aunque hay intensidad en todas ellas, la que no reflejan en ningún momento sus perdidos compañeros de reparto, que protagonizan uno de los momentos más irrisorios del cine de los últimos años, el de una cena absurda con la que se pretende homenajear a la fallecida y de paso limar asperezas. Por supuesto el trabajo de Linney no llega para salvar una película floja y aburrida, y que se olvidará pronto, antes incluso de ser retirada de cartelera.

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