'El bebé jefazo: Negocios de familia': un inofensivo pasatiempo familiar diseñado para los que disfrutaron con la primera entrega

'El bebé jefazo: Negocios de familia': un inofensivo pasatiempo familiar diseñado para los que disfrutaron con la primera entrega

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'El bebé jefazo' fue un gran éxito de taquilla cuando llegó a los cines en 2017, ya que logró un recaudación mundial de 528 millones de dólares cuando "solamente" había costado 125. Una secuela era inevitable y finalmente fue este pasado 6 de agosto cuando 'El bebé jefazo: Negocios de familia', dirigida por Tom McGrath, desembarcó en las salas españolas.

He de confesar que yo no es que esperase con demasiadas ganas el estreno de 'El bebé jefazo: Negocios de familia', ya que la primera entrega arrancaba con fuerza planteando un universo curioso para luego tirar demasiado de lo facilón. Mi miedo era que la secuela perdiese parte de esas virtudes y potenciase lo menos interesante de su predecesora, y la verdad es que viene a ser lo que acaba haciendo.

Más de lo mismo pero peor

Una de las cosas que parecen tener muy clara los responsables de 'El bebé jefazo: Negocios de familia' es que mejor no tocar demasiado lo que funcionó, por lo que el guion firmado por Michael McCullers, también responsable de la primera entrega, intenta recrear suficientes elementos familiares, confiando en tener ahí la base para proponer una nueva aventura.

No suena a mal plan sobre el plan, pero el problema es que eso lleva a que la chispa que definía a 'El bebé jefazo' durante sus primeros minutos se convierta aquí en un especie de más de lo mismo que no molesta, pero nunca conquista. Lo que decanta la balanza hacia lo negativo es que tampoco predispone a tener grandes esperanzas en lo que vendrá a continuación.

Y no es porque haya escasez de situaciones que podrían haber dado mucho más de sí o instantes que despiertan cierta simpatía, pero en todo momento da la sensación de que es más importante conseguir el mínimo exigible para seguir adelante hasta plantear la verdadera historia de la película. Ahí es justo destacar que la amenaza que se plantea es más estimulante en lo general, aunque a la hora de entrar a lo concreto vuelve a caer en los mismos errores que estaba cometiendo 'El bebé jefazo: Negocios de familia' hasta entonces.

Poco que rascar

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Y es que es verdad que el nuevo personaje con la voz en versión original de Amy Sedaris ayuda a transmitir cierto entusiasmo e introduce un nuevo elemento en la función, pero lo que le permite acercarse más a ser un digno pasatiempo es el villano, siendo esencial el hecho de contar con la voz de Jeff Goldblum, ya que el personaje parece una versión (ligeramente) perversa de la imagen que el actor lleva proyectando desde hace ya varios años.

Ese toque algo más juguetón le sienta bien a 'El bebé jefazo: Negocios de familia' en su tramo central, pero no deja de ser un pequeño espejismo antes de que vuelva a los mismos vicios, incluido ese personaje. Tengo claro que será suficiente para entretener a algunos espectadores, pero a mí ese intento de frenesí que sobrevuelva en todo momento se acerca peligrosamente a lo rutinario.

Visualmente se opta por mantener la línea cartoon que ayudó a diferenciar a la primera entrega de muchas propuestas animadas actuales que confían más de la cuenta en la búsqueda del mayor realismo posible. Eso sí, también luce menos llamativo, como si también hubiese caído en esa tendencia de ir a lo sencillo que se cree que funciona. Hay momentos puntuales en los que parece salirse un poco de la norma, pero no son suficientes.

En resumidas cuentas

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'El bebé jefazo: Negocios de familia' es una secuela continuista que se queda por debajo de una primera entrega que ya prometía más de lo que acababa dando. Como pasatiempo de usar y tirar puede tener cierta validez, pero incluso en esos casos yo espero más que lo que me he encontrado aquí.

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