'La jungla 2. Alerta roja', la mejor película de Renny Harlin

'La jungla 2. Alerta roja', la mejor película de Renny Harlin
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– ¿Qué activa antes el detector de metales, el plomo de tu culo o la mierda de tu cerebro?

Cuando se anunció que el director de la secuela de ‘Jungla de cristal’ (‘Die Hard’, John McTiernan, 1988) sería Renny Harlin, muchos no albergamos demasiadas esperanzas sobre ‘La jungla 2. Alerta roja’ (‘Die Hard 2’, 1990). McTiernan no pudo hacerse cargo de la dirección de esta segunda entrega —hubiera sido lo más coherente— por estar comprometido con ‘La caza del octubre rojo’ (‘The Hunt for Red October’, 1990), y dado que las credenciales de Harlin eran síntoma de poca garantía —‘Infierno en el ártico’ (‘Born American’, 1986) y ‘Pesadilla en Elm Street 4’ (‘A Nightmare on Elm Street 4: The Dream Master’, 1988) son dos lindezas que es mejor olvidar—, era fácil pensar que la calidad del primer título no se repetiría de nuevo. Pero nos equivocamos, y cómo me alegré de ello.

A pesar de que la filmografía de Harlin está llena de despropósitos como los antes mencionado, en ella pueden encontrarse momentos de buen cine. El presente film es buena muestra de ello, y también ‘Deep Blue Sea’ (id, 1999) o ‘Cleaner’ (id, 2007), y en menor medida ‘Máximo riesgo’ (‘Cliffhanger’, 1993). Por otro lado su lista de films penosos es tan alarmante que cuesta creer que tras las cámaras de la segunda aventura de John McClane se encuentre un Harlin lleno de energía, y con más mala leche y humor que nunca. El paso del tiempo, ese amigo/enemigo del cine, del arte en general, ha tratado bien a esta película, tanto que, 20 años después —se dice pronto— se erige como un film mucho mejor de lo que se vio en su momento. Para Bruce Willis es la mejor película de la saga.

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‘Die Hard’, algo así como duro de matar o morir, se tituló entre nosotros como ‘Jungla de cristal’ como todos sabemos. El hecho de estar ambientada toda ella en un gigantesco y sofisticado rascacielos permitía a nuestros inteligentes ponedores de títulos —si es que existe un nombre para tal profesión— juguetear con la trama del film. ‘Die Hard 2’ es el título lógico, coherente y esperado de su secuela, pero ya no hay rascacielos y tampoco cristal. Así que esos seres tan inteligentes siguieron en su línea. Suprimieron el cristal, añadieron el número correspondiente y también un subtitulo que hace referencia al estado de alarma en un aeropuerto cuando se prevé una catástrofe. La expresión “Alerta roja” es muy conocida por los controladores aéreos, sobre todos los españoles.

Una vez superado el mal trago de un título tan demencial, al espectador no le es difícil entrar en acción, nunca mejor dicho. ‘La jungla 2. Alerta roja’ es una segunda parte como Dios manda, se ahorra la presentación de los personajes que ya conocemos, esto es John McClane, su querida esposa y el lamentable periodista que les tocó las narices en el desastre del edificio Nakatomi. De los malvados de la función, sólo se detiene en mostrar al Coronel Stuart (William Sadler) completamente desnudo practicando artes marciales totalmente concentrado en su habitación. Sin duda una forma muy efectiva de presentar un personaje, pues nos avisa sobre su metodología, ya sabemos que nos encontramos ante uno de los villanos de la función y lo que le espera a McClane puede ser algo mucho peor de lo que imaginamos.

