‘Lo que sé de Lola’: un cortometraje de 112 minutos

‘Lo que sé de Lola’: un cortometraje de 112 minutos
Facebook Twitter Flipboard E-mail

Con un precioso cartel de Javier de Juan al estilo de las ilustraciones que publicaba allá por los ochenta en la mítica revista 'Madriz', nos llega hoy, 29 de septiembre, esta opera prima de Javier Rebollo, ‘Lo que sé de Lola’. No hace falta que insistan en que Rebollo es un consumado director de cortometrajes para vendernos la película. No hay más que verla. Con un argumento estirado y que muchas veces sirve de excusa para el lucimiento estético, este largometraje de casi dos horas es en realidad otro corto más del autor, sólo que alargado de forma casi cruel para los espectadores. Pero la mera anécdota que soporta el film no es lo que me hace decir que se trate de un corto alargado, sino sus planteamientos estéticos y narrativos. Aquí se puede ver un trailer o más bien una escena.

El montaje, la realización y la elección de los momentos mostrados aspiran a transmitir al espectador la monotonía de la vida del protagonista, Léon, un hombre que habita en París cuidando de su madre enferma hasta que ella muere, y que, sin ninguna otra obligación, a partir de que se queda huérfano, se decide a observar a Lola. Si bien es cierto que se transmite, creo que el director y el montador han exagerado su intención de dar la sensación de cotidianeidad y lentitud en la vida de Léon dejando los planos muy largos y repitiendo los encuadres hasta el cansancio. Este inmovilismo de la película, obviamente, es intención del cineasta y por tanto no sé si podría señalarse como un defecto, pero lo que sí se puede decir con tranquilidad es que corre el riesgo de producir un tedio casi irritante en el espectador. Aunque el sentir general que produce la cinta es el aburrimiento, no significa que no tenga algunas virtudes. La mayor, inequívocamente, las actrices. Tanto Lola Dueñas como Carmen Machi me han parecido siempre buenas y su trabajo aquí no desmerece en absoluto sus apariciones anteriores. Otras virtudes son algunas escenas reseñables por su concepción curiosa o porque incluso alguna vez logran tener algo de fuerza dramática. No por casualidad, la secuencia con más intensidad es la que compone por entero el trailer. Otras veces la virtud está en un concepto que el director parece apuntar, una dirección que parece que va a seguir, pero que no llega a tomar. Por ejemplo, amaga una escena depravada y enferma en la que el protagonista podría acabar masturbándose en la misma cama en la que yace el cadáver aún caliente de su madre, pero Rebollo opta por acabar la escena antes de que suceda nada y por dejarnos creer que, si acaso ha ocurrido, ha ocurrido en off, como todo lo que pasa en esta película. Normalmente, oímos un golpe o algún otro sonido y posteriormente vemos el resultado de lo que ha sucedido, como en todas las ocasiones, fuera de campo.

Decir que la estética de ‘Lo que sé de Lola’ es publicitaria sería insultar un poco a la publicidad. No insultarla porque la fotografía de Santiago Racaj y los encuadres sean feos, sino porque habitualmente se utiliza este epíteto implicando quedamente que lo publicitario es vacío, estético sin venir a cuento y sin contenido, cuando en realidad los spots, por su concepto, deberían tener más contenido que cualquier película. Sin ninguna intención de insinuar que la publicidad sea pura estética sin más, sí que es muy exacto comparar los planos fijos y sostenidos de la película de Rebollo con muchos de los que se ven en la publicidad de hoy en día, en esos anuncios modernos que tanto podrían ser de un banco como del último modelo de un coche caro. En esos anuncios que sí pecan del esteticismo absurdo del que se acusa a la publicidad en general.

El aspecto formal que más acerca este largo al estilo de los cortometrajes es la constante y superflua voz en off del protagonista. El director juega con ella como elemento, a veces, metalingüístico, otras veces, solamente efectista. Pero la única función que tiene aquí esta voz en off es ésa: el que el director pueda jugar con ella y de nuevo, lucir sus propuestas teóricamente innovadoras. Si la voz en off tuviera alguna función narrativa, realmente la película podría haberse contado con mucho menos. Mencionaba antes que había secuencias que merecían la pena. Una de ellas es en la que Léon enumera los enseres que ha encontrado de su madre. Mientras vemos los objetos, pulcramente encuadrados, la voz en francés de Michäel Abiteboul los describe. Si no se hubiera tenido la intención de alargar innecesariamente la película, esta escena sería un magnífico comienzo. No es necesario que veamos a Léon cuidar de su madre. Entenderíamos cómo es su vida aunque el film comenzara ahí. Y al igual que podría prescindirse de todo lo anterior a ese momento, también se podrían eliminar otras escenas, no porque la historia se cuente igual sin ellas, que se cuenta, claro; sino porque, también, todo lo que el autor ha tratado de transmitir se transmitiría sin ellas. Dejándose llevar por unos preceptos que le hacen parecer vanguardista y rompedor, el director ha construido una película donde no la había.

Existen dos directores que se llaman Javier Rebollo. Uno es éste y el otro ha dirigido ‘Marujas asesinas’ y ‘Locos por el sexo’, entre otras, y es productor y guionista, además de director. El Rebollo que nos ocupa, nacido en 1969, sólo cuenta en su filmografía con cortometrajes, aunque su éxito ha sido muy sonado con todos ellos. ‘En medio de ninguna parte’ (1997), ‘El equipaje abierto’ (1999), ‘El preciso orden de las cosas’, dentro de ‘Diminutos del calvario’ (2001) y ‘En camas separadas’ (2003) llevan su firma tanto en el guión como en la dirección. En todos ellos, Lola Dueñas como actriz, y Lola como personaje, la Lola de esta película, han acompañado al director.

Aquí pueden leerse declaraciones del autor sobre la película que se presentó en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián hace un par de días.

Una apuesta, un ejercicio, un cortometraje de 112 minutos. Eso es ‘Lo que sé de Lola’. Muchos encontrarán valores, muchos disfrutarán de la estética publicitaria, muchos se fascinarán por que es una película diferente a las habituales, incluso puede que haya a quien le transmita una sensación de humanidad. Valores tiene, pues he dicho que es como un corto, no como un mal corto. Pero estoy segura de que muchos otros se van a sentir defraudados y aburridos. Veamos qué recibimos en los comentarios.

Comentarios cerrados
Inicio