Leo DiCaprio, gurú de las drogas en el biopic de Timothy Leary

Leo DiCaprio, gurú de las drogas en el biopic de Timothy Leary
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Decidido a recordarnos que su salto a la fama se produjo con su excelente interpretación en la interesante ‘A quién ama Gilbert Grape’ y no con la ñoñería adolescente de ‘Titanic’, Leo vuelve a su registro más oscuro — y drogadicto, como en 'The Basketball Diaries’— para encarnar al controvertido Timothy Leary, en un biopic de próximo rodaje.

Timothy Leary fue un escritor y psicólogo norteamericano que, impresionado por un artículo de Time Magazine que documentaba el uso de enteógenos en las ceremonias religiosas aztecas, viajó a Méjico para probar esos hongos alucinógenos. Ni que decir tiene que esa experiencia cambió su vida. Durante la década de los 60, Timothy Leary fue la figura central de la campaña que propició el consumo masivo de LSD.

DiCaprio conoció personalmente a Leary y ya desde el momento de la muerte de este último en 1996, se ha dedicado a ir perfilando un proyecto de biopic que parece ser ya inminente. El guionista de la aún no estrenada en España ‘The Dying Gaul’ y el biógrafo de Leary, Michael Horowitz, están escribiendo una historia centrada en los primeros años de la vida de Leary, antes de la notoriedad que le propiciaron sus vaivenes anímicos producidos por el LSD. Se tratarán episodios como su enrolamiento en la academia militar de West Point y sus posteriores fugas de prisión. Si bien el tema despierta un cierto interés, no deja de resultar una temática que “huele” a conseguir ese grado de respetabilidad à la Johnny Depp que a DiCaprio, de momento, se le resiste. Y no será por no haber diversificado sus papeles o no haber colaborado con nombres de tanto prestigio como Martin Scorsese. El caso es que la biografía de Timothy Leary se presta a ser una parcial e irresponsable hagiografía en la que, más de treinta años después, nos empeñamos en no seguir aceptando por qué los años sesenta llegaron a un final tan abrupto sin haberse ni acercado a muchas de sus utopías. Supongo que víctimas del LSD, como Syd Barret, el primer cantante y guitarrista de Pink Floyd, tendrían una visión del tema más matizada que la del impresionable Leo. Pero esto es sólo una opinión. La posibilidad de que una buena película termine abriéndose paso está ahí, a pesar de los varapalos críticos que ha recibido el guión de ‘The Dying Gaul’.

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