James Cameron (I): El futuro es ahora

James Cameron (I): El futuro es ahora
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Uno de los directores más famosos del mundo es el realizador canadiense James Cameron. Este grado de conocimiento, de sus películas y su nombre, por parte del gran público, no va exactamente parejo con el grado de conocimiento acerca de las razones que impulsan su obra. Tampoco se le concede, por lo general, el grado de "autoría cinematográfica" que ostentan otros creadores, aunque estos no firmen todos sus guiones, o aunque no produzcan ni una sola de sus películas. Es por tanto, a juicio de quien esto escribe, víctima de cierto elitismo crítico, que incluso ha visto justificada su postura tras una película tan de prestigio, en teoría, como 'Titanic'.

Es un caso parecido al de Steven Spielberg, si bien el director de 'Saving Private Ryan' ha desarrollado una carrera con más puntos débiles (también por el hecho de haber dirigido cuatro veces más películas), mientras que, de nuevo a juicio de quien esto escribe, Cameron es probablemente el más grande, complejo y poderoso director de Sci-fi de la Historia del Cine, y con una única película fuera de ese género, la ya nombrada tragedia marina, que es una joya pocas veces valorada sin prejuicios o ideas preconcebidas.

Tampoco es que las características superficiales de su carrera ayuden mucho: cada película suya ha costado, sistemáticamente, más dinero que la anterior (su futura 'Avatar' no va a ser una excepción); es notoria su ilimitada exigencia hacia los actores, hasta el punto de que muchos no se hablan con él; es un pionero en los efectos visuales de sus películas, lo que ofrece carnaza a los puristas que le acusan de no tener sustancia; en todas sus películas hay profusión de armas y tiros (incluso en 'Titanic', donde el barco puede considerarse un arma tecnológica y tienen lugar varios famosos tiroteos) lo que da carnaza a los progres que le acusan de ultraderechista; es considerado un gran director de escenas de acción (muchas de ellas grandes espectáculos), un inoculador de testosterona, lo que para muchos es síntoma de comercialidad extrema y simpleza mental y su relación con Arnold Schwarzenegger en la mitad de las películas que ha dirigido hasta ahora termina por completar el cuadro.

Pero si no nos limitamos a lo superficial, sino que profundizamos un poco (que para eso estamos escribiendo estas líneas), observamos que Cameron supo crear una obra imperecedera con cuatro chavos, ‘The terminator’, y que el presupuesto elevado (o elevadísimo) del resto de sus producciones, esta plenamente justificado por la historia que pretende contar y por la investigación técnica que requiere dar vida a futuros sombríos o trágicos eventos del pasado; que aunque suele ser muy duro con sus actores a menudo arranca de estos interpretaciones memorables, algo inusual en un director de superproducciones; que sus proverbiales magníficos efectos visuales son para él (casi)siempre una herramienta para hacer más creíble la película y no una razón para contar determinada historia; que la profusión de armas en sus películas resultan de su conocimiento de estas pero también de su interés por criticar un mundo que es peor gracias a ellas.

Cameron en pleno rodaje de

Pero es su pericia y su talento para el cine de acción lo que le sitúan en el punto de mira. François Truffaut escribía a propósito de su admirado Alfred en el imprescindible 'El cine según Hitchcock' que muchos desdeñan el suspense, pero que este es en verdad el núcleo del cine. Yo añadiría que la acción, y no sólo los tiros y persecuciones, son junto al suspense el núcleo y el corazón del cine. Muchos quizás ignoren que drama proviene del griego dram, que significa acción. Y esa es la primera palabra que el director grita para que comience eso, la acción. Como iremos demostrando y analizando sucesivamente, no es que Cameron sea un gran director de secuencias de acción y por eso es un gran director, sino que es un gran director y por eso tiene grandes secuencias de acción.

