Roger Corman/Edgar Allan Poe (V): 'El cuervo'

Roger Corman/Edgar Allan Poe (V): 'El cuervo'

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Roger Corman/Edgar Allan Poe (V): 'El cuervo'

‘El cuervo’ (‘The Raven’, Roger Corman, 1963) es la segunda adaptación cinematográfica del famoso poema de Edgar Allan Poe tras la realizada en la década de los treinta, ‘El cuervo’ (‘The Raven’, Louis Friedlander, 1935). La misma reunía a las dos leyendas del cine de terror Boris Karloff y Bela Lugosi en un relato que se tomaba no pocas licencias con respecto al original, lo cual no es descabellado, puesto que hablamos de un poema. Lo mismo sucede con la presente, que cuenta con un guion de Richard Matheson, quien junto a Corman optó por un tono totalmente cómico.

Con dicha decisión la película no sólo se aparta considerablemente del tono del poema –Vincent Price consideraba descabellada la idea de adaptar simplemente un poema−, sino de lo que la serie de adaptaciones del escritor de Boston por parte de Corman estaban ofreciendo hasta ese instante. Price quedó encantado con el tratamiento de Matheson, teniendo como compañeros de filmación a Boris Karloff y Peter Lorre, ofreciendo así una comedia que en cierto modo parodiaba los títulos anteriores. El resultado puede resultar desconcertante, pero también altamente disfrutable.

Theravenf2 Jack Nicholson ya ponía cara de loco en los sesenta

La única conexión con el poema de Poe son algunos de los versos recitados al inicio del film por la poderosa voz de Vincent Price –voz que medio planeta tendría metida en su subconsciente gracias a la participación del actor en el popular vídeo musical ‘Thriller’ de Michael Jackson, y dirigido por John Landis en 1983−, que da vida a uno de los tres magos alrededor de los cuales gira la película. Erasmus Craven (Price) es visitado por un cuervo negro para pedirle ayuda. El simpático animal no es otro que Adolphus Bedlo (Peter Lorre), que ha sido hechizado por el maligno Scarabus, interpretado por Boris Karloff, quien no tenía un papel protagonista en el cine desde 1958.

Los roces entre Karloff y Lorre fueron continuos, puesto que el primero era una actor muy metódico y maniático con lo que el guion “mandaba”, y el segundo gustaba además de beber, improvisar a gusto sus líneas. Este incidente, que a día de hoy puede resultar gracioso, en realidad ayudó sobremanera al enfrentamiento entre ambos personajes, mientras Price mediaba tanto en el rodaje como en el propio argumento hasta que Scarabus presenta sus malvadas cartas, dando lugar a un duelo final entre ambos que sólo puede ser tildado de antológico.

El amor entre la comedia y el horror

Aunque el film se centra en las andanzas de los tres magos, las cuales no van más allá de la comedia pura y dura –con lo que Corman realiza un cierto ejercicio de retrospectiva de su propia carrera−, deambulan por el film dos personajes secundarios de cierto peso. Por un lado el hijo de Bedlo, personaje a cargo de un ya histriónico Jack Nicholson, que en aquellos años era un actor fijo en la factoría Corman; un personaje realmente poco sustancioso y cuyo “peso” consiste en sacar de ciertos “problemas” a su padre y compañeros, practicando en algún instante la sonrisa que años más tarde le quedaría perfecta en inolvidables personajes.

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Por otro lado, la sensual y morbosa Hazel Court, que Corman “tomó prestada” de su tan admirada Hammer para tres de las películas de este ciclo. La actriz da vida a Leonor, la esposa de Craven supuestamente fallecida hace tiempo, sumiendo a su esposo en una peligrosa melancolía. Personaje retorcido donde los haya, pensando sólo en la fortuna y el poder que el mejor postor pueda ofrecerle, es en realidad la verdadera motivación de los personajes de Karloff y Price para enfrentarse.

En una comedia pura y dura que adapta con mucho tacto un poema de Poe, con cuyos versos también concluye el film en un muy divertido desenlace, el amor se erige una vez más como el motor incombustible, ya sea para dominar el mundo de la magia, o para liberarse de las cadenas que un amor falso e interesado puede provocar.

Karloff y Nicholson repetirían ese mismo año con Corman en la inferior ‘El terror’ (‘The Terror’), y el director de Detroit, tras dirigir a Ray Milland en la prodigiosa ‘El hombre con rayos X en los ojos’ (‘X’, 1963) se atrevería a ser el primero en la historia del cine en adaptar un relato de H.P. Lovecraft, que la American International Pictures incluiría en el ciclo Poe.

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