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A partir de ahí, la película es un continuo no respirar durante casi dos horas de metraje que en ningún momento resultan pesadas o aburridas —aunque no lo parezca, mucho del cine de acción actual peca precisamente de eso, de aburrir a las piedras, y si no, haced la prueba—, y Harlin desarrolla con inteligencia una premisa de lo más simple. Es de nuevo Navidad y McClane espera en el aeropuerto de Washington a que el avión en el que va su esposa aterrice, pero una inesperada acción de unos terroristas que demandan la libertad de un importante traficante de drogas, cuyo avión en el que viaja preso aterrizará en dicho aeropuerto, pone en peligro a todos los aviones que planean aterrizar allí. Los terroristas toman el control técnico del aeropuerto, dejando a los controladores aéreos completamente a su merced y a los aviones completamente ciegos. Tal y como reza la película en cierto momento, McClane se halla una vez más en el momento justo en el lugar adecuado, o todo lo contrario si se mira desde otra perspectiva.

‘La jungla 2. Alerta roja’ está basada en la novela ’58 minutes’ de Walter Wager, de quien existen dos adaptaciones de trabajos suyos altamente recomendables, por un lado la muy maltratada en la distribución española ‘Alerta: Misiles’ (‘Twilight’s Last Gleaming’, Robert Aldrich, 1977) y ‘Teléfono’ (‘Telefon’, Don Siegel, 1977). El guión está firmado de nuevo por Steven E. de Souza, acompañado por el debutante Doug Richardson, y no se trata precisamente de un prodigio de originalidad. Su esquematismo es precisamente lo peor de una cinta cuyo principal interés está en la estupenda labor de Harlin para poner en escena algunas de las memorables set pieces que desfilan una tras otra; empezando por la escena de acción en las cintas de las maletas —años más tarde homenajeada y superada en ‘Toy Story 2’ (id, John Lasseter, Asah Brannon y Lee Unkrich, 1999)—, que pone en alerta a McClane sobre la gravedad de lo que ocurrirá.

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La tensión del relato se produce por el sencillo hecho de que el espectador conoce en todo momento las intenciones de los villanos de la historia; McClane va un paso por detrás, y los encargados del aeropuerto aún más atrás, tanto que entorpecerán la labor de nuestro policía favorito. Una vez más McClane se encontrará asilado y solo —ayudado en breves pero vitales ocasiones por gente normal y corriente— intentando que no ocurra el desastre, en este caso que muchos aviones se estrellen dejando un número cuantioso de víctimas, entre ellas su mujer. Harlin es cuidadoso en su puesta en escena, como nunca lo ha sido, y en ciertos instantes la sombra de McTiernan aparece como inspiración clara y lógica. Sirva como ejemplo, la deslumbrante escena de tiroteo en una terminal nueva sin estrenar del aeropuerto, en la que podemos ver a Robert Patrick como terrorista un año antes de convertirse en el temible T-1000, o la pelea final sobre el ala de un avión que concluirá de forma muy explosiva y clarificadora para los aviones que necesitan aterrizar.

Al lado de la labor de Harlin —ayudado por el encomiable trabajo de su operador Oliver Wood (trilogía Bourne), que consigue una fotografía más realista y de tonos más oscuros que Jan de Bont en el anterior film—, hay que destacar el enorme carisma de Bruce Willis, que se come a todo cuanto aparece a su lado. Debido al buen recuerdo del primer título, se intensificaron los chistes hablados, pero sobre todo una violencia más descarnada y bruta —los films de acción actuales parece cuentos de hadas al lado de éste—, dando más frases al personaje central. Una pena que actores como Franco Nero, como el principal villano, estén tan desaprovechados en beneficio de otros, y en todo momento se juegue peligrosamente con la verosimilitud de las situaciones. Pero ante todo, ‘La jungla 2. Alerta roja’ es un divertimento de primera, divertido y con el punto justo de exageración bien entendida. Ritmo y emoción un punto por debajo del trabajo de McTiernan, pero igual de disfrutable. Harlin supervisó el montaje del film junto con el de la deplorable ‘Las aventuras de Ford Fairlane’ (‘Ford Fairlane’, 1990) debido al poco tiempo de postproducción que tuvo. Las diferencias entre ambos films son abismales.

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