Cameron tiene mucho en común con Hitchcock. Sobre todo en lo concerniente a su efectividad narrativa, a su dominio de la acción y el suspense como herramientas absolutas del cineasta de raza, y como objetivo final de la puesta en escena. El cine, más que una coda de la literatura, es con directores como Hitchcock y Cameron un soporte dinámico de emociones e imágenes vibrantes, llenas de vida. Si con el tiempo se ha comprendido la profunda compasión y melancolía de Hitchcock tras décadas de ser tachado de gélido y cerebral, algo parecido creemos que ocurrirá con el canadiense.

No se trata de proponer a Cameron como dueño de una carrera sin falla ninguna y perfecto en todo. Nada más lejos. Se trata de situarle apropiadamente, siempre a juicio del que firma, entre los mejores directores de la historia. Así de sencillo. Pero vamos a profundizar lo más posible en su carrera, con sus luces y sus sombras, lus logros, sus hazañas y sus decepciones; sus constantes y sus incoherencias (que las tiene); su evolución y su compleja personalidad. Cameron dirige, escribe, produce, monta, lleva la cámara, hace maquetas, sabe de maquillaje. No hay muchos directores tan completos y que dominen tantas disciplinas cinematográficas como él, y que hayan dejado una huella tan profunda en la Sci-Fi, y vamos a encargarnos de demostrarlo.

Seis películas. Ochocientos cincuenta y cinco minutos de cine. Seiscientos sesenta y uno de ellos dedicados a una Sci-Fi que oscila entre lo mejor, como 'Aliens', y lo peor, como 'True Lies'. Ciento noventa y cuatro dedicados al melodrama histórico, ese feo género despreciado por manipulador y folletinesco. Eso sin contar los doscientos cincuenta y uno que son cine documental, y su serie de televisión, dicen que de culto pero que significó prácticamente un rotundo fracaso, 'Dark Angel'. Una filmografía corta. Seis ficciones, tres documentales, una serie de la que dirigió un episodio, un par de cortometrajes ('Xenogénesis' y 'T2:3D'), algunos pocos guiones para terceros, parecen poco para treinta y un años de carrera. Pero sin duda han cambiado el cine.

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La Sci-fi es un género resbaladizo, inasequible para la mayoría de los cineastas. Muchos grandes creadores que aportan su granito de arena al género, sino fracasan (o firman películas que rápidamente se quedan obsoletas) acaban cayendo en una Sci-Fi con trazas de fantasía, lo que significa aguar las posibilidades del género cinematográfico, después del documental, con más posiblidades de alcanzar lo que sólo el gran arte logra: un carácter visionario, profético casi. Dicen que la Sci-Fi, en el mundo en que vivimos, se ha quedado sin argumentos, y que la gran mayoría de ideas y títulos comienzan a quedarse atrás. Sin embargo el mundo descrito en el díptico 'Terminator' está ahora más vigente que nunca.

Este director, al que dedicaremos un análisis de su obra cada dos días, nos habla de la miserable condición humana en su mejor cine, tanto en 'Titanic' como en 'The Terminator', y nos propone un futuro desolador, el de ahora mismo, o el de pasado mañana, proponiendo un espejo donde reconocernos. Analizaremos sus seis largometrajes con rigor y con sobriedad. Su fallida serie 'Dark Angel', que podría haber resultado un estimulante título que se implementara a su discurso, tiene realmente muy poco de la densidad del gran Cameron. Su primera película oficial (de la que fue despedido), 'Piranha II: The Spawning', no aporta realmente nada a su carrera más que hablar de su tenacidad (se colaba en la sala de montaje para intentar arreglar a escondidas el desaguisado del productor), y aunque su director afirma con sorna que es "la mejor película de pirañas voladoras que se ha hecho" (algo que estamos dispuestos a creer) no hay nada suyo en ella, salvo ese pecio escondido que 16 años más tarde se convertiría en el 'Titanic'.

En el próximo capítulo hablaremos de la génesis del universo 'Terminator' (con 'Xenogénesis') y comenzaremos a hablar de ese díptico extraordinario.

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