Animales televisivos: Constantino Romero

Animales televisivos: Constantino Romero
Facebook Twitter Flipboard E-mail

Adoro incondicionalmente a Constantino Romero desde hace 30 años, así que espero que nadie me pida objetividad cuando diga, por ejemplo, que es un animal televisivo de primera, además de un excelente locutor, un carismático doblador y un extraordinario actor de tele, teatro, cine… Cierto es que sin esa magistral voz que levanta pasiones por dondequiera que suena, Constantino Romero lo habría tenido difícil para ser el referente que es, y es que hay que reconocer que siendo calvo, miope y mostachudo, más le valía tener dotes vocales, que la tele no perdona.

Por todo eso, por el aplomo que transmite cuando habla y también por la bonhomía que desprende cuando llena la pantalla (y los altavoces) con su magna presencia, Constantino Romero es nuestro animal televisivo de hoy.

Albaceteño de cuna, Constantino (¿sabéis qué?, que como “Constantino” es muy largo y además yo he oído que los que le conocen lo llaman “Tino”, voy a llamarle así yo también en esta entrada para abreviar, que el tiempo es oro) Tino creció con la ilusión de ser locutor mientras se embelesaba con la radio Telefunken de su madre, con nueve años se marchó a vivir a Barcelona y ahí vivió el que sin duda fue un acontecimiento crucial para su vida y para la historia de nuestro país: le cambió la voz. Se le puso, sí, voz de hombre y con eso le dio pleno sentido al chiste de qué hace un pájaro de 1.000 kilos en lo alto de la copa de un pino gallego a las 12 del mediodía.

Ya en el cole, que se conoce que vivió enclaustrado en un internado junto a Jordi Estadella, así que al menos tuvo con quien reírse, Tino era el encargado de hacer la mitad de las lecturas públicas, ya que la otra mitad se las llevaba su compañero de afición y, posteriormente, de oficio. Y después de abandonar las aulas, el 1 de diciembre de 1964, se produjo otro acontecimiento crucial: Tino entró en el mundo de la radio y allí hizo un poco de todo para lucimiento de sus cuerdas vocales.

De hombre-concurso a bastante más

Pero como esto va de tele, diremos que sus primeros pinitos ante las cámaras se dieron en 1985 cuando presentó para TVE el concurso más desmelenado de la época: ‘Ya sé que tienes novio’, en el que asistía una pareja de ex novios a concursar acompañados de sus respectivas parejas actuales y de toda la familia, y en el que se apostaba todo un piso completamente equipado a tandas de preguntas y respuestas mediante las cuales unos intentaban que los otros lo perdieran todo, como quien se disputa los bienes en un divorcio, pero sin necesidad de pasar por la vicaría ni de buscarse a un abogado (Nota legal: el editor de esta entrada no alberga intereses de ninguna índole contra abogado alguno).

Y luego llegó algo mucho más sosegado y cerebral, que es por lo que la inmensa mayoría de los telespectadores recuerda haber conocido a este hombre: ‘El tiempo es oro’, uno de esos ejemplos de la televisión de entretenimiento que no le faltaba al respeto a la audiencia sino todo lo contrario. Ahora Tino afirma que no volvería a presentarlo porque es agua pasada y no le gusta encasillarse, pero lo cierto es que el programa le valió la etiqueta de hombre-concurso que se repitió con ‘La vida es juego’, aunque la valía profesional y el inmenso bagaje personal de Tino lo llevaron por otros derroteros, hacia el magazine al sustituir en verano a Julia Otero al frente de ‘3×4’ y hacia el mundo del reality con ‘Valor y coraje’, todo siempre en el centro de TVE de Sant Cugat.

En 1996 Tino cambió de escenario, se marchó a Antena 3 y allí tomó el relevo de Javier Sardà al frente de ‘La parodia nacional’, un concurso de letras de canciones de la factoría Gestmusic en el que unos charanguistas interpretados por una veintena larga de actores defendían las hilarantes creaciones musicales que desde sus casas enviaban los concursantes metidos a humoristas y que hasta recibió la Medalla del Congreso de los Diputados de manos de otro gran mago del humor que por entonces ejercía como presidente de la Cámara. ‘Alta tension’ vendría después, y ‘TeleRisa’, ‘Una vez en la vida’, ‘Pasapalabra’... Todo un abanico de programas de entretenimiento en los que nunca Tino logró que le pusieran una silla desde la que presentar. Castigado a estar de pie.

Y también se le ha visto el pelo en algunas teles autonómicas, desde TV3, donde en su momento se montó un pequeño follón que luego quedó en nada por una estúpida cuestión lingüística relacionada con la presunta y falsa creencia de que el nivel de catalán de Tino no cumpliría los estándares que, dicho sea de paso y ya que estamos, hoy por hoy todos muchos se pasan por el arco del triunfo en la tele catalana, pasando por Cantabria TV y llegando a CTM, la tele de Castilla-La Mancha, donde Tino ha presentado un buen capazo de programas más a gusto que todas las cosas.

