Con la prolífica carrera que tiene detrás, Samuel L. Jackson está en un punto en el que no tiene nada que demostrar. Ha trabajado para grandes cineastas en obras autorales y también en el cine palomitero, expandiendo su rango interpretativo en géneros de todo tipo. Recientemente también quiso dejar claro que no le importan mucho los premios, afirmando que a menudo las mejores interpretaciones no son premiadas.
Jackson habla desde la experiencia. En toda su carrera nunca ha ganado un Oscar, pese ser nominado en su día por 'Pulp Fiction'. Quizás puede consolarse con otra cosa, porque en 1991 ganó un premio puede que más prestigioso y desde luego mucho más raro: el de actor secundario en Cannes. El festival francés siempre ha sido poco generoso con esta categoría, con tan solo tres actores más obteniéndolo antes de él, Stefano Madia por 'Querido papá', Jack Thompson por 'Consejo de guerra' e Ian Holm por 'Carros de fuego'.

Una década desde que lo ganara Ian Holm, Jackson ayudó a revivir la categoría. Lo hizo por su papel de Gator Purify en 'Fiebre salvaje', un adicto al crack y hermano mayor del personaje de Wesley Snipes, que interpreta al protagonista. No solo Jackson fue el último en recibir el premio de la escueta selección, desde entonces nadie más lo ha tenido.
Se trata de un galardón sorprendente si tenemos en cuenta que su personaje apenas supera los 15 min de metraje y todas sus escenas son básicamente la misma, pidiéndole dinero a su familia. Pero fue su eléctrica presencia lo que conquistó a la audiencia y el jurado en el momento, consiguiendo una de las representaciones más realistas de un adicto en el cine, y que emocionó por su trágico final.
Si era tan realista es porque el papel fue una especie de exorcismo para Jackson (algo que seguramente tampoco pasó desapercibido para el jurado). Gator Purify fue su primer gran papel tras salir de rehabilitación y cuando aún batallaba con su propia adicción al crack. En su entorno le recomendaron no hacerlo porque volver a entrar en esa mentalidad podía causar una recaída, pero a él centrarse en la interpretación, independientemente del rol, le ayudó a mantenerse limpio.
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