'Just Pals', el sentimentalismo de John Ford

'Just Pals', el sentimentalismo de John Ford
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Hablar a estas alturas de John Ford no es que sea perder el tiempo. De hecho, hablar de uno de los más grandes directores que ha dado el cine (para muchos el más grande) nunca está de más. Y aunque ya esté casi todo dicho sobre Ford, siempre es un placer acercarse a una de sus películas para comprobar lo bien que le daba la cosa ésta del cine. En estados Unidos hay editadas una serie de packs dedicados a las distintas épocas del realizador (podría hacer aquí un inciso para despotricar contra los lamentables responsables de las ediciones en dvd de películas en nuestro país, pero el cerebro no les daría para darse cuenta), y en uno de esos packs se encuentra 'Just Pals', film desconocido, que pertenece a la época muda de Ford, en la cual durante un buen tiempo firmó como Jack Ford.

'Just Pals' cuenta una historia que hoy día (hablamos de un film realizado en 1920) puede sonar a ya vista mil veces: en un viejo pueblo americano, conviven el vago del pueblo, al que todos llaman Bim, y un niño huérfano y vagabundo, estableciéndose entre ellos una relación paternofilial. Bim está enamorado de una joven cuya vida en sociedad nada tiene que ver con el vagabundeo, y un día decide ayudarla con una cantidad de dinero desaparecida, algo que acarreará graves consecuencias.

'Just Pals' es, como no, un western, ese género en el que se movía tan bien Ford. Pero no es un western tal y como conocemos los westerns. Digamos que la ambientación pertenece a dicho género. Aquí nos encontramos con un drama por todo lo alto, aderezado con pequeñas dosis de comedia. Una historia por otro lado, bien condensada en los ajustados 50 minutos que dura la película. Eran tiempos de no andarse por las ramas e ir directamente al grano. Aún así, resulta sorprendente a día de hoy, lo bien que condensan en menos de una hora una historia que de hacerse hoy duraría bastante más, sobre todo por esa manía de hacer que las películas duren más de dos horas y media.

El film se centra sobre todo en la relación de los dos personajes centrales. Ese cariño entre un hombre y un niño, y que a muchos nos sonará de ver lo mismo en films posteriores como 'Campeón' o 'Capitanes Intrépidos' por poner dos ejemplos, es lo mejor retratado en el film, y con él Ford hace gala de un sentimentalismo lleno de inocencia, muy típico de la época. Sentimentalismo que Ford fue perdiendo con el paso de los años para dar paso a un lirismo arrebatador, salvo contadas ocasiones, pero eso es otro tema. El caso es que a pesar de ello, Ford logra no caer en la ñoñería más repelente, aunque por supuesto no puede evitar bastantes convencionalismos, y también alguna que otra concesión. Es difícil de creer en cierto momento, el lío en el que se mete el protagonista cuando lo culpan de cierta cosa, excusa argumental para que el dramatismo del film suba como la espuma.

No obstante y por mucho que la película esté firmada por John Ford, el film es un vehículo para el lucimiento de Buck Jones, una de las estrellas más famosas del cine de serie B, protagonista de infinidad de westerns de "segunda categoría", y que por aquel entonces era mucho más famoso que Ford. El actor, sin realizar ningún prodigio de interpretación, sí está convincente, logrando un personaje simpático y con carisma. Una película correcta, entrañable por momentos y con alguna que otra escena con el sello característico de su autor. Ni que decir tiene que en nuestro país esta película no está editada en dvd. Es muda y en blanco y negro. Qué va, qué va. Eso no interesa en un país en el que muchos piensan que el cine se inventó en 1990.

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