Tras una discusión que termina en frustrada noche de sexo, Rafa (Dani Rovira) decide perseguir a la chica de sus sueños allá donde ella va: al País Vasco, a una pequeña localidad donde trabaja de taxista e intenta superar el plantón de su boda. Pero Amaia (Clara Lago) tiene otros planes: mantener la farsa de la boda para lograr reconciliarse con su padre, Koldo (Karra Elejalde), un testarudo y duro pescador.
Comedia romántica que cuenta con el aderezo del contraste costumbrista como motor de bromas. Las risas son fáciles, pero abundantes y algunas ciertamente irresistibles: la dirección de Emilio Martínez Lázaro es prácticamente nula, y no parece tener cierto manejo en los planos aéreos ni preocuparse por armar transiciones visuales decentes. Pero el guión de Borja Cobeaga y Diego San José es perfectamente servicial y los actores llenan la película de brío.
Pude ver 'Ocho apellidos vascos' (id, 2014) en las mejores condiciones posibles. Una sala absolutamente llena y entregada y con la compañía de amigos. Las risas fueron generalizadas y puedo decir que, en muchos casos, catárticas. El rostro más serio era el de personas mayores sonriendo ante el espectáculo, a veces eléctrico, de humor verbal y físico que ofrecen sus intérpretes. Estoy más cerca de mi compañero Sergio que de Mikel: creo que la película, de vocación comercial, ofrece una dosis de risa lo suficientemente respetuosa y festiva.
Esta es una comedia de buenos sentimientos, pero esta vez la cursilería y las trampas están escamoteadas lo suficiente, acierto que atribuyo al talento inestimable de San José y Cobeaga cuya labor como guionistas bien merece una mirada autoral.
Mentiras arriesgadas
La segunda (y en mi opinión subestimada) colaboración fue 'No Controles' (id, 2011) donde no solamente mostraron interés también por el personaje femenino sino que crearon una pareja de desorientados a pequeña escala del todo adorables. En su vindicación final de la familiaridad había un halo de dulce derrota del todo apreciable, pues ninguno de los dos enderezaba su destino profesional y entendía el amor bajo una luz nueva.
De nuevo, el personaje más complicado es otra vicotria. La vasca encarnada por la (madrileña) Clara Lago es un excelente contrapunto cómico y dramático al entrañable y desfasado andaluz pijo que da vida un tremendo Dani Rovira, cuya confidencia hace presagiar una feliz andadura en cine. Dos secundarios gigantescos, Karra Elejalde y Carmen Machi ejercen sus papeles secundarios con un huracán de comicidad: el primero, aportando amenaza y extraña ternura, y la segunda, convirtiendo a una pueblerina castiza en feliz hada para cenicientos.
En última instancia, la historia se preocupa por la manera en la que ella negocia con sus propias mentiras para dirigir al espectador a su clímax final. Pudiera parecer que el final convirtiera en idílico un personaje basado en el alboroto, pero la película gira alrededor de una identidad frágil y de la transigencia.: el final es poco menos que otro peaje más para el esperado cierre.
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