'Say Yes', no

'Say Yes', no
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'Say Yes' es una de esas películas orientales, concretamente coreana, que no ha conocido estreno en salas comerciales en nuestro país. Sin embargo, en Corea es uno de los thrillers más exitosos de los últimos años, sobre todo por su enorme parecido con 'Seven'. Sí, la sombra de David Fincher llega hasta el lejano oriente. Esto ya os puede dar una idea de por dónde van los tiros en 'Say Yes'. La película acaba de ser editada en dvd entre nosotros, precedida del éxito antes mencionado. Como un servidor se está dando últimamente un atracón de cine oriental, se lanzó raudo y veloz al visionado del film en cuestión. Un thriller, decían que con mucha tensión y suspense, con esa frescura típica de donde procede, en fin, que la cosa pintaba bastante bien. Pintaba.

Su argumento se resume diciendo que versa sobre una pareja que decide irse unos días de vacaciones, y por el camino se encuentran con un psicópata que les hará la vida imposible, obligándoles a jugar un peligroso juego de consecuencias mortales, evidentemente. Si no, no tendría gracia. Y no la tiene.

A lo largo de toda la película no sólo encontramos referencias al ya clásico de Fincher, que por cierto, hablar sobre ello sería desvelar importante información sobre la película, sino también a otras películas de renombre, como por ejemplo, el film de culto 'Carretera al Infierno', en el aspecto siniestro e invencible del psicópata, y porque simplemente le llevan en coche durante un buen trecho; y a 'Terminator', no porque estemos antes un film de ciencia ficción o de viajes en el tiempo, sino porque toda la famosa secuencia del camión, con Linda Hamilton y Michael Biehn corriendo desesperadamente delante de uno, es copiada casi literalmente en 'Say Yes', incluso con el asesino hecho trizas al volante, y con el único cambio en que es de día.

Dejando al lado todas esas referencias, bastante evidentes, la película no tiene ni pies ni cabeza, y apenas se sostiene ni como thriller ni como nada. El estirado argumento es prácticamente de risa, lleno de situaciones inverosímiles a más no poder, y con una clara tendencia a la exageración, como el hecho de que el malo tenga que morir mil veces para morir de verdad. Para colmo la película tiene un ritmo de lo más irregular, animándose únicamente en su parte final, que por otro lado es totalmente previsible, ya que en ese punto estamos cansaditos del jueguecito de las narices del asesino.

Los actores están simplemente horribles. La parejita protagonista no es creíble en ningún momento, la tipa no sabe qué caras poner, y el tipo tampoco. Aunque realmente la culpa es del pésimo guión, que define bastante mal a los personajes. No voy a citar los nombres de los dos actores en cuestión por eso de ahorrarme tiempo y porque no me los sé de memoria. No, no me apetece mirarlos en la ficha de la película. Al que sí voy a citar es al que hace de asesino, Park Joong-Hoon, y no porque el actor esté bien, sino porque su interpretación resulta de lo más curiosa, demasiado hierática por así decirlo. Al tío le pasa de todo, y le dan por todos lados, recibe hasta en el carnet de identidad, y no cambia la expresión de su cara ni lo más mínimo. Evidentemente es porque hace de asesino frío que no se inmuta por nada, rozando lo sobrenatural, pero hay veces en las que se pasa, sobre todo en su tramo final, cuando el film alcanza los momentos menos creíbles.

Que no, que no me ha convencido ni lo más mínimo. Una película muy mala que llega a cansar bastante, porque todo sabe a ya visto miles de veces y mejor, y no aporta absolutamente nada a un género en el que cada vez es más difícil sorprender al espectador, y en vez de seguir caminos nuevos, se acude los mismos clichés de siempre, y encima mal expuestos. Para olvidar. Por cierto, su director, Kim Sung-Hong, no ha vuelto a dirigir desde que hizo este film en el 2001, ¿por qué será?

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