Me he dado cuenta de que he hecho las cosas que sé hacer demasiadas veces, en diferentes idiomas, y de pronto me he dicho: no puedo hacerlo más. Me aburre. Así que voy a parar.
Son declaraciones de Kristin Scott Thomas en una extensa y jugosa entrevista para The Guardian. La actriz inglesa, residente en Francia, ha decidido pisar el freno a los 53 años y abandonar su carrera en el cine. Confiesa que la agotan los rodajes --tanto las horas de espera en su camerino como las reescrituras de guiones que obligan a repetir escenas--, que no la ilusionan los proyectos que le ofrecen --habla de favores, de sentirse utilizada para dar peso a producciones endebles, de que le piden lo mismo una y otra vez...-- y concluye con algo que a menudo olvidamos: "la vida es muy corta".
No es la primera vez que oímos a algún intérprete expresar falta de interés en seguir participando en el negocio y anunciar su retirada antes de tiempo, para más tarde cambiar de opinión, como si sus palabras hubieran sido fruto de un mal momento anímico. De hecho, Thomas ya se tomó un descanso a finales de los 90, y parece tenerlo en cuenta cuando aclara que solo deja el cine y que aun así volverá a trabajar si le llega una oferta que "no pueda resistir". Suena a dejar una puerta abierta para no volver a pillarse los dedos, en el hipotético caso de que al considerar su retirada la sorprendan con un gran personaje femenino... mantengamos la esperanza.
Ocurre con actores tan solicitados que suelen tener varias películas terminadas y estar atados a varios proyectos antes de cumplir su promesa --si es que lo hacen--. En el caso de Kristin Scott Thomas, cuyo último estreno en España fue la controvertida 'Solo Dios perdona' ('Only God Forgives', Nicolas Winding Refn, 2013), todavía podremos verla en 'The Invisible Woman' (Ralph Fiennes, 2013), 'Avant l'hiver' (Philippe Claudel, 2013), 'My Old Lady' (Israel Horovitz, 2014) y 'Suite française' (Saul Dibb, 2014).
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