Si habías crecido durante los ochenta y eras de los "fatigas" que se quedaba con los nombres de los responsables más o menos relevantes, de esas muchas producciones que alimentaron tu paso de la infancia a la adolescencia, entonces el de Shane Black tenía que sonarte sí o sí.
Podía hacerlo por su papel en 'Depredador' ('Predator', John McTiernan, 1987) —él era Hawkins, el miembro del comando liderado por Schwarzenegger que llevaba gafas y contaba chistes acerca de su novia— pero, sobre todo, lo hacía por ser el guionista que había creado a esos dos geniales personajes llamados Martin Riggs y John Murtaugh.
O lo que es lo mismo, el poli blanco loco y de tendencias suicidas y el poli negro que está "demasiado viejo para esta mierda" que conformaban el dinámico dúo de 'Arma letal' ('Lethal Weapon', Richard Donner, 1987); un filme que reinventaba muchas de las claves de las buddy movies y que serviría como base para toda una legión de producciones que llegarían en años posteriores sometiendo al nuevo modelo a sensibles iteraciones.
Cuando tres no son multitud
El propio Black no sería ajeno a dicha práctica, y un repaso a su producción como guionista antes de dar el salto a la butaca de director con el filme que hoy nos ocupa, revela que cualquiera de sus propuestas giró en torno al esquema de una pareja de inesperados compañeros formada por un cínico y acabado investigador y un quarterback venido a menos,un chaval y un héroe de acción o una mujer desmemoriada y un detective deslenguado, siendo 'Una pandilla alucinante' ('The Monster Squad', Fred Dekker, 1987), la única excepción a la regla.
Lógico resultaba pues que, en su primera aventura como realizador, Black —que sólo contaba con veintidós "tiernos" años cuando escribió 'Arma letal'— decidiera seguir ahondando en el trabajo que llevaba casi dos décadas desarrollando y, quizás no queriendo arriesgar en exceso, redactara el guión de 'Kiss Kiss, Bang Bang' (id, 2005) bajo similares postulados que los de su debut, añadiendo a la mezcla masculina que aquí suponen el detective privado y el ladrón de medio pelo que se hace pasar por actor, una fémina en apuros.
Definido tan curioso y ecléctico triángulo por la homosexualidad del primero, y el amor de juventud no superado del segundo por la tercera, es bien evidente que si la cinta funciona, al margen de por otros términos que ahora veremos, es por la singular y efectiva química que Black genera entre Val Kilmer, Robert Downey Jr. y Michelle Monaghan.
El rostro impávido y de mirada cínica del primero, la característica verborrea y naturalidad del segundo, y ese aspecto de vecinita de al lado que atesora la belleza de la tercera, son herramientas que el cineasta aprovecha para generar la instantánea simpatía del público en cuanto cualquiera de ellos aparece en pantalla. Una simpatía que, no cabe duda, se ve aumentada sobremanera cuando, más allá de su natural carisma, comenzamos a escuchar por boca suya los afilados y mordaces diálogos escritos por el realizador.
'Kiss Kiss, Bang Bang', lo de menos es la trama
Es una exageración, no cabe duda, pero que en 'Kiss Kiss, Bang Bang' lo importante son las conversaciones que mantienen los personajes y no tanto hacia donde les llevan, es tan cierto como que, de haber descuidado Black este último punto, no podríamos estar hablando del filme como el espléndido y sólido ejercicio que resultó ser en un primer acercamiento y que, por supuesto, ha seguido siendo en las no pocas revisiones a las que servidor lo ha sometido en la última década.
Cualidad innata en cualquiera de los libretos escritos por el director y guionista, las puyas que intercambian los diferentes personajes, la elocuencia que éstas demuestran y el sentido del humor negro y brillantísimo que desprenden se deja acompañar aquí de una trama que envuelve a los tres protagonistas en una serie de muertes/asesinatos aparentemente inconexos que tienen, obviamente, un denominador común...que, tranquilos, no voy a revelar.
Viniendo como viene producida por Joel Silver —responsable también de respaldar a 'Dos buenos tipos' ('The Nice Guys', 2016), la nueva película de Shane Black que se estrena el próximo viernes en nuestros cines—, es la vertiente de acción del filme la otra faceta en la que éste más destaca, revelándose Black como un sólido heredero de las mejores formas de Richard Donner en lo que a claridad expositiva y narrativa se refiere.
Éste último valor, que el cineasta siguió cultivando en 'Iron Man 3' (id, 2013) —y que, esperemos, sepa imprimir a esos dos atractivos proyectos que ahora mismo parece tener en cartera— posiciona a Shane Black como uno de esos nombres a seguir por aquellos que estamos cansados de la acción mareante y poco clara bajo la que ciertos realizadores —que para qué voy a nombrar, si todos sabemos quiénes son— han sometido al cine de género. Afortunadamente, hay variedad en el cine de acción, que así sea por mucho tiempo.
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