'La Banda nos Visita', la música nos une

'La Banda nos Visita', la música nos une
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Hace unas tres semanas se estrenó en nuestras pantallas, haciendo muy poco ruido, una película coproducida por Israel y Francia 'La Banda nos Visita', acaparadora de un buen número de premios en festivales como el de Cannes o el de Copenhage, y vencedora absoluta de los premios de la Academia Israelí, que son algo así como el equivalente a los Oscars. Un éxito atronador en cuanto a crítica y festivales; y sin embargo, aquí son pocos los que la conocen o han visto, ya que, una vez más, las distribuidoras de este santo país deciden dar a conocer otro tipo de productos.

Una verdadera pena, considerando que la película dirigida por el debutante Erin Kolirin, es una de las cintas más sensibles, amenas y divertidas estrenadas en lo que va de año, que déjenme recordar que aún sigue siendo poco más que lamentable. Pero 'La Banda nos Visita' supone un pequeño oasis entre tanta mediocridad, una cinta exquisita, que sin ser perfecta, nos reconcilia con el cine de verdad, gracias, sobre todo a unos personajes enormemente carismáticos y cercanos, un guión casi milimétrico y una cuidada dirección.

SPOILERS

'La Banda nos Visita' cuenta la sencilla historia de una banda de músicos egipicios, que viajan a Israel a dar un concierto. Por un error con el nombre del pueblo, terminan en un destino distinto al que tenían previsto, en un pequeño pueblo en el que apenas pasa nada. Mientras esperan que el error se subsane y alguien los vaya a buscar, se relacionan con las gentes del pueblo, que los reciben con los brazos abiertos y les hacen partícipes de su rutina diaria. La película tiene un tono de comedia ligera y amable, que la acerca al universo de Jacques Tati, sobre todo en su parte inicial, la cual transcurre casi sin diálogos, apoyándose únicamente en lo extravagante de la situación, y unos personajes callados que miran asombrados a su alrededor, a un pueblo todavía más callado, que sin embargo los recibe con los brazos abiertos, ofreciéndoles incluso alojamiento para todos ellos, mientras tienen que esperar al autobús que los llevará al lugar correcto. Es precisamente en esa mezcla, por llamarla así, en ese intercambio cultural, donde la película consigue sus mejores momentos y alcanza cotas de gran altura, gracias a detalles pequeños, sutiles, pero enormemente significativos. Y nada de lo que nos podíamos temer por lo que respecta de su premisa, ocurre. Eran Kolirin no recurre a tópicos sobre las diferencias políticas entre ambos países, aunque en cierto momento se cite de pasada lo mucho que le gustaban a cierta israelí las películas egipcias cuando las emitían por la televisión de su país.

En cambio nos ofrece un acercamiento entre personas de culturas separadas por motivos que no vienen al caso, para hablarnos sobre el entendimiento humano, y sobre la comprensión, a través de la música (casi todas las situaciones están motivadas o porque suena una canción, o porque se habla de instrumentos musicales, y nunca se cargan las tintas en este aspecto) y del amor. Un amor que aflora y late en esos personajes solitarios, cuyas vidas cambian un día porque nuevos amigos irrumpen en sus tranquilas existencias. Es ejemplar, la forma en la que Kolirin acerca a unos y a otros personajes, y cómo éstos intercambian vivencias y experiencias, eso sí, todo enmarcado con un incómodo silencio, siempre roto por la música, nexo de unión entre seres humanos. Cualquiera de las conversaciones entre los distintos miembros de la banda y los lugareños, no tienen desperdicio, pero yo destacaría dos momentos: la opinión de uno de los habitantes sobre la obra incompleta de uno de los músicos (pocas veces se ha expresado de una forma tan maravillosamente sencilla lo que una pieza musical puede hacer sentir), y la ayuda que ofrece el ligón de la banda a uno de los lugareños para cortejar a una chica (momento éste que transcurre sin palabras en una sala de patinaje musical, y que es absolutamente desternillante y emotivo).

Y es que Kolirin demuestra una inusitada capacidad para provocar tanto emociones a flor de piel, como la más sincera carcajada, y jamás sin caer en el chiste burdo o fácil. Y a ello contribuye no sólo el encomiable trabajo de su director y guionista, si no también un elenco de actores, para todos nosotros totalmente desconocidos, pero que están en verdadero estado de gracia. Entre todos ellos sobresalen Sasson Gabai y Khalifa Natour, que dan vida respectivamente al director de la banda egipcia y a una mujer, dueña de un pequeño restaurante, con la que el primero establece una curiosa relación, totalmente alejada de tópicos. La química es palpable, dos seres solitarios a su manera, uno por la pérdida de seres queridos, y otra por amar a hombres que nunca se quedan a su lado, una mujer madura y sin hijos, endurecida por los golpes de la vida, pero que aún tiene mucho que ofrecer a todo aquel que llama a su puerta. No duda un solo instante en ofrecer hospitalidad a ese grupo de hombres perdidos lejos de su hogar y de su destino.

'La Banda nos Visita' es un film sencillo, pequeño y humilde. Probablemente la simpleza de su argumento le impide ser grande, y éste, de menos de hora y media, termina en el momento justo, antes de que empiece a desinflarse rápidamente. Pero es altamente disfrutable, una pequeña joya, dispuesta a brillar en medio del actual panorama cinematográfico, más pobre que nunca. Una de esas películas, que además transmiten un buen rollo increíble, sin querer dogmatizar ni sentar cátedra de ninguna manera. Cuando uno termina de verla, siente unas enormes ganas de llevarse bien con todo el mundo.

Más información | Imdb

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