De profesión, sus labores

Lo que pasa es que los 46 años de trayectoria profesional de Tino dan para mucho más que todo esto, de hecho él es de profesión: “sus labores”, como se ponía antes en los carnets de identidad de las amas de casa, y es impepinable al hablar de este animal televisivo hacer referencia a su vida en los escenarios del teatro y, sobre todo, a su atronadora aportación al mundo del doblaje.

En el teatro debutó incluso antes que en la tele, ya en 1983 con la ‘Ópera de tres peniques’, y eso que él nunca había cantado aunque tan mal no se le debió de dar, algo que puedo certificar por haber tenido la inmensa suerte de comprobarlo una docena de años después, allá por 1995, que fue cuando lo vi en ‘Sweeney Todd’, una versión teatral que hacía que a su lado Johnny Depp diera ganas de echarle una monedica para que comiera caliente y que aún me hace estremecer cuando me lo pongo en el iPod gracias a un doble CD que me compré en su momento.

Como personaje relevante en el mundo del cine y la televisión, Tino es un entrevistado recurrente y, sabedor de su condición de personaje popular aunque no le gusta la popularidad, se presta a lo que le pidan, normalmente frases concretas de sus trabajos de doblaje, y él responde a la gracieta con agrado aunque por dentro debe de andar pensando que es curioso que a uno lo recuerden por una simple frase que ni siquiera tiene en la cabeza en esos momentos. Es como si a Shakespeare le pidieran siempre que dijera “ser o no ser” o que a Georgie Dann le pidieran que cantase siempre la misma canción (em… sí, tengo que cambiar el ejemplo).

Pero él se presta, y es que desde que en 1970 hiciera su primer trabajo de doblaje han sido cientos los personajes a los que ha tocado con su voz y al recorrer su biografía siempre hay varios espacios para la anécdota. Sin ir más lejos, siempre que puede se lamenta de que se le escapó la mula Francis, no físicamente sino que la dobló su amigo Estadella. Aunque casi mejor, porque el bicho aquel con semejante vozarrón habría convertido la célebre serie de comedia en una película de miedo. Y también siempre que puede, cuenta lo de la calle Sierpes de Sevilla y lo de Jofre Bardagí.

Anécdotas y leyendas

¡Cómo! ¿Que no sabéis de qué hablo? Sí, hombre, sí, que paseando un día por Sevilla se encontró con unos chavales que entre risas le pidieron que les dijera que él era su padre, y Tino se aterrorizó pensando en lo que podía ser un 19 de marzo ante tanta muchachada antes de que le aclararan que todo venía por su magistral interpretación de Darth Vader, a la que como todos sabemos accedió tras un duro proceso de casting.

Y lo de Jofre Bardagí, tres cuartos de lo mismo. Cuenta Tino que el chavalín no comía bien cuando era pequeño, y que su padre, el gran músico ya fallecido Josep Maria Bardagí, le pidió a Tino que le grabase una cinta con un discurso orientado a amedrentar al pequeño si se negaba a comer. Y tras oír que Darth Vader le decía que si no comía la fuerza no estaría junto a él, el pequeño Jofre empezó a devorar lentejas como un loco y hoy, dicen, es un digno sucesor de su padre.

Luego hay todo tipo de leyendas urbanas asociadas a este buen hombre, como la que afirma a partes iguales que es una bellísima persona o que es un tipo de lo más seco y estirado, y también las que juegan con su vida más íntima, pero esas historias a mí tanto me dan, así que volveré al terreno del doblaje. No le gustan las películas de sangre y violencia y manifiesta un profundo disgusto humano al tener doblar a un tipo como Arnold Suarcenáguer (sí, ya lo sé). Por lo demás, ha sido la voz habitual en español de, entre otros, Clint Eastwood, Roger Moore, James Earl Jones (quién si no podría doblarlo) y… Rutger Hauer, claro, a quien ahora recordamos en una de las morcillas no malagueñas más sabrosas de la historia del cine:

¿Cómo acabar una entrada sobre este animal televisivo y metaanimal del mundo del espectáculo? Quizá lo mejor sea transcribir las palabras que he ido anotando en una libretilla Enri de tapas rojas que tengo aquí al lado: elegancia, savoir-faire, credibilidad, majestuosidad, dinamismo, animación, y todo aderezado con unas cuantas inflexiones vocales. Ese es Constantino Romero. Esa es, con permiso de Frank Sinatra, La Voz.

Ficha en Imdb | Constantino Romero
En ¡Vaya Tele! | Animales Televisivos

Comentarios cerrados
Inicio