'El Arco', un bonito cuento

'El Arco', un bonito cuento
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Kim Ki-duk me tiene totalmente fascinado, y eso que la primera película que vi de él fue 'Primavera, Verano, Otoño, Invierno, Primavera...' y no me convenció en absoluto aparte de aburrirme soberanamente. Pero luego con films como 'Hierro 3' o 'Samaritan Girl' lo cierto es que la cosa cambió y para bien. Son películas que además crecen en el recuerdo, de esas que no te puedes quitar de la cabeza y que cuando las vuelves a visionar te fascinan todavía más, algo que por cierto a mí me ocurre con otros directores, en el caso de apreciar un estilo, o de una película en concreto. Es un placer inmenso comprobar cómo en ese segundo visionado, o tercero, o cuarto, determinada película cobra aún más importancia y se te revela como un verdadero festín para los sentidos, mucho más allá que la primera vez que la viste. Y esto concretamente pasa mucho con este tipo de cine proveniente de oriente, el cual está sujeto a otras formas de narración. Para disfrutar, si se quiere, de estas películas hay que cambiar el chip de lo que ya estamos acostumbrados, o nos obligan porque nos lo machacan, a ver. Esto tampoco quiere decir que la película vaya a gustar a todo el mundo, de hecho, sería injusto utilizar ese argumento para defender o atacar una película, y que vaya acompañado del típico "es que no la entendiste". Me consta que hay gente con un buen criterio que ha entendido de sobra la película, y no por eso tiene que gustarle a narices.

El argumento de 'El Arco' es bien sencillo. Podríamos resumirlo en la historia de un anciano que ha tenido durante siete años a una niña, que está a punto de ser mujer, a la que ha cuidado con todo su cariño, pero a la que nunca ha dejado salir de un barco en el que ambos viven. Pronto la chica cumplirá los 17 años para poder casarse y el anciano espera, pacientemente unos días, y otros no tanto, a que llegue el día en el que poder unirse con la que parece su última oportunidad de amar, espiritual y físicamente.

Hablando de esto último, decir que la película tiene una fantástica, en el sentido bueno y en el perteneciente al género fantástico, de representar el acto sexual, y en dos tiempos distintos. Por un lado tenemos las secuencias en las que todas las noches tanto el anciano como la chica duermen separados en una litera y él le coge la mano para acariciarla, es lo máximo a lo que podrá llegar antes de la boda, tanto por respeto a la chica como por tradición. Sin embargo, eso no deja de ser una escena de sexo enormemente sutil y llena de sensibilidad. Después en determinada escena clave tenemos lo que sería la escena en sí, pero alejada completamente de todo lo que estamos acostumbrados a ver en cintas más occidentales. E incluso orientales, habría que decir, porque en dicha secuencia se ve reflejada muy claramente una de las constantes del cine de Kim Ki-duk, y es que a este director le encanta vestir sus historias de un halo fantástico, como de cuento, con el que subrayar momentos cumbre de las mismas. Algo que a veces usa en mayor cabtidad y otras en menor. No obstante creo que 'El Arco' es la que más presume de esa característica que ya es sello personal de la casa. Toda la parte final del largometraje, la resolución por así decirlo, tiene un claro aire de fábula que bien podríamos decir que desentona un poco del resto del film, pero que personalmente me fascina por ser una clarísima metáfora, sin las pretenciosidades en las que hubieran caído otros directores, de lo que quiere decir en ese momento, y que evidentemente no voy a desvelar, teneis que sentirlo.

Hasta ese momento la película transcurre con un ritmo pausado externo, perfectamente marcado por el director, y sin embargo es una película menos lenta de lo que cabría esperar. Y es que el ritmo interno de los personajes es otro, un poco más rápido, sufriendo una evolución lógica desencadenada de las mínimas acciones externas que llegan a ese barco que parece perdido en medio de la soledad, la de dos seres que se entienden a la perfección sin necesidad de hablar siquiera, o por lo menos nosotros los espectadores no los oímos, quizá poque no somos merecedores de oir lo que dicen. Que los dos protagonistas principales no pronuncien ni una sola palabra en toda la película es uno de los aciertos de guión más originales del film. Al igual que la ausencia de nombres propios en todo el relato.

La interpretaciones, absolutamente fantásticas, apoyan a la perfección el tono de la historia. Por un lado tenemos a Jeon Seong-hwang, quien sólo ha participado en dos películas, pero parece que lo haya hecho en mil. Su rostro cansado, lleno de melancolía y también de experiencia, es profundamente poético, y sus intervenciones están todas justificadas en el cuidado guión, y es que este personaje podría haber caído fácilmente en la exageración. A su lado, la joven y hermosa Han Yeo-reum, quien ya había trabajado con el director en la dura 'Samaritan Girl' donde lo hacía de maravilla. Aquí vuelve a repetir la operación, y la actriz consigue una equilibrada interpretación con un personaje que cabalga entre la inocencia y cierta perversidad femenina. Es curioso que esta actriz también tenga muy poco trabajos en su haber.

No me olvido de la maravillosa música compuesta por Kang Eun-il, músico al que Kim Ki-duk vio en un concierto y le contrató para esta película. El sonido que se oye es el de un violín coreano (cuyos primeros meses de aprendizaje no se los deseo ni a mi peor enemigo), que se toca como podría tocarse un arco, el del título, que aparte de tocar música con él es utilizado para algo más, que sin desvelar nada, llama poderosamente la atención debido a la delicadeza con la que está filmada cierta finalidad del instumento, u objeto, cójase lo que quiera.

Una buena película, que hace sentir de principio a fin, aunque el giro final en el tratamiento descoloque bastante, por no haber hasta ese momento ni el más mínimo indicio del mismo. Habrá espectadores que se sientan defraudados porque el resto del film les encanta, y habrá otros que se sientan maravillados porque el resto del film no les dice casi nada. Yo personalmente me quedo con las dos partes. Sí, descoloca y le produce inestabilidad al film, pero fascina como sólo los bonitos cuentos fascinan. Ya me quedo con unas ganas tremendas de ver 'Time' el siguiente trabajo de Kim Ki-duk, y que se estrena entre nosostros a finales de Diciembre. En Blogdecine:

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