'El Incidente', los pájaros de Shyamalan

'El Incidente', los pájaros de Shyamalan
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A M. Night Shyamalan se la tienen jurada. 'El Sexto Sentido', su tercer largometraje, fue recibido por todo el mundo con los brazos abiertos, pues fue capaz, a las puertas del siglo XXI, cuando todo parecía visto y contado, de sorprendernos y estremecernos como nadie (un servido coloca sus momentos de miedo a la altura de 'Suspense' de Jack Clayton). Con 'El Protegido' empezó a ganarse a sus fans y a otros los desconcertó. Con 'Señales' los dividió. Con 'El Bosque' los cabreó. Y con 'La Joven del Agua' los chuleó. Pero en todas ellas hay cine de primera calidad, y su mano se nota sin que ésta haya cambiado ni un ápice. Casi lo crucifican cuando nos presentó su brillante ejercicio de onanismo, en el que además tuvo la osadía de filmar la muerte de la crítica cinematográfica, protagonizado por Paul Giamatti. Y ahora que nos ofrece un ejercicio de humildad por todos sus poros, las cruces, el martillo y los clavos vuelven a estar listos. A Shyamalan le pasa como a su admirado Spielberg, y como aquél, tendrá que morirse para que todos vean el genio que hay en él.

SPOILERS

'El Incidente' se le ocurrió a Shyamalan, o eso dice él, en un viaje que hizo a Nueva York, y se le pasó por la cabeza cómo respondería la Naturaleza a los crímenes, por llamarlos así, que hemos cometido con ella. Una idea asombrosa y enormemente eficaz, y que tiene su referente más directo en 'Los Pájaros', aquella obra maestra de Hitchcock. Al igual que en ella, Shyamalan compone un ejercicio de terror de uno de los elementos más sencillos que hay a nuestro alrededor, las plantas, y consigue adentrarnos en el mismísimo miedo, producido éste no por un asesino en serie, o los muertos que reclaman paz, o extraterrestres. Nada de eso, el enemigo es algo tan común como una planta, cuya venganza consiste en soltar una especie de toxina que deja al ser humano desorientado siendo el siguiente paso el suicidio. Más terrible que cualquier monstruo inimaginable por la mente del sufrido espectador. Shyamalan va más allá en su premisa.

Y si la película es precisamente una premisa que parece no avanzar, ésta está llena de situaciones magistrales que ofrecen ese avance alejado de toda progresión conocida. Con un sumo respeto a la serie B de antaño, y en una operación similar a la que ejecutó Frank Darabont en su impresionante 'La Niebla', Shyamalan nos habla del miedo, en líneas más generales, y de como ese miedo nos conduce por los derroteros de la estupidez (atención al momento del asesinato de dos chicos que viajan con los protagonistas) y de la incomprensión o la aceptación (se resisten a creer que algo así pueda suceder a pesar de las evidencias). Al igual que films anteriores Shyamalan demuestra ser un número uno en cuestión de suspense, creando instantes aterradores con el simple uso de la planificación. Sirva como ejemplo la aterradora secuencia en casa de una vieja, o la filmación fuera de campo de algunas de las muertes, prodigios de tempo narrativo y montaje. Y cuando se trata de enseñar las muertes, el director se muestra más gore que nunca, aunque a veces se le vaya la mano como en el momento del zoo, ridículo a todas luces, aunque lo enlaza con uno similar en 'Señales', también visto a través de una pantalla; entonces era un televisor, y ahora acorde con los tiempos, en un iphone.

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Pero no todo es excelencia en la última película de Shyamalan, y algo en lo que en sus films anteriores demostró ser excelente, aquí falla sobremanera: los actores. Bruce Willis, Samuel L. Jackson, Robin Wright Penn, Mel Gibson, Joaquin Phoenix, William Hurt, Sigourney Weaver, Bryce Dallas Howard y Paul Giamatti son actores que han demostrado de sobra su valía, pero que cuando han sido dirigidos por buenos directores, se han marcado interpretaciones maravillosas. Mark Wahlberg y Zooey Deschanel están en el lado contrario de los citados, y Shyamalan es incapaz de hacer algo con ellos (de donde no hay no se puede sacar). No tienen ni la más mínima química, algo esencial para todos los problemas desarrollados de su relación, que si bien son perfectamente definidos en el guión, los actores lo echan a perder con sus pobres interpretaciones. Menos mal que el director construye sobre todo una película de ambiente, y la llena con impresionantes secuencias como aquella en la que ambos personajes deciden estar juntos aún a riesgo de perder sus vidas, momento éste que le sirve a Shyamalan para introducir una de sus constantes: le pide al espectador el creer en algo, siendo esta vez, la victoria del amor sobre todas las cosas. Es probable que el resto de actores estén por encima de la pareja protagonista, sobre todo John Legizamo, de quien disfrutamos más bien poco, y también protagoniza otro momento increíble: todo lo que transcurre en el jeep hasta el instante en el que Legizamo sale del mismo, aunque antes de todo eso tenemos que tragarnos un pequeño ralenti que no viene a cuento.

'El Incidente' es una película magnífica, un relato de puro terror desprendido de lo cotidiano (con el acierto de que el enemigo está quieto o es invisible), una lujosa serie B (prácticamente todas sus situaciones respiran eso), con la que además se permite el lujo de ahondar en las psicosis de la población estadounidenses, con sus típicos miedos a los ataques terroristas. Pero esta vez el ataque no proviene de ningún país cabreado con los USA, ni de secretos experimentos gubernamentales, sino de algo muchos más antiguo y que puebla la Tierra desde mucho antes que el ser humano. Ahora reclama lo que es suyo por derecho propio, y no hay lugar en la planeta en el que se puedan esconder, sobre todo si Shyamlan los encierra en encuadres en los que siempre se ven plantas.

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